tag:blogger.com,1999:blog-233361062024-03-13T06:14:11.229+01:00EL VINO Y LA HIELAgustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.comBlogger170125tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-18266123477439103182023-12-15T12:56:00.003+01:002023-12-15T12:56:33.830+01:00Salir al mundo<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKHLJvi83fFQX1RIkc8TXv2zVRfnemcpx6LyQGz7cm78_fOMgQGIX4IIMU8RW62bRhN_yAjT_MVl-LW-WJrdTxbNXr_-KsC8shl7IHnYDhThksIOuKKKUfC9FdWqcSqPxoz889AD_qFuparAdqsuzkE5j5Mf6aeZvcw_A0P4xW2NCqfd_T2scd/s1076/pazos001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1076" data-original-width="702" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKHLJvi83fFQX1RIkc8TXv2zVRfnemcpx6LyQGz7cm78_fOMgQGIX4IIMU8RW62bRhN_yAjT_MVl-LW-WJrdTxbNXr_-KsC8shl7IHnYDhThksIOuKKKUfC9FdWqcSqPxoz889AD_qFuparAdqsuzkE5j5Mf6aeZvcw_A0P4xW2NCqfd_T2scd/s320/pazos001.jpg" width="209" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Ana
Pazos. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Salir al mundo</i>. Planeta, 2021.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p> </o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Salir al mundo</span></i><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"> es la primera novela de
Ana Pazos, aunque no su primer libro. Es una novela para jóvenes, a juzgar por
su circulación en el mercado, pero lo mismo podría presentarse como para
adultos. De por sí, las fronteras son borrosas, pero en esta novela lo son todavía
más. Hay un personaje dominante –Elisa— y un tema principal: el camino que
Elisa debe andar de niña a mujer. Es una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bildungsroman</i>
con todas las de la ley: una historia de crecimiento interior. El tratamiento
de muchas escenas tiene lugar dentro de los lineamientos del género juvenil.
Hay aventuras de adolescentes, un primer amor, un casi segundo amor, la
búsqueda de Elisa de sí misma y de su poder personal, el descubrimiento de la
vocación, la rivalidad entre compañeras y entre mujeres, la vulnerabilidad, la identificación
sexual, la atracción por lo prohibido. Sin embargo, la novela echa una mirada a
problemas tradicionalmente asociados con la vida adulta: alcoholismo,
promiscuidad, depresión, divorcio, responsabilidad, desintegración familiar,
manipulación emocional…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por supuesto, semejante complejidad
requiere una extensa nómina de personajes, tarea difícil para alguien que
escribe su primera novela, pero Ana Pazos sale bien librada. Los personajes
están bien dibujados y no se confunden unos con otros ni se pierden de vista.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por otra parte, con tantos elementos
actuando en direcciones diferentes, era preciso encontrar una estructura que
sostuviera todo este peso sin desmoronarse. La autora resolvió el desafío
recurriendo a una técnica coral, de capítulos a veces muy pequeños que permiten
a los múltiples personajes tomar turnos para dar su versión de los hechos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el nivel temático también hay cosas
que me entusiasmaron. La primera de las cuatro que voy a comentar es la
construcción de un personaje que veo cada vez con más frecuencia en la vida
real: la hija que es madre de su madre. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Salir
al mundo</i> explora el stress que esta situación puede generar en una adolescente,
de modo que no nos sorprendemos cuando Elisa tiene ataques de pánico ni cuando
se siente tentada a fumar o a beber alcohol siguiendo un impulso de evasión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">En relación con esto, el segundo tema
que me parece importante destacar es que vi en <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Salir al
mundo</i> un estudio sobre el alcoholismo. Virginia, la madre de Elisa,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>padece esta condición, con todo lo que
implica como contexto. No recuerdo muchas obras en la narrativa mexicana que
hayan abordado el tema con la misma agudeza y empatía, fuera de las de Eusebio
Ruvalcaba y Armando Ramírez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">El tercer eje temático es el de la
orfandad. Hay orfandad en todos los personajes principales de esta novela, de
una manera o de otra, pero la que más duele es la de Virginia, por incurable,
por radical.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por último, me gustó la manera en que
la novela expone el poder del arte como herramienta de sublimación y, quizás,
de sanación. El arte permite a Elisa pasar de un dolor a otro, de una crisis a
otra y, a largo plazo, encontrarle coherencia a la vida. Al final, nos demuestra
que el artista es el único ser capaz de realizar el sueño del alquimista:
convertir la mierda en oro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Si inicié estas notas señalando que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Salir al mundo</i> es una primera novela es
porque me parece extraordinario que una primera novela se sostenga a lo largo
de 362 páginas y que además tenga tantas cualidades.<o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-79475023586557893942023-11-01T11:47:00.003+01:002023-11-01T11:48:43.211+01:00La ventana<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU0HL3Ed4YJ_pEiEyW1X-kwRzx-b0abpgVlx10xFHPl_XTLBpvrv-gLIXTMI6Fa39nHlAP3OazTbcMkeaoA_GjIjUZ079rPwU8Mc7RsFohX18uVnbsx3QrNtYk6oTyPMuj2-c5hgGGGPhcjgqN4ZBpXQCMfGklrh9lyH_nrWUgYV6gin64smh_/s1644/IMG_6406.JPG" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1644" data-original-width="1536" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU0HL3Ed4YJ_pEiEyW1X-kwRzx-b0abpgVlx10xFHPl_XTLBpvrv-gLIXTMI6Fa39nHlAP3OazTbcMkeaoA_GjIjUZ079rPwU8Mc7RsFohX18uVnbsx3QrNtYk6oTyPMuj2-c5hgGGGPhcjgqN4ZBpXQCMfGklrh9lyH_nrWUgYV6gin64smh_/s320/IMG_6406.JPG" width="299" /></a></div><br /><span style="font-size: medium;">Grande, sin vidrios, como las que hay en los conventos antiguos o en los
castillos, así es la ventana. Desde aquí veo una gran parte del cielo y una
pequeña parte de la tierra, veinte metro abajo: el parque de juegos infantiles
donde nadie juega, delimitado por una línea de cipreses y, más allá, dos casas
de paredes blancas. Tal vez no sean casas. Tienen más aspecto de bodegas o
talleres. No sé. No sé dónde estoy ni cómo llegué aquí. Sólo tengo la ventana.
No hay más: ni una silla ni una cama... nada. Ni un mueble. Ni un objeto. Es
sólo la ventana. Y el sonido metálico, frío, de una campana de viento que suena
en algún lado.<o:p></o:p></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo bueno es que en esta
condición no se siente hambre ni sed ni cansancio ni sueño. No me duelen las
piernas de estar parado. Puedo pasar todo el tiempo mirando y creo que eso
hago. No es un sueño, lo sé, pero, si lo fuera, sería lo mismo: despertar del
sueño de la ventana sólo para ponerme a mirar por la ventana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los carcomidos vienen a
veces al parque. Ellos mismos han roto la cerca y ya no hay nada que los
detenga. Vienen en rebaños de quince o veinte, siempre hambrientos. El otro día
vi mi cuerpo corriendo también con ellos. Entonces entendí. Entendí que perdí
mi cuerpo y ya casi nunca sé dónde anda. No sé de sus pasos. No sé de su
hambre. No sé de su dolor. Y mi cuerpo tampoco sabe de mí. Ignora que puedo
verlo cuando viene al parque y se siente libre de hacer sus desmanes. No me
importa. Yo ya no tengo esa responsabilidad. Alguna vez, sí, me identifiqué con
ese montón de huesos y carne putrefacta. Vi el mundo a través de esos ojos
ahora muertos. Con ese cuerpo amé a una mujer: Irene. Ella también anda por
ahí, vagando en alguno de esos rebaños, buscando el olor de los vivos. Quizás
ella también se mira desde alguna ventana, sin más vida que la vida de ver
pasar el mundo. ¿Te miras, Irene? ¿Me miras a mí? ¿Me reconocerías si me ves
pasar?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tuvimos dos hijas,
¿cierto? Natalia y Cristina. ¿Dónde están? Siguen vivas, lo sé. Es decir,
siguen unidas a su cuerpo con ese hilo delgadísimo y fragilísimo que llamamos
“vida”. Y tal vez, cuando les llegue el momento de separarse de él, lo vean
bajar a la tierra cristianamente, escondido en un ataúd, y no vuelvan a saber
de él. No tendrán que pasar la vergüenza que pasamos nosotros. Pero, ¿vergüenza
de qué? ¿Por qué? Yo no soy esa cosa muerta que camina a ciegas y se arrastra
gruñendo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Te acuerdas, Irene, que
cuando empezó la carcoma no lo creíamos? Es que nadie quería creerlo. Decían
que era un invento del gobierno para tenernos controlados. Los menos escépticos
hablaban de un virus que te daba por comer carne contaminada. Había toda clase
de teorías. Tú estabas preocupada por las niñas, pero no por nosotros. Creías
que éramos inmortales, ¿no? Un día vimos a los carcomidos. Por primera vez
contemplamos el horror cara a cara. Eran trabajadores de la compañía minera.
Los vimos avanzar por la calle como si fueran a su jornada, hasta con sus
cascos de lámpara puestos. Pero no traían en la manos ni barretas ni palas ni loncheras.
Traían los dedos en pedazos y, todavía pegada entre las uñas, la carne de quién
sabe qué vecino.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como en un sueño de esos
que persisten sólo en fragmentos, recuerdo el instante de mi transformación.
Primero sentí un tirón muy fuerte, como dicen que se siente cuando se abre el
paracaídas en el aire. Pensé que algo o alguien me había golpeado y volví la
cabeza. Vi una sombra a mi espalda. Una sombra que me hizo sentir frío y miedo
al principio, luego una tristeza muy grande. Dolor. El dolor de que algo era
arrancado de mí. Era yo lo que se arrancaba. Yo, que me iba de mí. De pronto ya
no tenía poder sobre ese ser que era; no podía regresármelo ni detenerlo, no
pude impedirle que fuera a buscar a otros como él ni que empezara a morder y a
desgarrar y a matar. Aparté la vista de eso. Quise mirar al frente y seguir...
estaba aquí, en la ventana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Siempre odié a los vecinos
ruidosos. Ahora pienso: si por lo menos alguien pusiera música: la que fuera,
no importa. Extraño las voces de la vida: las peleas de los vecinos, los gritos
de los borrachos, las motocicletas, los perros... aquí sólo se escucha esa
campana de viento que quién sabe cómo se mueve porque no hay viento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A mi hija Cristina le
gustaba la música. Seguro todavía le gusta. Bueno, a Natalia también le
gustaba, pero para bailar. Cristina, en cambio, tocaba la guitarra. ¿Cómo iba
esa canción que ensayaba todo el tiempo? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿Eres una trampa, eres un regalo?<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Buscaba
en mis tinieblas un camino<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>y
llegaste y me diste un laberinto.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">No sólo los carcomidos se acercan por aquí. A veces pasa un ave o una
palomilla o veo allá abajo una rata saliendo de las bodegas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES-MX" style="font-size: medium; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los árboles están siempre
inquietos, meciéndose sobre sí mismos, como angustiados. Al atardecer empiezan
las sombras a hacer en ellos su nido. El parque va llenándose de sombras. Los
perfiles de las cosas empiezan a confundirse y luego a borrarse hasta que todo
queda oscuro. Entonces levanto la vista y veo que las estrellas han salido.
Oscurece un poquito cada muchísimo tiempo. Casi no se nota, pero es innegable.
La campana de viento vuelve a sonar. Me hiela oírla, pero también me
tranquiliza. De alguna manera sé que cuando deje de sonar, yo dejaré de ser. Me
habré reunido con mi cuerpo y esta conciencia que es lo único que soy habrá
callado.</span></p><br />Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-31860919158510670092023-01-06T10:35:00.005+01:002023-01-06T10:40:20.295+01:00MEMORIA DE LOS ZAPATOS<div><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUxkV8QZsqJGZWQX467CEbei4X8UAxo1SE-ELwA9eUyCzLl5u1e7j-lI0fxUDvDelUnYrCbkjEla126Dnm9Y1ZfqMv8HJLMCp3AQO05ubhbUvkT-CUNpR1Jttp1yK-W8Jv7cL6XP9VWUGOaLGvHaHCh33B71kcpOtDiaY5cSBuaYeJzy7PPg/s696/PPP_image002.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="696" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUxkV8QZsqJGZWQX467CEbei4X8UAxo1SE-ELwA9eUyCzLl5u1e7j-lI0fxUDvDelUnYrCbkjEla126Dnm9Y1ZfqMv8HJLMCp3AQO05ubhbUvkT-CUNpR1Jttp1yK-W8Jv7cL6XP9VWUGOaLGvHaHCh33B71kcpOtDiaY5cSBuaYeJzy7PPg/s320/PPP_image002.jpg" width="320" /></a></div><br />Siempre que ya está cerca el día de Reyes, empiezan a rondarme imágenes de zapatos, recuerdos de zapatos. Será porque de niño dejaba uno junto al árbol de Navidad para que allí amanecieran los juguetes soñados. No sé. Desde que tengo memoria he sentido fascinación por los zapatos. Me gustaban los de tacón alto que tenía mi mamá, aunque casi nunca se los ponía; eran para ocasiones especiales y nosotros no teníamos mucho de eso. Igual me gustaba mirarlos guardados en su caja, tal como ahora me gusta detenerme contemplativamente ante los aparadores de las zapaterías o mirar los anuncios de calzado femenino. Hace como veinte años fui jefe de redacción de la revista <i>Última Moda</i> y me di gusto con las fotos.</span></div><div><span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Aclaro que el calzado para hombre dejó de atraerme. De niño sí me emocionaba. Nunca era yo tan feliz como cuando tenía zapatos nuevos: me los miraba y me los miraba. Mis pies dentro de unos zapatos impecables eran la parte favorita de mi cuerpo. No quería que nada los ensuciara. No me atrevía a salir con ellos a la calle. Tampoco quería que se les hicieran arrugas por el uso, así que trataba de caminar sin flexionar los pies. Recuerdo dos ocasiones en que no quise quitármelos ni para dormir. Mis padres no lograron convencerme de que dormir con los zapatos puestos era muy incómodo. Creo que empecé a perderles el gusto cuando mantenerlos limpios se volvió mi obligación. Mi papá era muy estricto con eso: para él era una cuestión de autoestima, de respeto a uno mismo y a la sociedad. Y sus hermanos habían crecido compartiendo esa idea. No recuerdo haber visto a mis tíos con unos zapatos sucios o sin brillo.</span></div><div><span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Más tarde, cuando descubrí la literatura, vi que yo no era el único que se traía ese asunto y poco a poco, con las lecturas ya de juventud, lo iría confirmando. Así fue mi encuentro con la Cencienta, el gato con botas, los zapatos rojos de Dorothy en <i>El mago de Oz</i>; los zapatos de granito de la reina de los goblins en <i>La princesa y el goblin</i>, de George MacDonald y, por supuesto, Karen, la frívola muchacha del cuento “Los zapatos rojos”, de Hans Christian Andersen, que era una campesina pobre y luego de ser adoptada en una casa rica se envanece tanto de sus zapatos que se vuelve esclava de ellos. Entre mis lecturas de adulto, me viene a la mente la ansiedad de Raskolnikov por limpiar la sangre de sus botas en <i>Crimen y castigo</i> y luego la metáfora social en <i>Tess de los d'Urberville</i>, donde Angel Clare, de camino a la iglesia, debe cargar a Tess a través del lodo para que no se ensucie los zapatos, y tiempo después, siendo ya ella una mujer caída, la familia de él encuentra sus botines sucios y los echa a la basura. Ya en tiempos de mi afición al género policíaco, me dejé fascinar por Vivian, una de las heroínas de <i>El sueño eterno</i>, de Raymond Chandler, quien aparece con unos elegantes zapatos masculinos.</span></div><div><span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Cuando tenía ocho años y estaba en tercer grado de primaria, decidí que ya no quería ir a la escuela. No le veía sentido. Lo dije así a mis padres. Dialogamos seriamente y al final ellos me dijeron que me entendían, pero que si no quería estudiar tendría que trabajar. Mi madre se encargó de buscarme empleo. “Empiezas mañana”, me dijo esa misma tarde. La verdad es que yo hubiera querido unos días para poner en orden mi vida antes de empezar, pero ya estaba hecho. Me pagarían un peso diario, de los pesos de 1971. En efecto, al día siguiente me presenté al que sería mi primer empleo en la vida, en la zapatería de don Toño y doña Bety Chaparro. No recuerdo en qué orden hice todo, pero barrí, trapeé, acomodé cajas de zapatos, las desempolvé, limpié vidrios... me dieron una hora para ir a mi casa a comer y luego seguí hasta la hora de cerrar, cuando recibí mi billete de un peso. Terminé el día muerto de cansancio y, antes de irme a dormir, contemplé mi peso y le dije a mi mamá que lo había pensado bien y la escuela no era tan mala, después de todo. A la mañana siguiente fui a la zapatería sólo a presentar mi renuncia y en la tarde acudí a casa de un compañero de clases a que me pasara los apuntes y la tarea. Nunca supe que mi madre había hablado con la señora Bety para garantizar que tendría yo una inmersión cultural completa en el mundo del trabajo asalariado y la explotación capitalista, tan completa que se convertiría en una lección de vida.</span></div><div><span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Casi siempre, mis padres nos compraban los zapatos en ese negocio, por ser el que nos quedaba más cerca: cruzando la calle. Ocasionalmente íbamos a Pachuca a comprarlos. Y luego, en la otra calle de las dos que se encontraban en la esquina de mi casa, abrieron la zapatería Los Globos, del arquitecto Nacho Martínez. Empezó a gustarnos ir ahí porque claro, como el dueño era arquitecto, el local se veía muy bonito al principio. Luego como que fue viniendo a menos.</span></div><div><span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En fin, por ahí van mis recuerdos de infancia de los zapatos. De los de la edad adulta hablaré otro día, cuando tenga tiempo de organizarlos en mi memoria, pero siempre se me han aparecido cargados de erotismo. Además soy alguien que ha caminado mucho literalmente, tanto en la naturaleza como en las calles de muchas ciudades. Para mí los zapatos son la memoria material de los caminos que uno ha andado.</span></div>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-34452130873883667102023-01-02T13:58:00.002+01:002023-01-02T13:58:25.982+01:00GALLETAS DE COCO<p align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">A mi amiga Sol,
que sabe de estas cosas.</span></i><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht7HQliuZRMRtMi35cqxO2-Stzjyw87BdbktGfqIsFn2FJSnwhFl1qsxNpvETzSn4jsmkURs5moffBisf5kwCDoNbrkz5D-LJfFcV5FKMTQqVLa-E_hqqdH9DOq-Zg73bcfvIJz4aUL6FB4Cshc10SWsQPPtGXtfngXb3D34Aq_o0wY9Hvqg/s696/PPP_image002.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="696" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEht7HQliuZRMRtMi35cqxO2-Stzjyw87BdbktGfqIsFn2FJSnwhFl1qsxNpvETzSn4jsmkURs5moffBisf5kwCDoNbrkz5D-LJfFcV5FKMTQqVLa-E_hqqdH9DOq-Zg73bcfvIJz4aUL6FB4Cshc10SWsQPPtGXtfngXb3D34Aq_o0wY9Hvqg/s320/PPP_image002.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Fue de manera subrepticia, solapada, operación hormiga. Cuando me di
cuenta, el color morado ya me había invadido mi vida como una inundación de
gelatina de uva. Y todo empezó con esta mujer del cabello rizado a la
permanente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fue por mi costumbre de
ponerme a leer los anuncios del tablero en la parada del autobús. Todo el mundo
lo hace. Por eso los pegan ahí: para que uno se entretenga leyéndolos mientras
espera. Éste anunciaba una feria sabatina de comida callejera. Yo no tenía nada
que hacer ese fin de semana y decidí ir.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Era en un terreno baldío
en las afueras de la ciudad. Me costó mucho trabajo llegar a él porque estaba
pasando una zona industrial y por ahí no había calles, sólo corredores cercados
entre bodegas y fábricas. Ni una casa, ni una tienda. Y ni a quién preguntarle
porque, siendo fin de semana, los obreros no trabajaban. Hacía mucho calor y
todo estaba en silencio, como abandonado. Pero bueno, finalmente quién sabe
cómo di con el lugar. Se veía lleno de jóvenes y, aunque se anunciaba como
feria de comida callejera, había más puestos de cerveza que de comida: carpas
con lonas de colores y banderines y, por todas partes, una música como de
carrito de helados.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La mujer del permanente
morado tenía un puesto de galletas de coco pintadas de violeta. Yo me habría
pasado de largo, pero la verdad es que todo estaba carísimo ahí, me moría de
hambre, y esas galletas eran lo menos caro. Le compré una bolsa de media docena
y un refresco. Eran galletas muy raras: sabían a coco y olían a violetas. Y
eran grandes; habría podido llenarme con ellas, pero estaban demasiado dulces y
no pude comerme más de tres. No había otra cosa qué hacer ahí. Me sentí
irritado de haber ido tan lejos para una feria tan miserable. Estaba cansado de
caminar, y mi estómago empezó a gruñir porque las galletas contenían demasiada
grasa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En todas partes había
mesas con bancas donde grupos de jóvenes bebían cerveza. Olía a mariguana.
Algunas muchachas, quizá por el efecto de todo eso, se quitaban la ropa
trepadas en las mesas, al ritmo de esa música infantil de carrito de helados.
Me senté en una llanta de camión a mirarlas y a tratar de terminarme mis
galletas y mi refresco. Pasé así tal vez dos horas, tal vez más. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Para la puesta de sol,
todos van a estar bailando desnudos —dijo una voz a mis espaldas. Era la mujer
del permanente morado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Le sonreí nada más.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿A ti no te gusta bailar?
—me preguntó.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No sé cómo se baila esa
música.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Como quieras. Yo ya me
voy.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y las galletas? Están
muy buenas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ya las vendí todas y no
tengo masa para hacer más.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ciertamente, se había
quitado el mandil blanco. Traía un vestido amarillo con flores verdes, que
dejaba ver los tirantes del brasier lila. Zapatos morados, mochila morada. Del
cierre de la mochila colgaba un pingüino de peluche.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La vi caminar hacia la
salida y, sólo cuando ya estaba por perderla de vista, se me prendió el foco y
corrí a alcanzarla.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Oye, ¿vas para la ciudad?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Sí. ¿Tú también?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Sí. ¿Puedo irme contigo?
Es que cuando venía para acá me perdí y acabé caminando un montón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—La parada del autobús
está aquí cerca.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Me he de haber bajado
antes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vamos, pues —me dijo, y
se tomó de mi brazo como lo hacían las novias en los tiempos de mi abuela.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el camino empezamos a
platicar y luego, en lugar de tomar el autobús, fuimos a dar un paseo por la
zona industrial. Nos reímos cuando nos asustó un perro, nos dejamos maravillar
por la belleza de una estructura oxidada y, ya que empezó a oscurecer, consideramos
la posibilidad de volver a la feria y unirnos a la borrachera de los
jóvenes.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Los pájaros terminaban su día
de trabajo y empezaban a volver a los pocos árboles que había.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Antes había urracas por
aquí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Urracas? No recuerdo
haber visto ninguna.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Porque ya no hay. Se
fueron cuando llegaron las fábricas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No dije nada más. No supe
qué decir.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Crecí por aquí cerca
—continuó ella—. Todo esto lo recorrí miles de veces en bicicleta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Tenías una bicicleta? Ya
sé de qué color era —bromeé.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El cielo se había puesto
amoratado, índigo. Me perdí contemplándolo y, cuando volví en mí, ya estábamos
en su casa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Muchas personas dicen que
su vida es color de rosa, otras la ven gris. La mía se había vuelto violeta.<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me fui a vivir con ella, a
su casa de paredes moradas, llena de cosas moradas. Y aprendí a hacer galletas
que sabían a coco y olían a violeta. Me acostumbré a ir de feria en feria y a
hacer el amor en el puesto ya cerrado, mientras afuera la noche se embriagaba
de juventud. Eso fue fácil. Lo difícil fue enfrentar el miedo de estar
volviéndome loco, cuando empecé a ver manchas moradas cada vez que cerraba mis
ojos. Porque luego esas manchas crecieron, escaparon por entre mis párpados y
corrieron por mis mejillas como si llorara violetas: un llanto copioso,
imparable, que inundó todo mi mundo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Lo único que me calma es
estar en la cama con ella, tenerla dormida en mis brazos y aspirar el olor a
shampú de uva de su pelo rizado.</span><span lang="ES-MX" style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-10766514734553083602022-10-28T11:56:00.002+02:002022-10-28T11:56:37.229+02:00La balada de Mirtila<p><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: medium;"><br />Por no lavarse las manos</span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">como bien se le advirtió,<o:p></o:p></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2ajHOiBtwgFZESAe8Z1DzWwrsmTSPm09J-tAg7SPt5VCNCtMPk1WcDNDnGVZSo2jAz7EPjTtn1Gu702QuWmIDpjMf7ECWw9yJ7mo4otS2R9CAMX-e52g2QgyVG0BwaERcdqgTsbovXxQ_PO3jTkNnmq9vhwfD-t2jbGQFfximMmNbS_j2gA/s737/Tapeworm001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="737" data-original-width="724" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2ajHOiBtwgFZESAe8Z1DzWwrsmTSPm09J-tAg7SPt5VCNCtMPk1WcDNDnGVZSo2jAz7EPjTtn1Gu702QuWmIDpjMf7ECWw9yJ7mo4otS2R9CAMX-e52g2QgyVG0BwaERcdqgTsbovXxQ_PO3jTkNnmq9vhwfD-t2jbGQFfximMmNbS_j2gA/s320/Tapeworm001.jpg" width="314" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mirtila comió algo sucio<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y de la panza enfermó.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Sentía retortijones<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y una gran inflamación.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Le dieron té de canela,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">toda clase de infusión.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Su madre estaba angustiada,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">igual su padre y su abuela.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">La llevaron a consulta<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y pudo faltar a la escuela.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">“Tienes una solitaria”,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">fue lo que dijo el doctor.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">“¿Eso es una enfermedad?”,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">preguntó ella con horror.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">“No, no es una enfermedad,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">es nada más un bichito<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">que ha hecho su casa ahí.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Lo traes en tu estomaguito.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mas no te asustes, pequeña.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Llevará tiempo echarlo,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">pero esta gran medicina<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">bastará para sacarlo”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Con esta extraña noticia<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">volvió Mirtila a su casa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mil cosas iba pensando<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">de la criatura en su panza.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Una tira color fresa,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mirtila la imaginaba.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Con sus manos y sus dedos,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">planita, blandita y larga.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">La solitaria dormía<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">en su planeta hecho de carne.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mas a veces despertaba<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">o la despertaba el hambre.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Lo que Mirtila comía,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">todo llegaba a esa boca:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">pasteles y golosinas,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">carne, verduras y sopa.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">A veces, si estaba llena,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">con sus minúsculos ojos<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">se ponía a ver su casa,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">su mundo de tonos rojos.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">No sabía que era un bicho,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">menos un padecimiento.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Creía ser un bebé<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">esperando el nacimiento.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Pobre, ilusa solitaria:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">pensaba que tendría cuna,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">biberones y juguetes,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y que en las noches de luna<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">la arrullarían con canciones.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Que crecería grandota,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">la llevarían a excursiones<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y vestiría a la moda.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Y Mirtila, fantasiosa,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">empezó a tener la idea<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">de que estaba embarazada<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y no de una criatura fea,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">sino de una bebecita<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">que gestaba en su barriga.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">A su tiempo nacería:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">hija, juguete y amiga.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Y aquí viene lo más triste<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">de esta historia verdadera:<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">gracias a las medicinas<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">y a su madre y a su abuela,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">muerta nació la bebé.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mirtila no pudo verla.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">El médico la guardó<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">en beneficio de la ciencia.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p><span style="font-size: medium;"> </span></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">Mirtila volvió a estar bien,<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">mas siempre recordaría<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">con una extraña nostalgia<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-line-height-alt: 0pt; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="font-size: medium;">la huésped que tuvo un día.</span></span><span lang="EN-US"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-77042785917269873062021-11-26T11:39:00.008+01:002021-11-26T18:59:23.402+01:00BATALLAS CELESTIALES<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9KSB11tvJF8tbbX4uKmky09pMgSMiCiXDYPJ55jvwsGsrquK2gig-jj6FsYgXLU0lhnCHVzv5R6HyccoDSbmseu45upYHhstO-eK9hym7EK0QexHNhvMskeQWuMOLaOR9gWkU/s696/PPP_image002.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="696" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9KSB11tvJF8tbbX4uKmky09pMgSMiCiXDYPJ55jvwsGsrquK2gig-jj6FsYgXLU0lhnCHVzv5R6HyccoDSbmseu45upYHhstO-eK9hym7EK0QexHNhvMskeQWuMOLaOR9gWkU/s320/PPP_image002.jpg" width="320" /></a></div><br /><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 14pt; text-align: justify;">Cuando era yo
niño, en los años sesenta del siglo pasado, Ixmiquilpan era un pueblo chico,
todavía fiel a sus tradiciones. La más importante de ellas era un secreto
celosamente guardado por los ixmiquilpenses y tenía que ver con las
celebraciones en honor de San Miguel Arcángel, cada 29 de septiembre. Para
quien no lo sepa, el general de los ejércitos celestiales, azote del Diablo,
defensor de las naciones fieles y guardián de la llama azul es el santo patrono
de Ixmiquilpan. Nuestra iglesia principal —ese austero edificio colonial,
mezcla de convento y fortaleza— se encuentra dedicado a él. Si las puertas
están abiertas, al pasar por el exterior puede uno verlo, allá al fondo,
presidiendo el altar mayor, con su uniforme de legionario romano y su gladio en
alto en señal de victoria.</span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Durante todo el año nos preparábamos
para la gran fiesta, haciendo acopio de unos cohetes muy especiales que no
venían de China, como los demás, sino que eran fabricados por nuestros artesanos
pirotecnistas, siguiendo una fórmula ancestral y bajo el más estricto voto de
secreto. Estos cohetes eran de dos colores, blancos y rojos, y cada habitante
del pueblo —niños incluidos— debía elegir uno de los dos y reunir tantos de
éstos como alcanzara su presupuesto. Parte del plan era que siempre habría más
blancos que rojos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Algunas personas se preguntarán cómo es
que un pueblo tan descuidado, tan saqueado, tan interesado sólo en el comercio
y nunca en la cultura ha podido producir una abundante y decorosa nómina de
artistas visuales, hombres y mujeres de letras, músicos y artistas escénicos.
Yo creo que la respuesta se encuentra en esa centenaria tradición. Estoy seguro
de que nada tiene tanto poder para fecundar la imaginación como el espectáculo
de la noche de San Miguel Arcángel.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A riesgo de ser linchado por mis
paisanos —que mucho saben de linchamientos— por revelar un secreto más grave
que el de una infidelidad, un incesto, una enfermedad vergonzosa o un crimen
inconfesable, voy a ser el primer ixmiquilpense de la historia que cuente lo
que hacíamos. Antes de juzgarme, sepan que, si aún viviera esa hermosa
tradición, mi boca estaría sellada. Pero, puesto que los teléfonos celulares
acabaron con ella, me atrevo a romper el silencio. ¿Que qué culpa tienen aquí
los celulares? Pues el asunto es que, como ya dije, la celebración era secreta,
tan secreta que nadie se atrevió jamás a tomar una foto ni a hacer un video ni
a contarle nada a ningún periódico. Si llegaba a suceder que el día de la fiesta
hubiera fuereños de visita, alguien se encargaba de emborracharlos para que no
vieran nada. Pero ahora es demasiado fácil tomar fotos o incluso transmitir en
vivo, y ya no nos sentimos seguros: el traidor podría estar en cualquier lugar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En fin, para el amanecer del 29 de
septiembre, ya todo el mundo sabía de qué lugar iba a quedar, según el color de
cohetes que había almacenado: de un lado estarían los blancos y de otro los
rojos. Desde el mediodía ya no había nadie en las calles, ninguna tienda estaba
abierta, ningún médico respondía llamadas de emergencia. Hasta los policías se
iban tranquilos a la celebración, sabiendo que ese día nadie tendría tiempo
para infringir la ley. Ixmiquilpan era un pueblo fantasma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al filo de la medianoche, con toda luz
eléctrica apagada, daba inicio la gran batalla. Al estallar en el cielo, los
cohetes formaban los ejércitos. Entre los relámpagos de pirotecnia de la ira
divina, San Miguel Arcángel aparecía en el oriente, deslumbrante en su uniforme
de legionario, blandiendo contra la noche la llama incendiaria de su espada.
Detrás de él, su ejército comenzaba a formarse (cada cohete blanco era un
soldado para él): las cohortes y las centurias que se mantuvieron fieles al
Poder del Cielo. Siguiendo la formación en triple línea, la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">triplex acies</i>, aparecían primero los
arqueros, que mantendrían fuego de cobertura mientras las tropas de vanguardia
lanzaban el primer ataque: una lluvia de luces blancas en el cielo nocturno.
Delante de ellos y más espectacular aún, se formaría la infantería pesada con
sus enormes escudos y sus armas cortas y largas. Al frente, los vélites
celestiales esperando la orden de arrojar sus jabalinas. Hasta donde los
mortales estábamos operando los cohetes, en el pobre planeta Tierra, en nuestro
insignificante asentamiento, llegaban los olores de la guerra: el del hierro y
el del cuero, el del sudor y el de la adrenalina de los nerviosos ángeles. Era
un momento tan emocionante que los niños pequeños se ponían a gritar y las
señoras se estrujaban las manos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En el campamento enemigo, cada cohete
rojo formaba un soldado: los ángeles rebeldes que prefirieron dar su lealtad al
orgullo y a la soberbia. De ninguna manera era una visión menos fastuosa que la
otra. Al frente, por supuesto, aparecía Lucifer, el Príncipe de las Tinieblas,
el portador de la luz, en toda su escalofriante majestad, envuelto en un halo
verdeamarillo de azufre y fuego telúrico, con sus negros bucles ondeando como
banderas de muerte y su mirada de tigre, enseñando los dientes y lamiéndose los
labios, con esa lujuria por la sangre enemiga que distingue a los nacidos para
el combate. Detrás de él, el tenebroso esplendor de Lilith, la Luna Negra, la
reina de los Qliphoth, lanzando escupitajos de odio; en su opulenta cabellera,
enredados como trofeos de guerra, tintineaban los corazones de todos los
hombres mortales que perdieron su alma por pasión de mujer. Venían luego los
otros jefes de las tribus infernales: Samael, Príncipe de los Íncubos, y
Moloch, Dagon, Belial, Beelzebú y los Yetzer Hara... y con ellos las legiones
de las jerarquías inferiores, todos en un frente compacto y caótico, en
contraste con la ordenada formación de los soldados celestiales. No lucían
uniformes, pero era fácil distinguirlos porque se vestían con pieles de animales
a la manera de los bárbaros y blandían hachas, martillos y sables curvos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Generalmente, las huestes infernales
eran las primera en atacar. Se lanzaban contra su odiado enemigo entre gritos
salvajes. El choque era tan brutal que el cielo parecía arder como si toda
Ixmiquilpan se estuviera incendiando. Y así duraba hasta cerca del amanecer,
cuando las últimas luces de las hordas bárbaras, como las últimas estrellas de
la noche, se disolvían en la inminencia del alba. No podía ser de otra manera.
La producción anual de cohetes estaba infaliblemente calculada para este
desenlace. Fue de ahí que nació mi plan: la que sería la travesura más grande
de mi vida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Empecé a esconder algunas docenas de
cohetes rojos, que luego serían cientos. Si de todas maneras los rudos iban a
perder, qué más daba que perdieran con más o con menos ventaja. Su tiempo
llegaría cuando mi acopio fuera suficiente para determinar la diferencia.
Pasaba horas imaginando el espectáculo e incluso preparé la música que tocaría
en altavoces mientras duraba la batalla: comenzaría con la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Obertura 1812</i>, de Tchaikovsy y culminaría gloriosamente con la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Götterdämmerung</i>, de Wagner. Me sudaban
las manos de emoción soñando con ese día, aunque estaba consciente de que
después de eso debería huir del pueblo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ese día no llegó. Mi sueño no se vio
realizado porque, debido a las circunstancias que ya expliqué, nuestra
tradición murió; ya no hubo más celebraciones del 29 de septiembre. “Dios hace
las cosas por algo”, decía mi abuelita. Y sí, probablemente, si hubiera llevado
a cabo mi plan, los ixmiquilpenses me habrían quemado vivo por hereje y jamás
habría escrito este testimonio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No hay fotos, no hay videos de aquellas
fiestas. Creo que, hasta ahora, el único documento al respecto es el que el
lector tiene en sus manos en este momento. Tal vez mi ejemplo anime a otros
paisanos míos a compartir sus recuerdos. Pero me temo que el voto de secreto,
con el peso de todo tabú ancestral, se imponga como se ha impuesto siempre.
Hagan la prueba si tienen algún amigo ixmiquilpense. Pregúntenle si es verdad
esta historia. Verán que les dice: “Por supuesto que no. Ese Agustín Cadena se
ha vuelto loco con sus propias fantasías”.</span><span lang="EN-US" style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-11340582784401085772021-11-15T12:13:00.002+01:002021-11-15T12:13:12.451+01:00El amante vagabundo<p><span style="font-size: medium;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibAU8t-z7uvvTctd3JsTu09c0v9dt1zrEoKtZ7n9ULcqYQ2iguM-anv4ppuICE6YIR12xBF5rlTKb9C71kXtv0TdaOeqiKsHZ4FlDrWqCB24_Q-7ygW8-koAH8YKxv2ojofpMy/s696/PPP_image002.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="696" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibAU8t-z7uvvTctd3JsTu09c0v9dt1zrEoKtZ7n9ULcqYQ2iguM-anv4ppuICE6YIR12xBF5rlTKb9C71kXtv0TdaOeqiKsHZ4FlDrWqCB24_Q-7ygW8-koAH8YKxv2ojofpMy/s320/PPP_image002.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-size: medium;"><br /> Desde niño había sido Hyosuke diferente a los demás. No soñaba con ser un gran espadachín ni un monje venerable ni un comerciante rico. No le atraían las armas ni los delicados instrumentos de la caligrafía. No le atraía tampoco la vida que llevarían los marineros en las naves que veía pasar desde la playa de Sumiyoshi.</span><p></p><p><span style="font-size: medium;"> Hyosuke recibió su vocación una tarde, cuando veía pelear en la calle a dos guerreros profesionales. Eran los últimos años de aquel período, aunque la gente no lo sabía, y muchas cosas de la vida antigua iban desapareciendo. Una de ellas era el gran arte de la guerra. Las escuelas de práctica marcial cerraban una por una y cada vez se veían menos espadachines. Por eso, cuando dos de ellos se enfrentaban en un combate espontáneo, la exhibición de poder que hacían era un espectáculo digno de verse. Hombres, mujeres, niños y ancianos formaban una multitud alrededor de ellos. Y hasta los hombres de la guardia imperial, que debían evitar las peleas, guardaban silencio y descansaban las armas disponiéndose a presenciar la lucha.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Aquella tarde, se habían batido en ese barrio de la ciudad donde Hyosuke vivía dos viejos enemigos jurados. Se sabía que, cuando se encontraran, cada uno haría lo posible por destruir al otro. Y la gente —sobre todo los niños— llevaba mucho tiempo fantaseando con ese día: que si éste dominaba mejor el estilo tal, que si el otro aventajaba a aquél en fuerza física. El encuentro fue como se esperaba: cada guerrero llevaba espada larga y espada corta, a la manera prescrita en <i>El libro de los cinco anillos</i>. Hyosuke tenía todavía trece años de edad y le faltaba estatura. Así que a cada rato sucedía que alguien parado delante de él le impidiese ver las acciones. Acabó por desesperarse: de todos modos, las artes marciales no eran cosa que le importara mucho. Levantó la vista hacia las ventanas altas de las casas, que también se hallaban llenas de mirones. Observó a la gente que miraba desde arriba y luego a la que estaba abajo abriéndose paso a empujones para ver mejor. Y lo que vio fue el principio del descubrimiento de su <i>do</i>, de su camino. Algunas mujeres se habían ruborizado con el calor de la lucha, y no era por ninguno de esos motivos que hacen ruborizarse a las vírgenes: estaban excitadas. Uno de los dos espadachines parecía excitarlas más que el otro, a uno seguían los ojos femeninos más que al otro. Hyosuke comprendió que éste saldría vivo. De una manera irracional, que tardaría largos años en explicarse, comprendió lo que sucedía en ese instante. A esos dos hombres los separaba algo mucho más débil de lo que los unía. Los unía la fuerza con que se lanzaban uno contra el otro; los unían sus gritos, sus jadeos, el instinto que dirigía los movimientos de su cuerpo. Pero en uno de los dos esto estaba más vivo y eso era lo que hacía subir el color al rostro de las mujeres. El olor que despedía la piel de ese hombre llenaba la calle. Y en algún momento, él, efectivamente, abrió el cuerpo del otro desde la nariz hasta la cintura. La guardia imperial no intentó detenerlo. Su aroma se quedó un rato más en la calle, hasta que la gente volvió a sus ocupaciones y el olor del arroz y los pescados fritos recuperó su sitio en la noche que empezaba.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Hyosuke no pudo dormir. La excitación que percibió en las mujeres del barrio lo había excitado a su vez. Aunque era muy joven, ya había estado una vez con una mujer; sabía lo que era esa fuerza y le tenía más miedo que a una espada. Esa fuerza decidió la victoria en el combate de la tarde; esa fuerza, por faltarle al otro, lo venció. Y a él mismo lo había vencido cuando la sintió en las mujeres, especialmente en una muy bella, perfecta en la inmovilidad de su excitación.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Cuando se rindió al sueño, Hyosuke estaba decidido: llegaría a dominar ese poder, se haría estudiante del arte del amor y, ya que para eso no había escuelas ni estilos de fama, él solo buscaría a las maestras necesarias y se impondría su propia disciplina según su instinto. Sería un amante vagabundo, un <i>rônin </i>del amor.</span></p><p><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">***</span></p><p><span style="font-size: medium;">Hyosuke conoció a Kyouko en el año cuarenta de su <i>do</i>. Tenía cincuenta y tres años y había recorrido el Japón de acuerdo con su designio: estudiando, perfeccionándose, dando forma a un estilo de arte amatorio que llevaba su nombre: el estilo Hyosuke. Muy temprano había comprendido que para no ser derrotado por la fuerza del aroma —como desde el inicio de su estudio la llamaba— debía dominar a su amante. Y para llegar a dominarla debía dominarse primero a sí mismo. Tal como los artistas marciales, con quienes tenía tanto en común, empezó por conocer sus sensaciones y el camino que estas sensaciones seguían en su cuerpo. Aprendió a disociarlas de los elementos que normalmente las determinaban, a convertirlas en fuerza, no en distracción, y a alimentarlas con esa misma fuerza imprimiéndoles un poderoso movimiento interno. Su deseo de aprender lo llevó a todas las camas que estuvieron a su alcance, primero indiscriminadamente. Consoló innumerables viudas, hizo sangrar a tantas vírgenes como flores de cerezo traía la primavera a su provincia. Pero donde más aprendió fue en las casas de té, en los lechos indignamente perfumados de las zonas autorizadas. En una de éstas, hacía casi veinte años, conoció a Kumiko, la única mujer de todas las que tuvo cuyo nombre le interesaba recordar. Kumiko era la mujer más cara de la más cara de las casas de geishas. Y era una artista que entregaba su cuerpo con el preciosismo de un calígrafo: todo en su arte amoroso era armonía, levedad, fuerza, dominio interno. Hyosuke había sido derrotado por ella tres noches seguidas; durante tres noches, el calor de esa hermosa mujer lo agotó sin que él lograra apagarlo; dentro de sí lo envolvió irremediablemente. Al llegar al orgasmo, el sexo de Kumiko se contraía en apretones que habrían cascado una nuez o convertido en jugo una manzana, y Hyosuke no podía hacer más que seguirla, precipitarse de la mano de ella en el hondo estanque del placer y ahogarse en él. Nunca una derrota le pareció tan dulce como esas tres.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Pero Kumiko era una geisha cara y, después de la tercera derrota, Hyosuke vio que sólo podría pagarle una noche más. Así que durante todo el día estuvo pensando: no hallaba la manera de vencerla. Ella lo dominaba inevitablemente y lo peor era que él encontraba placer en esta superioridad suya. Como en la tarde que marcó el inicio de su camino, Hyosuke recibió en la calle la iluminación que necesitaba. Dos hombres se hallaban peleando sin armas. No eran artistas marciales pero se notaba que habían recibido cierta instrucción. Los dos cuerpos, jóvenes y ágiles, se alejaban y se acercaban y cada vez que se acercaban parecían más débiles. Uno y otro perdían fuerza. “Al final ninguno de los dos habrá ganado, aunque uno se declare vencido”, pensó Hyosuke. “Es porque no logran fundirse uno con el otro, como los buenos espadachines.” Siguió observándolos, con los ojos entrecerrados. Eran dos siluetas separadas, aisladas. “Se odian demasiado”, concluyó el vagabundo. “Cada uno ve al otro como un otro al que hay que poseer a fin de destruirlo. Han convertido su lucha en un asunto personal y por eso ninguno de los dos puede vencerse a sí mismo y así vencer al otro.” Y entonces comprendió lo que pasaba entre él y Kumiko. “Me estoy enamorando de ella”. La veía como un otro a quien deseaba poseer y que además era irremplazable; había convertido el combate amoroso en un asunto personal. “No está bien que un amante experto se enamore”, decidió. “Debo disciplinarme más.”</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Hyosuke se retiró a las montañas y permaneció en ellas muchos días, viviendo de manera elemental a fin de templar en la aspereza esa espada que era su cuerpo entero. Dejó que el fuego encendido por la mujer recorriera sus venas con toda la turbulencia que llevaba, y cada vez salió a su encuentro y se dejó arder hasta que ya no fue necesario luchar más. Él y su ardor por Kumiko eran uno. Ninguno se encontraba por encima del otro ni vivía a expensas de él. Hyosuke era su deseo y su deseo era él. Ni el más fino cabello de mujer habría podido pasar entre ellos.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Cuando finalmente descendió y volvió a la casa de geishas, Kumiko vio su falo convertido en un hermoso talismán de placer. El deseo se había sublimado en fuerza, y la fuerza permanecía en su centro. La luz que ahora irradiaban los ojos de Hyosuke ya no era ese fulgor agonizante del hombre enamorado: Hyosuke era dueño de sí.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> El encuentro entre esos dos grandes amantes fue como el combate de dos samuráis: una danza sagrada, un canto a dúo de los cuerpos. Por un largo rato, parecieron arrastrados a un estado de semiinconsciencia. Cuando volvieron a la realidad estaban juntos e igualmente victoriosos, tirados en un lecho húmedo y lleno de luz y de fragancia, acompañados por dos muchachas que tocaban el chamisén sin dejar de sonreír mientras los observaban.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Hyosuke pensó que había llegado a la perfección en el arte de la cópula, que durante tantos años había estudiado. Cerró los ojos y durmió y soñó con una pagoda en cuyo interior habitaban muchachas de nieve que al ser penetradas por él se volvían de cristal.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Cuando despertó, Kumiko aún se hallaba desnuda pero ya tenía en la mano una taza de té.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> —¿Has estado con una concubina imperial? —le preguntó sonriendo, maliciosamente.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Hyosuke comprendió: no sabía nada, no había probado nada estando con Kumiko. No había demasiado honor en lo que acababa de hacer. Pero, ¿dónde encontraría una concubina imperial? ¿Cómo llegaría hasta ella en caso de encontrarla?</span></p><p><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">***</span></p><p><span style="font-size: medium;">Ciertamente, Hyosuke conoció a Kyouko en el año cuarenta de su <i>do</i>. En ese entonces el viejo mundo estaba agonizando. Había pasado el tiempo de los daimyos y los poetas de la espada. Las calles de las ciudades japonesas ofrecían un lamentable aire moderno y ya no se veía transitar por ellas a ningún hombre con sus dos espadas cruzadas a la espalda. Los barrios autorizados bullían de extranjeros y, a fin de satisfacer la demanda, se permitía que cualquier muchacha hiciese los oficios de una geisha. Pero no conocían el arte ni poseían un alma suficientemente delicada para comprender la belleza de su oficio. Y a los hombres de ahora lo mismo les daba. Todo cuanto había formado el mundo de la infancia de Hyosuke estaba deshecho. Las últimas tradiciones imperiales degeneraban en meras formas institucionales. El incendio del mundo antiguo abarcaba todo. Una cascada de lava negra humeaba al fondo del camino por donde Hyosuke iba, dando nacimiento a un río muerto, a una corriente deletérea cuyo rumor se arrastraba como un convulso lamento de cenizas.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> En ese triste tiempo conoció Hyosuke a Kyouko, la última de las concubinas imperiales, unas horas antes de que ella se suicidara. Al principio, la mujer no quiso recibirlo: creyó que se trataba de un sacerdote mendicante. Pero se sentía demasiado desolada como para insistir en el rechazo. Y además el visitante supo convencerla.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> —Soy un viejo hombre de placer —le dijo—. Tal vez el último con quien podrías bailar la danza sagrada.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Ella lo miró de arriba abajo y sintió en su cuerpo que era verdad lo que decía. Su rostro seguía inmóvil cuando comenzó a deshacer su kimono. En su cuerpo de nieve, vio Hyosuke que ella también había envejecido. Su piel guardaba una enorme sabiduría, y Hyosuke se sintió conmovido por el honor de que esta mujer lo hacía objeto. Quiso decírselo, pero comprendió que no podía haber palabras entre ellos. La única manera de honrarla y de honrar todo eso que ella representaba era ofrecerle un encuentro impecable. De pronto, Hyosuke sintió que no importaba si al final se sentía vencido o vencedor. La dignidad de Kyouko se levantaba por encima de eso. Su vida había sido dedicada a la construcción de una torre que hoy estaba a punto de derrumbarse. Y, de alguna manera, él deseaba este derrumbe: sería su liberación. El crepitar de la seda al abandonar el cuerpo de Kyouko se lo había hecho claro. Su destino llegaba a la completa realización.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Las llamas que convertirían en espíritu inmortal el mundo antiguo alcanzaban ya a reflejarse, doradas, en el lecho de la concubina. Fuera del pabellón, pequeños islotes donde no habría cabido más de una docena de hombres hacinados flotaban a la deriva en el lago de lumbre.</span></p><p><span style="font-size: medium;"> Kyouko rompió su cuerpo de cristal, dichosa, después de copular por última vez. Hyosuke nunca supo esto. Tampoco a él le interesaba sobrevivir.</span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-24244679650403643002021-11-13T10:44:00.000+01:002021-11-13T10:44:36.428+01:00MARIPOSA DE OBSIDIANA<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPcFOyHe-DB9XIeM7DgEtUl_c5_KY0fSb8NuE-qXiHatju91uZtsbtcTb3dOp4oJxSFcSeDHXOZLZi6cgyVqK1afBXtTjDay4KSw-yij1-D7xEnV_AuDgFEgoXpNNR4jm0LbJC/s696/PPP_image002.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="696" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPcFOyHe-DB9XIeM7DgEtUl_c5_KY0fSb8NuE-qXiHatju91uZtsbtcTb3dOp4oJxSFcSeDHXOZLZi6cgyVqK1afBXtTjDay4KSw-yij1-D7xEnV_AuDgFEgoXpNNR4jm0LbJC/s320/PPP_image002.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 14pt;">Cuando alguno
de los guardias abría la puerta del calabozo, entraba el ruido de fuera: el
pesado estruendo de las rejas que se movían sobre sus goznes, el sonido también
metálico de las armas de los soldados, las voces que daban órdenes o soltaban
maldiciones, los gritos de los prisioneros que los torturadores llevaban
apenas, a rastras, a las cámaras de interrogatorio — los “confesionarios”,
decían los guardias—. Esas cámaras debían de estar lejos, quizás en otro piso
del palacio —calculaba la bruja— porque los gritos del martirio no alcanzaban a
oírse hasta donde estaba ella. Sabía de su existencia porque todo el mundo lo
sabía en la Nueva España. Y porque el fraile que venía a tratar de sacarle la
confesión de sus blasfemias trataba de asustarla con eso. “A nadie va a
importarle que aún no tengas cumplidos los quince años —le decía—: te van a
tratar como a cualquier otra adoradora del Diablo”.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero cuando la pesada puerta estaba
cerrada, casi no entraban los ruidos. Su calabozo se hallaba dividido en dos
con un muro que llegaba casi de lado a lado, dejando sólo una abertura al
final, al fondo, asegurada con una reja. Así que de un lado estaba ella y del
otro un pasillo que terminaba en la puerta. Por eso no la alcanzaban los
ruidos. No entraba nada hasta allá. La luz no llegaba nunca: era regla de la
Santa Inquisición que los reos acusados de crímenes contra la fe, puesto que
despreciaban la luz de la Gracia, se mantendrían confinados en la oscuridad, en
estos calabozos diseñados para las sombras. Por eso no había ni una rendija a
modo de ventana. De haberla, habría sido posible saber si era de día o de
noche, ver el cielo, un poco de la ciudad: la plaza de Santo Domingo, donde
quemaban vivos a los herejes y a las brujas como ella. Y sin embargo era una
plaza bonita, hasta donde pudo mirarla. También le pareció bonito el edificio
donde estaba ahora: la Cárcel de la Perpetua. Lo vio desde el extremo de la
plaza, cuando la venían arreando encadenada de los pies y atada de las manos,
sin saber que era precisamente aquí adonde venía. No conocía la ciudad hasta
que la trajeron y le hubiera gustado ver un poco más de ella. Parecía tan
grande, tan llena de palacios y casas ricas...<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Algo de eso se podría mirar si hubiera ventana. Pero no la había.
Prácticamente no llegaba hasta ahí nada que estimulara los sentidos comunes: ni
sonidos, ni luz... sabores, si acaso una vez al día: pura inmundicia que ni un
perro de casa querría comerse. A la mejor los de la calle, sí. Olores... con
los de adentro era suficiente. Aunque la bruja ya se había acostumbrado al de
su propia mierda. En los calabozos del Santo Oficio no había letrinas; lo único
que había era un rincón con tierra suelta, tal vez para que el prisionero
tapara sus deposiciones como si fuera gato. “¿Cómo estarán mis pobres gatos,
mis <i style="mso-bidi-font-style: normal;">miztlis</i>?”, se preguntaba la
bruja. “Espero que no me los hayan matado”. Pensando en ellos, venían a su
mente recuerdos de su casa, de su pueblo, de todo lo que había quedado en esa
vida a la que fue arrebatada por la mano implacable del Santo Oficio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">***<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Creció en un
islote del pueblo de Xochimilco, entre ahuejotes, hierbas medicinales, flores y
ajolotes, criada por una buena mujer que dijo haberla encontrado en uno de los
canales, flotando en un huacal. “No quise ir a dejarte a la iglesia —le dijo—
porque te habrían quemado viva aunque fueras una criaturita”. Con el tiempo, le
explicaría por qué: nació con un tercer párpado, como el de los gatos, y ésa
era la marca de las “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">tlahuipochi</i>”:
las mariposas murciélago. Quien hubiera sido su madre natural, seguramente por
eso mismo la abandonó a la misericordia de los canales: para que la Santa
Inquisición no la agarrara también contra ella por haber dado a luz una hija de
Satanás.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por lo pronto, aquella buena señora
—yerbera para más señas y de nombre Austreberta Talamantes— la adoptó como suya
y le dio un nombre en el idioma de su pueblo: Itzti. Luego, para que no
tuvieran nada de qué acusarlas, la llevó a bautizar con un nombre cristiano.
Itzti quería decir “obsidiana”; le dejó las dos últimas sílabas y la llamó
Diana. Diana Talamantes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>También le enseñó a hablar en las dos
lenguas y la instruyó en su oficio, para que le ayudara. Ella ya estaba vieja y
se cansaba de caminar, cuantimás de remar. Le enseñó a Itzti <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">a buscar más
allá de los canales las plantas que no podían cultivar en su chinampa. Le
regaló todos su secretos, que eran muchos. Por eso ese señor, Diego Pimentel,
la molestaba tanto. Llegaba sin más a su jacal y la amenazaba delante de la
niña, de la pequeña obsidiana. “Te voy a acusar de bruja con el Santo Oficio”,
tronaba su voz desde el marco de la puerta. “¿Quién es?”, le preguntó Itzti una
vez a Austreberta. “Es un hombre que se dedica a las artes ocultas”, respondió
la yerbera, pero nunca quiso explicar bien qué significaba eso. Lo que Itzti
entendió fue que el hombre quería saber todo lo que ellas sabían, para usarlo
para mal, y que de por sí hacía cosas por las cuales podía ser quemado en la
hoguera, sólo que las hacía en secreto, en su casa, y nadie lo sabía excepto
Austreberta. A los ojos de la demás gente, era un prestamista honesto,
respetable y buen cristiano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Para cuando la señora recostó su cabeza
en la trajinera de sombra que la llevaría al Mictlán, Itzti ya tenía doce años y
sabía lo necesario para seguir por su cuenta. Sabía curar muchas enfermedades,
conocía hierbas para vivir y hierbas para morir; sabía usarlas para limpiar la
sombra o para limpiar el cuerpo; para secar en el vientre la semilla del hombre
o para hacerla dar fruto, para enamorar al desdeñoso, unir a unas parejas y
desunir a otras; conocía hongos y plantas para enloquecer, para soñar, para
cruzar las puertas de los mundos... por supuesto, ella misma las cruzaba, no
valiéndose de esa ciencia que tan bien conocía gracias a Austreberta, sino
porque, siendo bruja, nacida con la marca de las mariposas murciélago, poseía
ese don.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y conocía a los guardianes de esas
puertas: sus “guerreritos”, como los llamaba, porque decía su mamá Austreberta
que los guerreros de antaño se pintaban el cuerpo de azul.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">***<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">—¡Diana
Talamantes! —precedida por el ruido de las llaves en la cerradura y el rechinar
de las bisagras de hierro, oyó la voz ya conocida del carcelero que le abría la
puerta al fraile que venía a hablar con ella.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Enseguida el arrastrar de pasos y luego
esa voz sospechosamente amable:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Buenos días, hija.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Traía una lámpara de aceite, hecha de
barro, que colocó en el suelo. La ambarina luz lo iluminó así desde abajo,
creando un efecto dramático, haciendo que los ojos se le vieran hundidos, los
pómulos demasiado salientes, la barba demasiado negra. Incluso las venas de su
frente se veían resaltadas, como si su piel fuera translúcida. Tal vez así era
de todas maneras. Itzti nunca lo había visto con otra luz.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Cómo te amaneció Dios? —le preguntó.
Obviamente, no se daba cuenta de lo idiota de su pregunta. “Maravillosamente”,
hubiera querido responderle ella, estirando los brazos sobre su cabeza como si
despertara de un largo y plácido sueño en una cama blanda, tibia y limpia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Estás bien? ¿No te falta nada? —otra
pregunta idiota.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como ella no respondió, el fraile
levantó su lamparita para verle la cara y fue directamente a su asunto:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Todavía no te sientes en disposición
para hablar conmigo?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué quiere su merced que le diga?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Cuéntame.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué le cuento?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No tienes nada que confiarme, nada de
qué arrepentirte?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No creo menester recordarte las
acusaciones de don Diego Pimentel. Son graves y hay testigos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pagados por él.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El fraile decidió ignorar el comentario
y continuó:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Es verdad que ayudas a las mujeres de
tu pueblo a tener abortos? Eso es un pecado muy grande.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No es cierto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Vas negar también que envenenaste a
un caballero sólo porque golpeaba a su esposa?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No lo envenené.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Dicen que tú y tu madre provocaron la
epidemia de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cocoliztli</i> del año
pasado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No es verdad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Curas enfermedades que sólo Dios pude
curar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Dios puede curarlas a través de mí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Imposible. Dios no se acerca a quienes
no le ofrecen llevar una vida de contrición y servicio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué sabe su merced de mi vida?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—El cura párroco de Xochimilco no te
conoce.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Itzti no supo ya qué contestar. Estaba
cansada de ese diálogo, que sabía inútil. Porque ese hombre, Diego Pimentel, no
descansaría hasta verla ardiendo en leña verde en la plaza de Santo Domingo.
Por curar males sin permiso de Dios —decían—, por practicar abortos, envenenar
cristianos, provocar epidemias (aunque eso del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cocoliztli</i> era mentira) y, lo peor de todo, por no querer compartir
los conocimientos de sus antepasados con un aprendiz de hechicero que sólo los
usaría para mal. Mucho la presionó el usurero de marras desde que Austreberta
pasó a mejor vida. Pensó que la orfandad la haría débil, temerosa., necesitada
de protección. Le ofreció casarse con ella. Pero Itzti no necesitaba su
generosidad ni su amistad. El hombre recurrió entonces a amenazarla, a
asustarla con que la tomaría por la fuerza. Pero se dio cuenta de que así ella
no le revelaría nada. Además era supersticioso y le tenía miedo. Les tenía
miedo a ella y al espíritu de Austreberta Talamantes. Finalmente se le ocurrió
ese último recurso: acusarla de bruja. Así ya jamás le enseñaría nada, pero por
lo menos él ya no le tendría miedo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Don Diego Pimentel estaba al tanto de
que tener testigos haría infalible su acusación y se dio a la tarea de
buscarlos. No le fue tan fácil como esperaba. Ninguna mujer de Xochimilco iba a
decir nada en contra de Itzti. Y muy pocos hombres lo harían: sólo los que le
tenían miedo al poder de don Diego. No dejaba de tener su gracia: los pecados
que podía achacarle la gente a Itzti eran pequeños al lado de los que no le
sabían. Es que, siguiendo el consejo de su mamá Austreberta, nunca se chupó un
niño en Xochimilco. Transformándose en su nahual —la mariposa negra—, se iba a
buscarlos lejos, a los pueblos que había por toda la orilla sur del inmenso
lago. No era la única <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tlahuipochi</i> de
la región, así que las desdichadas madres sabían que se había metido una bruja
a la cuna de su criatura, pero no sabían quién ni dónde buscarla. Y ciertamente,
de vez en cuando descubrían a alguna; la sorprendían cebándose en su víctima o
la encontraban cuando estaba dormida en su capullo, su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tecilli</i>. Esa gente era brava: no se esperaba a llevarla ante la
Inquisición; ahí mismo la amarraban a un árbol y la quemaban viva.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Ya te quedaste dormida, hija? ¿No me
oyes? —el fraile volvió a echarle en la cara la luz de su lámpara. Quién sabe
qué había estado diciendo. Llevaba rato hablando solo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Estoy despierta —pero lo cierto era
que entre el hambre, los días de encierro, la sensación de irrealidad que le
provocaba estar todo el tiempo a oscuras, todo eso la hacía sentir como en un
sueño, como si lo que estaba viviendo no fuera real.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Más te valdría confesarte conmigo,
Diana Talamantes. Si no lo haces, será peor para ti.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Duele mucho morir? —preguntó la
prisionera, sintiendo aún que soñaba. Tal vez era el humo de esa maldita
lámpara, que estaba consumiendo el poco aire del calabozo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero el hombre no parecía sentirse
afectado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Como vas a morir tú, sí. Duele mucho
más de lo que te imaginas. Y da gracias a la Virgen Santísima de que eres india
y niña y no estás en España. Allá te pondrían en el potro o algo peor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ya váyase su merced —fue lo último que
Itzti le dijo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No tenía miedo. Se quedó dormida sonriendo.
Ni siquiera se dio cuenta cuando el fraile se retiró.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">***<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Ese día, don
Diego Pimentel se levantó a las cinco de la mañana, cuando solía levantarse a
las seis. No tenía criados en su casa, de la cual era el único habitante, así
que se preparaba solo su desayuno. Salió de su recámara y cruzó el desolado
patio en dirección a la letrina, desahogó su cuerpo largamente y, sin
molestarse en lavarse las manos, fue luego a la cocina, de suyo apestosa a
comida echada a perder. Cortó un trozo de jamón de una pierna que tenía
colgada, se lo zampó con pan duro y buches del vino más barato de los que
llegaban de ultramar a la Nueva España y eructó sonoramente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando dio por terminado su desayuno,
don Diego se sacó la llave que llevaba colgada al cuello y volvió a atravesar
el patio, esta vez en dirección a la más secreta y protegida de todas sus
habitaciones. La llamaba “el lumisial” y era una cámara sin ventanas y
prácticamente sin muebles. Sólo había un pequeño altar de piedra en el centro,
sobre el cual, en un mantel morado, descansaba un atril con un libro de
cubiertas negras y un par de velas de cebo de cabra, también negras, colocadas
en candelabros de hierro. Al frente del mismo, pintada con cal en el suelo,
había una estrella de cinco puntas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sobre su ropa pringosa, don Diego
Pimentel se puso una túnica negra, encendió las velas y dio principio a un
ritual para purificarse de un mal sueño que había tenido. Achacaba éste al
espíritu de la difunta Austreberta Talamantes, que habría venido a vengarse de
él. O quizá fuese obra de la pequeña bruja que esta misma tarde ardería en la
plaza de Santo Domingo. Fue un sueño en el que cuatro diablillos de color azul,
casi desnudos, entraban a su recámara; haciendo gala de fuerza sobrenatural,
uno de ellos lo sujetaba de los pies, otro de las manos y los dos restantes se
encargaban de desnudarlo. Luego, con el mismo cuchillo con que habían cortado
sus ropas, comenzaban a herirlo en pecho y abdomen. Paralizado, no podía ni
siquiera gritar en su dolor. Cuando despertó, tenía puesta su camisa de dormir
y no había ningún signo de que alguien hubiese entrado a la habitación mientras
dormía. Se palpó el abdomen bajo la camisa y no sintió nada, así que trató de
olvidar el sueño. Pero algo había que seguía perturbándolo, quizá la expresión
aviesa de los pequeños demonios que lo atacaron: sus ojos un poco rasgados,
burlones, malignos. Y algo le dijo que aquello había venido de las brujas. Por
eso fue que decidió hacer el ritual para purificarse.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al terminar, volvió a su recámara a ponerse
su ropa de viaje y salió hacia el embarcadero. Todavía fresca y perfumada
encontró la mañana de Xochimilco, el cielo dorado en el oriente pero ya azul en
el cenit, surcado por las garzas que acababan de despertar y ya se elevaban
sobrevolando los ahuejotes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Además de prestamista, don Diego era
comerciante de productos de ultramar, así que estaba acostumbrado a hacer el
viaje en canoa hasta el embarcadero de Roldán, en la Ciudad de México. Y tenía
su propia embarcación y su propio remero, que ya lo estaba esperando. Se sentía
emocionado. Hacía años que no presenciaba un auto de fe, y el de ahora era
especialmente importante: no más brujas, no más pesadillas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando llegó a la plaza de Santo
Domingo, ya el centro lucía lleno de gente, a pesar de que era temprano. Ahí
estaban todas las castas de la Nueva España: criollos, indios y mestizos,
zambayos, moriscos, lobos, albinos, saltapatraces, barcinos, coyotes,
albarazados, cambujos, chamizos y allí-te-estás... Muchos eran locales, pero
otros tantos venían de lejos, algunos desde Xochimilco: familias enteras, con
niños incluidos, ansiaban ver la quema de la bruja. Parte de la educación de
los hijos era que vieran lo que podía pasarles si se extraviaban del camino de
la fe. El flujo de visitantes se sentía incluso en la Plaza Mayor, donde los
vendedores de comida y pulque de El Parián hacían gran negocio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por supuesto, don Diego Pimentel
prefirió integrarse a los impacientes mirones que observaban emocionados cómo
los verdugos hacían los preparativos: aseguraban el poste de madera untada de
brea donde sería amarrada la bruja, colocaban cerca los haces de leña y echaban
suertes sobre quién sería encargado de encender el fuego una vez dada la orden
del inquisidor. Todo eso lo hacían despacio, tomándose su tiempo. El auto de fe
se había programado para el atardecer, a fin de que resultara más espectacular,
con el fuego prolongándose hacia la noche. Por eso, aunque los mirones
comenzaron a chiflar y a exigir que por lo menos se presentara a la bruja, las
autoridades tardaron en hacer caso. La hoguera se encendería cuando las
campanas de la catedral tocaran a vísperas, dijeron.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero apenas pasaba de la hora nona
cuando, con el fin de calmar un poco a la muchedumbre, se ordenó traer a la
acusada. Y ahí fue donde se armó el San Quintín, porque los guardias volvieron
con las manos vacías. La bruja no estaba en su celda, dijeron santiguándose. Se
despacharon soldados a caballo en todas direcciones para buscarla, aunque en el
fondo presentían que era inútil. Diana Talamantes había desaparecido. Mucha
gente no lo creyó así y empezó a protestar con más violencia. Otros, guiados
por los frailes, se dieron prisa en sacar la conclusión más lógica: la
concubina de Satanás había sido rescatada por su amo. Pero el populacho no iba
a quedarse cruzado de brazos si lo privaban de un sacrificio. Ya estaban
enardecidos por el pulque y amenazaron con ir a saquear el Parián. Se discutía
eso cuando tuvo lugar otro hecho inesperado: una mujer casi anciana comenzó a
gritar, señalando a un caballero a quien algunos reconocerían como don Diego
Pimentel, comerciante y prestamista del pueblo de Xochimilco:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Ése ese el hijo de Satanás! ¡Ése!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La fuerza de la exclamación hizo que
todas las miradas se volvieran al señalado. Y él no podía decir nada, en primer
lugar por lo sorpresivo de la situación, y en segundo porque, en su miedo,
había sido presa de una alucinación: creyó reconocer en su acusadora a la
difunta Astreberta Talamantes o, peor aún, a su fantasma. Por eso no atinó a
abrir la boca en su defensa. Y la voz de la anciana seguía clamando:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Tiene la marca del Diablo! ¡Quítenle
la camisa para que vean!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Quién sabe cuántas manos se apresuraron
a ejecutar la orden. El hecho es que, en un momento, la prueba quedó a la
vista: don Diego Pimentel mostraba, en la parte más redonda de su enorme panza,
una cicatriz como de herida de cuchillo en forma de pentagrama con la punta
hacia abajo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No... no... no es posible —tartamudeó.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nadie lo oyó. Y la mujer que lo había
señalado ya no estaba ahí: cumplida su misión, se había perdido en la marea de
gente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los guardias de la Perpetua intentaron
llevárselo para protegerlo e interrogarlo de acuerdo con las leyes del Santo
Oficio, pero no pudieron quitárselo a la muchedumbre y no eran suficientes para
contenerla. Esa gente no iba a irse en blanco, cuando tanto había esperado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="mso-line-height-alt: 0pt; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Después de todo, la hoguera estaba
lista.</span><span lang="EN-US" style="font-size: 14.0pt;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-75147837450635026142021-10-31T09:53:00.003+01:002021-10-31T12:18:53.778+01:00Anuncios clasificados<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTZsN8dNppL8KTadTCtgdJQmgUMRlzojsEpQVSb5ukFxakt_JHMbVF4I8Bz6D0QzSB4cj71gxNl4ilS5xiKluMFAx8UOb7Pa1_kwy69FWOlL_-SmrxxWWENDG0lQz4MHGB0ADa/s696/PPP_image002.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="557" data-original-width="696" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTZsN8dNppL8KTadTCtgdJQmgUMRlzojsEpQVSb5ukFxakt_JHMbVF4I8Bz6D0QzSB4cj71gxNl4ilS5xiKluMFAx8UOb7Pa1_kwy69FWOlL_-SmrxxWWENDG0lQz4MHGB0ADa/s320/PPP_image002.jpg" width="320" /></a></div><br /><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 14pt; text-align: justify;">—Vamos a buscar
en el tuyo —sugirió Oana.</span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por qué en el mío? —Petru se rascó la
cabeza bajo el gorro negro que llevaba puesto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo ya no tengo datos. Me quedé sin
saldo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Está bien —respondió el muchacho, y
empezó manipular su celular—. ¿Cómo se llama la página?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Flash</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se hallaban sentados en una banca de la
plaza Unirii, muy cerca de la Universidad Babes-Bolyai, en Cluj, Transilvania.
Frente a ellos se erguía la catedral de San Miguel: un edificio imponente, de
fachada gótica. Era octubre y otra vez, por la pandemia, las clases
presenciales se habían mudado a las plataformas en línea. Sólo seguían abiertas
las oficinas administrativas y las bibliotecas, aunque no se permitía estudiar
ahí; era para recoger y devolver libros. Con ese pretexto, muchos de los
estudiantes continuaban merodeando la universidad. Lo cierto es que extrañaban
esos edificios viejos y sombríos, extrañaban reunirse. Como hacía frío, habían
empezado ya a ponerse ropa de invierno: abrigos de lana, bufandas largas,
gorros tejidos. Los jardines lucían cubiertos de hojas secas, y una niebla
opaca velaba las distancias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No es por desanimarte, pero no hay
nada. Mira: no hay más de diez anuncios y todos son de departamentos caros, en
el centro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Hoy es martes, ¿no? Al rato actualizan
la página.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Cómo sabes?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Oana se encogió de hombros:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Conozco bien esa página.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—De todas maneras, yo creo que no es
buen momento para mudarnos. Por la pandemia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Al contrario —respondió Oana,
decidida—. Ahora es la oportunidad porque muchos estudiantes se han regresado a
su pueblo. Están dejando su departamento y ya sabes: baja la demanda, bajan los
precios.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero Petru seguía reacio a sentir
entusiasmo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué hacemos entonces?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vamos a la tienda a comprar cigarros y
luego seguimos, ya que hayan actualizado la página. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tomaron sus mochilas y se levantaron de
la banca. Cruzando la plaza estaba<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>el
minisúper. Ahí se pusieron sus máscaras y compraron una cajetilla de cigarros
Carpati, un chocolate y dos botellas de agua. Al salir volvieron a la banca de
antes y se sentaron a fumar. La niebla se había levantado un poco y empezó a
haber más transeúntes, muchos con máscara aunque todavía no era obligatorio
usarla en la calle. A Oana le gustaba esa parte de la ciudad: edificios
antiguos, umbrosos, muchos de estilo neoclásico. Era la más bonita de la
ciudad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fumaban en silencio, Oana observando el
paisaje y Petru mirando en su celular los anuncios de computadoras de segunda
mano. No pensaba comprar nada, pero le gustaba enterarse de los precios.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Llevaban casi seis meses de novios y
les parecía que ya era tiempo de mudarse juntos, además de que ninguno de los
dos estaba satisfecho con el lugar donde vivía actualmente. Oana compartía con
otras dos estudiantes un departamento en un edificio multifamiliar de la época
del socialismo: un espacio muy pequeño, sin sala de estar ni comedor, sólo la
cocina, el baño y dos recámaras. De éstas, ella compartía la más grande con una
chica moldava de la Facultad de Odontología. Con frecuencia tenían clases por
video a la misma hora y era muy difícil no estorbarse. Además, Oana no se
sentía libre de encender la televisión ni de oír música, como no fuera con
audífonos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru, por su parte, vivía en un
edificio del mismo tipo con otros cuatro compañeros. Era muy lejos de la
Universidad, en un barrio de obreros y pandillas de adolescentes, y ya estaba
cansado de tener que tomar un autobús y luego un trolebús y perder más de una
hora cada día, media de ida y media de regreso. Demasiado tiempo para una
ciudad pequeña. Además, la calefacción no funcionaba bien y salía muy cara, así
que sólo podían encenderla un rato en las noches.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Piden mucho dinero en todos —comentó
él con desaliento, cuando ya estaban mirando otra vez los anuncios de apartamentos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Oana le quitó el celular y se puso a
buscar ella también, mientras fumaba. Antes de llegar a la misma conclusión que
Petru, pasó a la sección de “Amigos”. Ahí, entre las ofertas de “caballero sin
vicios, de buen carácter, trabajador” y “dama de busto grande, bien
conservada”, encontró un anuncio:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Mira esto! —dijo, exhalando una
bocanada de humo azul que rápidamente se mezcló con la niebla— “Caballero de
edad muy avanzada, sin familia, enfermo, busca persona o pareja que quiera
darle compañía y cuidados sencillos. Ofrece a cambio planta alta de la casa,
más la propiedad del inmueble a su deceso. 0670-538375, noches”. ¿Qué te
parece?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El muchacho se quedó pensando. Torció
la boca:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Vivir con otra persona?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Así estamos, Petru. ¿O tú vives solo?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pero es gente de nuestra edad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No sé. No me gusta la idea de tener
que cuidar a un enfermo. Quién sabe si no tendrá covid.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Si fuera eso, no diría que requiere
sólo cuidados sencillos. Además al final nos quedaríamos con la casa, ¿te das
cuenta? Tendríamos una casa propia sin haber gastado nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y qué tal si un día tronamos?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues entonces uno de los dos se queda
con la propiedad y le da al otro la mitad de lo que vale. ¿Se te hace justo?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru seguía indeciso. El sol salió un
poco, sin calentar, dándole a la niebla un brillo de seda, y luego volvió a
desaparecer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Tenemos de aquí a la noche para
pensarlo —insistió Oana—. Pero yo creo que podríamos llamar y hacer una cita.
Si no nos gusta nos olvidamos del asunto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Está bien.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se levantaron otra vez de la banca y
echaron a andar hacia la biblioteca de la Universidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">+++<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 14pt;">La casa se
encontraba en un barrio oscuro y muy venido a menos donde ya sólo vivían
gitanos, gente de dudoso oficio y ancianos con pensiones miserables. Sin
embargo poseía su encanto: no había mucho tráfico de automóviles, las banquetas
tenían grandes árboles que daban sombra durante el día y las casas, aunque un
poco deterioradas, conservaban el estilo de los buenos tiempos.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Eran las siete de la noche cuando los
muchachos empujaron la verja del jardín y entraron. No se veía ninguna luz en
la casa. Las plantas parecían descuidadas, oprimidas por la hierba, como si
nadie se hubiera ocupado de ellas en mucho tiempo. Sobre una rama de un durazno
seco, un búho vigilaba.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pasen ustedes —dijo una voz desde el
interior, antes de que los jóvenes llamaran. Seguramente los habían visto por
la ventana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En cuanto entraron hubo algo que
deprimió a Oana: con todo y que llevaba puesto el cubreboca, sintió el olor a
aire encerrado, a objetos viejos, a moho, a medicamentos. La única ventana se
hallaba cubierta con una cortina gruesa, de modo que no entraba ni siquiera la
poca luz del alumbrado público; la habitación estaba iluminada con una lámpara
de gas, una de esas pesadas lámparas de la época socialista que irradiaban una
luz azulescente, helada. Petru no se fijó en nada de eso; ni siquiera miró los
aristocráticos retratos pintados al óleo que decoraban dos de las paredes. Se
concentró en examinar el estado de los muros y del techo, de las puertas, la
tubería... ¿no había calefacción? Se sentía frío ahí. Por eso los chicos no se
habían quitado sus abrigos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Llamamos por teléfono hace un rato
—explicó Oana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Sí, ya lo sé. Siéntense —la voz,
fatigada pero todavía agradable, varonil,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>venía de un anciano que los miraba desde un sillón, con una piel de
carnero sobre las piernas—. Perdonen que no les ofrezca nada de tomar, pero
tendrían que quitarse la máscara y en esta época uno no sabe de dónde puede
venir el peligro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No se preocupe.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Puedo darles unas galletas de gengibre
para que se las lleven —el caballero ya hacía esfuerzos por levantarse, pero la
muchacha lo detuvo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No se moleste, por favor —se dio
cuenta de que quien estaba frente a ella no era un ser humano normal: tenía un
color malsano, como de pescado crudo, y los ojos rojos como de conejo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Oana volteó a ver a Petru, a ver si
también él se había dado cuenta de esos detalles, pero el chico seguía
distraído examinando el estado del inmueble. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El piso se hallaba cubierto con retazos
de alfombras de distintos colores y texturas, uno sobre otro, tratando de
mantener algún calor en la habitación. Y junto al sillón donde el anciano
estaba sentado había un librero lleno de libros y luego un anaquel con algunos
juguetes de plástico, una caja de galletas, un par de platos pintados a mano
con escenas de pastores enamorados, un reloj mecánico...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Entonces vienen por lo del anuncio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Así es, señor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El anciano iba a responder algo, pero
de pronto comenzó a toser. Un pájaro, hasta ese momento oculto en una repisa
con libros, se asustó con su espasmódica tos y empezó a revolotear por toda la
habitación buscando una salida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ha de haber entrado con ustedes —acusó
el viejo, en cuanto pudo volver a hablar. Se quitó la máscara y se limpió con un
pañuelo la saliva de la tos. Entonces Oana vio que, entre sus labios llenos de
arrugas, asomaban dos colmillos, uno de oro, el otro normal pero con la punta
rota.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No lo vi —se defendió la chica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ni yo —añadió Petru.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ahora ayúdenme a sacarlo. No quiero
que se muera aquí —mientras decía esto, el anciano volvió a ponerse el
cubreboca, se levantó y fue a abrir la ventana. Entró el frío de la noche,
haciéndolo toser otra vez—. Ahí, junto a la lámpara, está mi bastón. Ayúdenme a
sacarlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru tomó el objeto —un hermoso bastón
de ébano— y empezó a perseguir al pájaro, que agitaba sus alas lleno de miedo,
chocando contra los vidrios altos de la ventana, contra los libros, contra los
retratos de siniestros aristócratas de siglos pasados. Oana lo miraba con
angustia. Hubiera querido detener esa persecución, pero Petru, al contrario,
trataba de darse prisa para poder cerrar la ventana lo más pronto posible y que
el anciano no se soltara a toser otra vez. Corría y saltaba de un lado a otro
dando bastonazos, y el pájaro chillaba y se golpeaba contra las cosas, hasta
que por fin dio con la ventana abierta y se fue.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Recuperada la calma, el anciano volvió
a su lugar, se cubrió las piernas otra vez con su piel de carnero y empezó a
hablar:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Parecen buenos muchachos ustedes. ¿Les
gusta la casa? ¿Quieren verla toda? Vayan a mirarla. Yo los espero aquí.
Llévense la lámpara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Oana iba a rehusar, pero Petru se
levantó de inmediato.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Me gustaría ver la parte de arriba.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vayan ustedes. Pero les advierto que,
como ya no subo para allá, todo está hecho un desorden. Tendrán que limpiar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vamos —le dijo Petru a Oana, que
seguía sentada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ve tú. Yo me quedo a acompañar al
señor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vaya usted también, señorita. Necesita
ir conociendo la casa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El hombre parecía dar por hecho que
iban a quedarse. Pero Oana se sentía cada vez más angustiada, como que algo le
oprimía el pecho y no la dejaba respirar. Siguió a Petru, no porque quisiera
ver también el estado de la casa, sino para poder decirle que ya se fueran.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Espérate —le respondió él—. Mira esta
habitación. Podría ser mi estudio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vámonos —insistió Oana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por qué?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No te has dado cuenta?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru no respondió. Se quedó esperando
a que ella se explicara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No te has dado cuenta? —repitió
Oana—. ¡Este hombre es un vampiro!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Y qué, ¿te da miedo?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No es eso. Tú no me entiendes. ¿No ves
que ya casi no quedan vampiros en Transilvania? Éste ha de ser el último. ¡Y va
a morirse!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por qué habría de morirse, si es un
vampiro? Los vampiros con inmortales.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Por el covid, idiota! —gritó ella en
voz baja— ¿No sabes que es una enfermedad de los murciélagos? De ahí se pasó a
los humanos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru recordó un artículo que había
leído hacía tiempo acerca de la extinción de los vampiros en toda la cordillera
de los Cárpatos. La persecución había empezado en la época del socialismo,
cuando les confiscaron sus propiedades y los obligaron a trabajar. Todos sin
excepción se negaron, demostrando con ello ser la última escoria de una
aristocracia decadente que había vivido alimentándose de la sangre del obrero.
Se creó un departamento especial dentro de la Securitate para rastrearlos: un
cuerpo secreto dentro de la policía secreta, con autonomía para reclutar
informantes. Funcionó bien. Muchos vampiros fueron ejecutados sin mayor juicio,
pero, como las balas de plata le parecieron al gobierno de Ceausescu un lujo
ridículo, a todos los demás los enviaron a los campos de trabajo. Unos cuantos
sobrevivieron, escondiéndose. La gente los protegía: eran un símbolo nacional y
el último vestigio de la pasada grandeza de Transilvania. Pero el proceso de
extinción ya no podría detenerse; tras el cambio de sistema, se encargaron de
completarlo factores tan diversos como la contaminación y el calentamiento
global, con el consiguiente acortamiento de los periodos de apareamiento.
Aunque la causa principal fue la criminalización de sus hábitos alimenticios,
consecuente con el nuevo pensamiento democrático. Al perder acceso a la sangre
humana, fuente de su eterna juventud, los vampiros<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>comenzaron a envejecer igual que los seres
humanos comunes y corrientes. Una comisión especial de la Unión Europea
investigaba fuentes alternativas, pero hasta ahora no habían tenido resultados.
Y ahora la pandemia...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Va a morirse —repitió Oana, con una
tristeza impotente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Bueno, para eso vinimos, ¿no? Para
cuidarlo y luego... pues luego nos quedamos con la casa. Es él quien propone el
trato.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Vámonos ya, por favor!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Oana bajó las escaleras de prisa y
salió a la calle. No se sintió capaz de despedirse del vampiro. Petru entendió que
más le valdría seguirla y eso quiso hacer, pero el anciano lo detuvo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Se enojó la señorita?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Eh... no... no sé... creo que se
sintió mal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No quiere llevarse una galletas de
gengibre? A la mejor así la contenta. Yo de todas maneras no puedo comer esas
cosas. Me las trajo la vecina, que es...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru llevaba prisa y tuvo que
interrumpirlo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No, señor. Gracias. Ya me voy.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Sí les interesó la casa?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esta última pregunta ya no la oyó el
chico.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pensó que Oana estaría esperándolo en
la calle, pero no fue así. Se había ido. Él pensó marcarle al celular, pero
luego descartó la idea. La conocía: era mejor esperar que se calmara. De
cualquier manera, revisó su teléfono por si tenía algún mensaje o llamada
perdida de ella. Pero no, no había nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se fue andando hacia la parada del
trolebús, despacio, un poco molesto porque no lograba entender qué había
pasado. Al final de la cuadra vio un bar de mala muerte en el que ni él ni Oana
habían reparado cuando llegaron. Dos muchachas gitanas, bajitas, habían salido
a fumar; una de ella buscaba algo neuróticamente en su bolso de charol. Petru
se imaginó al vampiro, muchos años atrás, rondando por ahí de madrugada en
busca de jóvenes ebrios. Tal vez los seguía hasta que se despedían de sus
compañeros de parranda y cada quien se iba por su lado. Entonces elegiría al
más apetecible o al más vulnerable. Chicos como él, como Oana, como esas chicas
que habían salido a fumar... ésos eran sus víctimas. ¿Por qué simpatizar con un
criminal así? ¿Sólo porque eran una especie de símbolo nacional? Qué absurdo.
Era como querer levantarle una estatua a Vlad Tepes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Reconoció desde lejos a Oana. Estaba
sentada en la banca de hierro de la parada, esperándolo. ¿O esperando el
trolebús nada más? Ella no lo vio venir, pero no se sorprendió.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué pasó, Chiquita? ¿Por qué te
saliste así?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No me entiendes, ¿verdad, Petru? —le
respondió ella sin voltear a mirarlo. Había una tristeza enorme en sus ojos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué es lo que debo entender?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo no soportaría verlo morir. Estaba
acabado ya, ¿te diste cuenta? ¿Cuánto tiempo hará que no bebe sangre? Y luego
el pájaro... ¿cómo pudiste hacer algo así?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué hice?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Cómo pudiste? ¡Estaba aterrado! Igual
que él. Ha de tener tanto miedo...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru se quedó callado, observándola.
No quiso insistir, pero sintió que estaban dejando ir una oportunidad. Ya
habría otra. Sacó su celular y se puso a ver los anuncios de computadoras de
segunda mano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No soportaría verlo morir —repitió
Oana.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Vamos a perder esta oportunidad por
un símbolo nacional?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Eso del símbolo no lo dije yo. Yo
detesto esas cosas que sólo dividen a la gente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Entonces?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Es que los vampiros son seres tan
mágicos, tan bellos... —todo esto lo decía Oana sin mirarlo. Sus ojos parecían
enfocados al oscuro fondo de la calle, por donde vendría el trolebús, pero no
miraba nada realmente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Petru la abrazó porque hacía frío y
porque no quería verla triste. No le hizo falta entender sus sentimientos para
abrazarla con todo su corazón. “Ya habrá otra oportunidad”, se repitió.</span><span lang="EN-US" style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-66861093530196352222021-04-22T10:19:00.012+02:002021-04-22T13:20:34.584+02:00Recuerdos de Amparo Dávila<p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRNlI6WGs3jgGemf4gNZM4bJwyBbI2KkWICxF_edC92pr8zWtC1uiTvvTI_pXBP-rVSyE_mdz8xzea1U_FzpD1Tb7R45ohqTH9_ST3zZMJymcpReIMHbzwNAD2oCVIoFXoRtX0/s512/amparo001.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="405" data-original-width="512" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRNlI6WGs3jgGemf4gNZM4bJwyBbI2KkWICxF_edC92pr8zWtC1uiTvvTI_pXBP-rVSyE_mdz8xzea1U_FzpD1Tb7R45ohqTH9_ST3zZMJymcpReIMHbzwNAD2oCVIoFXoRtX0/s320/amparo001.jpg" width="320" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">El único taller de cuento al que he ido como alumno fue el de Amparo
Dávila. Fue en 1979 y yo tenía 16 años de edad. Me llevó un amigo que, siendo
mayor y ya con un libro de poesía publicado, conocía el medio literario: Juan
Galván Paulín.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El taller era los sábados
a las 10 de la mañana, en las instalaciones de la ya desaparecida Asociación de
Escritores de México (<span style="font-variant: small-caps;">aemac)</span>, en
la planta alta del edificio del Club de Periodistas, calle de Filomeno Mata,
centro histórico de la Ciudad de México. En aquella época, Amparo Dávila
todavía no era tan valorada como ahora, así que el taller tenía pocos
integrantes y muchos iban una o dos veces y no volvían. Yo siempre fui el mas
joven y además provinciano: creía que escribir literatura era usar palabras
engoladas y arcaicas y toneladas de miel. Así que, como era de esperarse,
recibí tremendas palizas por parte de mis compañeros. La maestra nunca fue
dura, ni conmigo ni con nadie. Dando ejemplo de paciencia, me ayudó mucho a
superar mis desventajas en poco tiempo, al grado de que ella misma envió un
cuento mío a un periódico de San Luis Potosí que se llamaba <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Momento</i>. Fue mi primera publicación y
todavía tengo guardado un ejemplar. Otro ejemplo de su generosidad: en esa época,
yo hacía separadores de lectura para vender. Eran gatitos pintados al óleo. Tuve
el atrevimiento de ofrecerle uno sin saber todavía que su ex marido era un
artista famoso, hermano de otro igual, y una de sus dos hijas pintaba como terapia. Y Amparo (que así la
llamaba ya a esas alturas) me compró uno y lo guardó por muchos años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fue una época muy buena,
muy fecunda la de ese taller. Ahí, en esos salones umbrosos, conocí personas
que todavía son entrañables amigas, como la artista escénica Berenice Camacho y algunas figuras que estaban en el centro de la vida literaria
de entonces: Arturo Azuela, Elena Poniatowska, Héctor Azar, Juan de la Cabada,
Manuel Mejía Valera, Carlos Eduardo Turón... en un salón al lado del nuestro
estaba el taller de poesía de Isabel Fraire. Ahí conocí a Darío Galicia,
personaje que volvería a encontrar años después, en la Facultad de Filosofía y
Letras.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El taller nunca tuvo más
de diez alumnos, y los pocos que asistían al principio empezaron a dispersarse.
A pocas personas de esa época les interesaba la literatura fantástica; eran los
años de oro de la novela de “la onda”, y en esa dirección iban los intereses de
los jóvenes. ¿Qué fue de todos aquellos compañeros? No lo sé. Los talleres
literarios están llenos de personas que no van a ser escritores. En el
transcurso de un par de años, Amparo Dávila se quedó sólo con dos: Galván
Paulín y yo. Luego Juan empezó a alejarse también, aunque siguió cultivando la
amistad de la maestra y visitándola cada vez que podía. Al final, me quedé yo
solo con ella en aquel fresco y ya solitario salón con sus ventanas a la
hermosa calle de Filomeno Mata.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y el final, ciertamente,
llegó pronto. La <span style="font-variant: small-caps;">sogem</span>, que tenía
pocos años de fundada, hizo que la <span style="font-variant: small-caps;">aemac</span>
saliera sobrando. Desapareció nuestra Asociación. Se devolvieron los salones al
Club de Periodistas y se finiquitaron los talleres. La gente lo tomó con calma.
Yo no. Amparo comprendió que eso sería un golpe duro para mí y, en un enorme
gesto de generosidad, me ofreció seguir enseñandome a mí solo, en su casa, sin
cobrarme un centavo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así conocí el departamento
donde vivía en ese entonces, en la calle de Atlixco. Y conocí a sus dos hijas
—una encantadora, la otra un signo de interrogación—, a su mucama ya vieja y
maniática y sus gatos, que todavía no eran muchos porque el departamento no lo
permitía. En el mismo edificio vivía o había vivido otra grande, Inés
Arredondo. Amparo me la presentó (aunque eso no fue ahí sino en la Capilla
Alfonsina) y me contó que eran tan amigas que se corregían sus cuentos una a la otra y se casaron el mismo día con sus respectivos
maridos. Otra persona interesante que conocí gracias a ella fue María Teresa Retes, viuda de José Revueltas. Ciertamente, como aquellas visitas semanales ya tenían más de charla
que de taller, la maestra me contó muchas cosas de su propia vida y de otras: recuerdos de
su infancia, de su padre a quien siempre adoró, de su amistad con Julio
Cortázar. Yo también le contaba cosas de mi vida y recibía sus consejos y sus
ocasionales regaños. Me hice amigo de su hija Loren, que siempre se acercaba a
platicar y a mostrarme alguna cosa que había hecho; de Jaina no, porque ella
parecía vivir muy ocupada y rara vez se detenía con nosotros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En 1983 entré a la
Universidad y ya no me fue posible seguir asistiendo cada semana. Mis visitas
se espaciaron. Luego, con la muerte de Pedro Coronel, el ex esposo de Amparo,
ella heredó la casona de San Gerónimo y se fue para allá. Eso me hizo todavía
más difícil ir a verla, pero trataba de ir. Y mi querida maestra tenía
admiradoras que no sabían cómo contactarla, así que yo empecé a actuar un poco
de intermediario. Llevé a San Gerónimo a varias amigas, entre ellas a mi
querida Edmée Pardo. Amparo nos recibía siempre contenta, siempre pródiga; nos
ofrecía café en tacitas de porcelana con cucharas de plata y nos presentaba a
sus ya como veinte gatos, todos con nombres de ríos o de dioses egipcios. El
momento más entrañable para mí era cuando sacaba el separador de gatito que me
había comprado hacía ya tanto tiempo y se lo mostraba muy contenta a la
visitante, como si la estrella del encuentro fuera yo y no ella.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span face=""Arial",sans-serif" lang="ES-MX" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con el exilio en Europa,
ya no pude acompañarla en su vejez, pero me da alegría ver que nuestro país ha
empezado a pagar la deuda que tenía con ella. Porque una cosa que la
entristecía, en la época en que aún salía a la calle, era que sus libros no
estaban en las librerías. Ahora ya están, y si no están, sus lectores los exigen.</span><span lang="EN-US" style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-9635401873765475692021-03-11T12:44:00.001+01:002021-03-11T14:10:47.865+01:00Mi historia con los teléfonos<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbYJ7h0ha8zTdtTC7ObAdJ6q8WWH7Bk6zqcXRkQtz-Mbtr4wIBThMbTdER8LCForSOMi25zXsQWvg8OAlIojrCZuBSbhhuG3cpiYCRi-exxCSXbGdr2wXkdInqXzbWuOlL_h4R/s1600/telefono_70s.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbYJ7h0ha8zTdtTC7ObAdJ6q8WWH7Bk6zqcXRkQtz-Mbtr4wIBThMbTdER8LCForSOMi25zXsQWvg8OAlIojrCZuBSbhhuG3cpiYCRi-exxCSXbGdr2wXkdInqXzbWuOlL_h4R/s320/telefono_70s.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-size: 14pt;">Tuve mi
primer teléfono celular en el año 2011, como quince años después que la gran
mayoría de mis amistades. Y de ser por mí habría seguido posponiéndolo, pero me
lo regalaron. Me parecía y me sigue pareciendo un collar de perro que traigo al
cuello. No es que tenga aversión a la tecnología: me gustan las computadoras y
las teorías sobre inteligencia artificial. Lo mío es contra los teléfonos, por
algún motivo que desconozco.</span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">En mi casa tuvimos línea fija mucho después que nuestros
vecinos. No nos hacía demasiada falta y no teníamos dinero. En los años 60,
Ixmiquilpan era un pueblo chico y para qué llamar si era más divertido
apersonarse y chismear con todos los condimentos del lenguaje corporal. Había
señoras que hacían diariamente su ronda de visitas, a veces cargando una
canasta o una bolsa de mandado para despistar. Si algo urgía, era tarea de los
chicos ir corriendo a dar una noticia o a preguntar por la salud de alguien.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">El único tío que llegaba a tener necesidad de llamarnos por
teléfono, porque vivía en la capital, lo hacía a la tienda de abarrotes o a la
veterinaria; una la teníamos a la derecha, la otra a la izquierda. Y esos
vecinos, siempre amables, nos avisaban y ahí iba mi madre, corriendo para no
molestar demasiado y para que el tío no pagara tanto de larga distancia. Ahora,
si nosotros necesitábamos hacer la llamada, íbamos a la oficina de teléfonos
que se encontraba en nuestra misma calle. A mi hermana y a mí nos fascinaba ir
y ver ese enorme tablero lleno de cables que una señorita guapa enchufaba y
desenchufaba según intrincadas combinaciones numéricas. Eran las operadoras.
Cuando jugábamos con telefonitos de esos que se hacían con hilo y cartón,
siempre decíamos: “Operadora, ¿me comunica por favor al número 311?” Nos
sentíamos importantes diciendo eso con voz de adultos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Para cuando tuvimos nuestra primera línea, ya no había
operadoras y los números ya no eran de tres dígitos sino de cinco, en nuestro
pueblo. Luego tuvimos dos aparatos en casa y ya era posible, como lo habíamos
visto en las telenovelas, levantar la bocina de uno y oír la conversación del
otro. Había que ser muy cuidadoso para que no nos traicionara ni el más leve
clic. Y no era que se tratara de nada interesante; lo interesante era la
emoción de sentirse espía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Años después, los teléfonos me darían otras experiencias, más
agridulces: la de llamar a la novia y colgar si contestaba el papá o armarse de
valor, carraspear y saludar con mucha gentileza: “Ehem. Buenas tardes, señor,
¿se encuentra fulanita-mi-desesperado-amor?” Y luego, la emoción de las
emociones: hablar con ella. Me encerraba en la recámara, luego de gritar la
amenaza de siempre: “Si alguien levanta la bocina, lo pagará muy caro”. Los
suspiros, las imágenes que la voz provocaba, la sensación del auricular
caliente en la oreja… la frustración al oír: “Ya tengo que colgar. Me toca
calentar la cena”. Y luego había que ver el inútil esfuerzo porque, después de
la llamada, no se le notaran a uno ni el rubor, ni la sonrisa de oreja a oreja,
ni los latidos de corazón con bocina, ni la erección a todo lo que daban las
hormonas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Claro, esto tenía su lado oscuro: el dolor de cuando venían
las peleas y uno oía la voz amada por allá lejos: “Dile que no estoy.” O, todavía
más aterrador: “Dile que sí estoy pero no quiero hablar con él”. Era real, y no
sólo real sino también frecuente, esa escena típica de las telenovelas de la
chica que colgaba el teléfono y se tiraba a llorar en la cama. Y no sólo las
chicas lo hacían, me consta. </span><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">La educación sentimental de mi generación está ligada al teléfono
y al audio cassett.</span><span style="font-size: 14pt; text-indent: 35.4pt;">. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Ya viviendo en la Ciudad de México, los teléfonos me
mostraron su lado realmente oscuro. En aquella época, la policía secreta
mexicana empleaba diversos métodos para reprimir los movimientos estudiantiles.
Uno de ellos consistía en seguir al objetivo con un coche sin placas, a
cualquier hora y en cualquier rumbo de la ciudad, un rato, lo suficiente para
sembrar inquietud. En cuanto el objetivo llegaba a casa, sonaba el teléfono:
uno o dos timbrazos nada más, sólo para dar el mensaje: “Sabemos quién eres,
sabemos dónde vives, sabemos qué haces”. Suficiente para crear miedo. Supongo
que los del coche se comunicaban por banda civil con una oficina de las cual
salían las llamadas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Otro reto eran los teléfonos públicos, pero eso ya es el
mester de callejería y amerita dejarlo para otro episodio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Era otra época ésa de antes de los celulares. No era tan fácil
como ahora comunicarse. La primera vez que viví fuera del país, cuando estuve
en Austin College, de 1993 a 1994, llamaba a mi familia una vez al mes, por
diez minutos, no dos veces al día y por dos hora como lo hacen ahora muchas
personas aun viviendo en continentes distintos. Todavía, esté yo donde esté,
conservo esa sana costumbre de las llamadas cortas y al grano. Y tal vez sea
por eso, por lo fácil que se da en este siglo la garrulería telefónica, que les
tengo ojeriza a los celulares.<o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-51253579995597455622021-01-16T11:17:00.004+01:002021-01-16T11:17:52.932+01:00La granada<p><span style="font-size: 14pt;">De las cosas
que puedo hacer en la cocina solo, ninguna me da tanto placer como desgranar
una granada. Es su delicadeza lo que me hechiza, su repulsión a todo lo que sea
fuerza bruta. Porque si uno no tiene cuidado con ella, sangra. La granada no es
como la naranja, que se desnuda a cuchillo y se desgaja con fuerza, ni como la
manzana o la ciruela, a las que hay que quitar el corazón. Mucho menos como el
coco, que se abre de un machetazo certero y sonoro. Tampoco las uñas tienen
nada que hacer aquí. Todo se hace con las yemas de los dedos, despacio,
acariciando cada grano como si supiera que va a ponerse erecto, como puliendo
el rubí que es. Y cuando detecta uno el que ya está flojo, listo para dejarse
llevar, empieza a rozarlo desde su base suplicándole en silencio, ordenándole
en silencio; lo remuele uno con suavidad, girándolo entre las yemas de los
dedos, hasta que se viene solito. Y así con el que sigue y el que sigue.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Uno avanza palpando, viendo con la
piel, dejando que la granada misma nos diga por dónde va a dejarse. Y efectivamente,
llega un momento en que esos rubíes como que se hacen a la idea de entregarse y
se dejan separar ya sin esfuerzo. Es como si la fruta clamara: “Desgráname.
Desgráname toda.”<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por supuesto, no es posible pasar inadvertida
esa delgada piel blanca que tiene la granada, translúcida, adherida a sus
contornos. Es como su ropa interior.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La granada es ruda y suave y usa
chamarra de cuero y lencería de encaje.<o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-40889609211863748552020-12-30T10:52:00.000+01:002020-12-30T10:52:57.374+01:00El confesor<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicup_gaTlIxQlJGlqy1yBaPSUb8vmdeZarsDFFoyKyXb5_xV5NPfmNYBwQRg3Zo2B0rsR5-zOaKbvBmniViMrw8gm7NRYVN7XkkWDa_3eJ_7YGGI9zlv60BcLDLEAsGvNaH9MO/s722/Imagen+Webex05.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="722" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicup_gaTlIxQlJGlqy1yBaPSUb8vmdeZarsDFFoyKyXb5_xV5NPfmNYBwQRg3Zo2B0rsR5-zOaKbvBmniViMrw8gm7NRYVN7XkkWDa_3eJ_7YGGI9zlv60BcLDLEAsGvNaH9MO/s320/Imagen+Webex05.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">Desde su ventana en un séptimo piso, Ángel observaba el escaso movimiento de la avenida: apenas un par de autos detenidos ante el semáforo en rojo, ni un transeúnte, ni una tienda abierta. Cuando empezó a mirar todavía quedaba algo de la tarde —un enrojecimiento frío, sin belleza ni esperanza—, luego la noche inundó el paisaje y él no pensó en encender la luz. De cualquier manera no le gustaba hacerlo porque no tenía cortinas en sus ventanas. ¿Para qué gastar en eso? Los edificios de enfrente eran menos altos y no parecía probable que nadie lo espiara. De todos modos prefería la oscuridad. En verdad no necesitaba luz. Su biblioteca se reducía a un solo libro de pasta azul y fuera de éste no tenía la costumbre de leer, no veía televisión ni películas, no le interesaban los videojuegos. La laptop y el celular los usaba sólo para su trabajo y para mirar pornografía, de vez en cuando. No se aburría. Si llegaba a aburrirse, se ponía a mirar por la ventana.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Hacía unas horas lo había llamado una mujer. Necesitaba sus servicios. El marido estaba agonizando. Después de negociar sus honorarios, Ángel le pidió su dirección y le dijo que estaría allí alrededor de las ocho de la noche. Debía ponerse en marcha.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Se quitó la sudadera y los jeans y se puso su ropa negra de trabajo: la sotana y la pechera negra con alzacuello. Sobre ésta, un crucifijo de plata. Luego se echó en el bolsillo el cubreboca azul que se había vuelto obligatorio usar y salió del departamento. Vivir en el séptimo piso de un edificio sin elevador era la cosa más desgraciada del mundo. Y la más barata, había que reconocerlo: la renta era mínima. Tenía otras ventajas también: Ángel no veía nunca a sus vecinos. No los conocía. Sabía que existían porque a veces los oía a través de las puertas: música o ruido de televisión, alguien que tosía, alguien que lloraba o peleaba... y ocasionalmente se sentía en los pasillos algún olor de comida que a él le provocaba náusea más que antojo. Los únicos vecinos de los que sabía algo eran las del departamento contiguo al suyo: una mujer divorciada y su hija de once o doce años. Incluso a través de las paredes las oía pelear: la madre maldiciendo a la chica porque no hacía bien algo o porque le apestaban los pies. Y aquélla gritando para defenderse. Ahora estaban en silencio, por el momento.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Fuera del edificio hacía fresco. En días anteriores, Ángel había estado resfriado y, aunque ya no tenía tos ni estornudaba, por momentos le dolía la cabeza y sentía escalofríos. Le daba miedo. ¿Quién no sentía miedo de enfermarse en estos días aciagos? Había estado varios días en cama, solo, deseando que alguien lo acompañara por lo menos a ratos, alguien que le ayudara a cargar con el miedo. Pero no tenía amigos. Ya era un peligro más tener amigos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Cruzó el parque y echó a andar hacia la avenida principal. En ese momento se oía la sirena de una ambulancia: un maullido largo, intermitente.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Se tenía la sensación de caminar por una ciudad fantasma: las calles desiertas bajo un cielo siempre denso, los edificios amenazantes, probablemente llenos de enfermos que morían en secreto, las sombras de quienes aún debían salir a buscar comida o medicamentos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>En la avenida grande había más luz, aunque no más vida, y un silencio que lejanamente recordaba el de los domingos de antes. Pero no era domingo, era viernes. De un portón cerrado se desprendía una música cortada, ronca, como de alguna película. Adelante —recordó Ángel— había antes una sala de cine. A el le gustaba ir ahí. Pero ya no funcionaba; lo habían vandalizado y lo que quedaba de él era el enorme boquete negro de la entrada y el vestíbulo lleno de basura, vidrios rotos y pedazos de butacas. Ya no funcionaba ningún cine en la ciudad.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Caminaba encorvado y como escondiéndose, como si fuera posible esconderse de la enfermedad. Atravesó la vieja estación de microbuses, mirando con una mezcla de nostalgia y resentimiento esas unidades que ya no daban servicio, impecablemente formadas en los andenes. Parecía cuidarlas un hombre obeso vestido con ropa deportiva y un cubreboca negro, aparatoso, que parecía diseñado para la guerra química. Ni siquiera lo miró.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Casi una hora más de caminata y llegó a una colonia perdida en la noche, una de esas colonias de casas bajas y muros de materiales baratos, sin aplanado, con oxidadas y torcidas varillas asomando en las esquinas. Detrás de un zaguán, un perro comenzó a ladrar.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">+++</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">Llevaba dos años en el negocio de los santos óleos y había empezado por obra del azar. O de la Providencia, dirían los que creían en Dios. Él no creía en Dios. Ni siquiera sabía mucho de él y no le gustaba pensar: le parecía alucinante eso de que había Dios y había Jesús y eran el mismo personaje. Y luego decían que había un tercero por ahí y también era el mismo. Lo bueno era que nadie le hacía preguntas sobre esas cosas. Le gustaba el trabajo: implicaba riesgo pero no esfuerzo, y Ángel siempre, desde niño, huyó más del esfuerzo que del riesgo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Se le ocurrió una vez que oyó una conversación en la calle, entre dos señoras que caminaban delante de él. Rompiendo las reglas de la sana distancia, Ángel se acercó sin que se dieran cuenta para oírlas mejor. Hablaban de que alguien necesitaba con urgencia un sacerdote y no lo encontraban. “Para darle los últimos auxilios a un agonizante”, explicó una de las señoras. “Es que ya hasta los padrecitos tienen miedo de contagiarse”. Costaba mucho trabajo convencerlos. No estaban dispuestos a poner en peligro su salud y su vida por una miseria de dinero. Fue entonces cuando Ángel tuvo la idea. Sabía qué cosa eran los primeros auxilios, pero nunca había oído hablar de los últimos. Se puso a investigar en internet todo lo que había sobre eso, se aprendió un montón de palabras con tufo medieval como “sacramento”, “extremaunción”, “santos óleos”... memorizó el ritual completo, compró los artículos necesarios en un mercado de pulgas virtual y ya estaba: empezó a anunciarse en redes sociales. Nadie le pedía ningún papel: ni cédula profesional ni nada de eso. Si se daban cuenta o sospechaban la impostura, no decían nada. Para qué: nada más habría sido perder la oportunidad de resolver su problema. Lo importante era que el agonizante se fuera tranquilo de este puto valle de lágrimas, con la conciencia descargada, satisfecho de haber cumplido con el último deber que le pedía su fe. Qué más daba quién le ayudara: Dios no condenaría a un idiota por dejarse engañar.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>+++</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">Lo pasaron a la sala comedor, si así podía llamársele todavía. Se hallaba en penumbra. Esas personas, como todos ahora, trataban de que no se viera nada de su vida desde la calle: qué hacían, qué tenían, quiénes vivían ahí. Todo eso era peligroso. Todo daba miedo. La mesa, las sillas y el sofá se hallaban cubiertos de bultos —probablemente comida— y recargados en la pared había alteros de paquetes de papel higiénico. Olía a cloro, a vinagre, a alcohol.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La mujer que lo hizo pasar era como una extensión del espacio: vestida con un traje deportivo que ya no estaba limpio, con pantuflas de peluche color de rosa. Al igual que Ángel, tenía puesto un cubreboca. Por encima de éste se veía la piel grasosa de su frente y sus mejillas. También la mano con que le entregó su paga se veía grasosa, pero ésta era de comida: olía a carne frita. Un niño como de cinco años, también con cubreboca, apareció tras ella abrazando una Barbie vestida de princesa.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>El enfermo se encontraba en la recámara: un hombre como de sesenta años. Se veía mal. Y apestaba. Pero lo que Ángel sintió al entrar en la penumbra de su espacio no fue asco en primer lugar. Fue miedo. Al principio le llamaba la atención que esa gente no llamara mejor a los números de emergencia sanitaria. Después comprendió sus motivos: si se los llevaban al hospital, morirían solos. Y de todas maneras a eso iban: a morir. Mejor hacerlo en su casa, con alguien que los acompañara. Y con un sacerdote dispuesto a correr riesgos por una bicoca.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La habitación olía a meados. Y a ungüentos y a jarabes para la tos. Resultaba por demás curioso —pensó— que tuvieran suficiente pesimismo para dar por hecho que no saldrían vivos y, por otra parte, suficiente inocencia para creer que esos remedios caseros servirían para algo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La acarició la cabeza al moribundo, sólo para ver si estaba despierto. Pero no, no lo estaba.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel tenía un librito azul que se había robado de un hospital. No decía el autor; se llamaba Salmos. Nuevo Testamento. A él no le gustaban los libros, pero le pareció que ése podía ayudarle en su nuevo trabajo. Se saltó los poemas porque nunca le había gustado la poesía y se leyó todo lo demás. Allí encontró aquello de los tesoros en el Cielo. ¿Que tal si algo de eso era verdad? Podía ser. Mejor protegerse para el caso de que lo fuera. Cobrar por lo que hacía y hacerlo lo mejor posible, con buena onda y todo muy pro, era matar dos pájaros de un tiro: hacerse de tesoros en la tierra y en el Cielo. ¿Quién decía que no se podía?</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La mujer y el niño ya salían del cuarto para dejar al confesor solo con su enfermo, pero él les pidió que se quedaran. Había leído en un foro que era una blasfemia dar los santos óleos con el cubreboca puesto, así que se tragó el miedo y se lo quitó. Y quizás como una manera de reconocer el valor de su gesto, la mujer y el niño también se lo quitaron.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—No es necesario —les dijo él enseguida—. En ustedes no es blasfemia. Blasfemia es no cuidarse.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La mujer y el niño volvieron a cubrirse, dóciles. “Bienaventurados los mansos”, decía el librito azul.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel tuvo la tentación de recitar eso en voz alta, pero mejor se aclaró la garganta y comenzó a hablarle al moribundo; le dijo que iba a prepararlo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—¿Para qué le habla? —le reclamó la señora—. No puede oírlo. No está consciente.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Aunque no esté consciente, puede oírme.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—No oye, le digo —insistió la señora.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Su espíritu me oye.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La mujer dejó escapar un suspiro de resignación, de fastidio. Y ahí se quedó, callada, con su niño que miraba todo como ausente y no oía nada ni entendía nada.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel continuó hablándole al enfermo. Luego abrió su maletín y sacó sus cosas: una estola morada, una especie de tubo metálico, una caja pequeña y también metálica, una botella como de perfume pero que sólo tenía agua de la llave. Se inclinó sobre el enfermo y le puso en los labios la cruz de plata que llevaba al cuello.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>El enfermo lo sintió, tal vez, porque empezó a respirar más rápido, con dolor.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>El confesor le descubrió las manos y los pies, que estaban ardiendo. Sí, iba a terminar pronto. Ángel sabía lo que venía: una vez que el corazón dejara de latir, el cuerpo asumiría una forma de rigor mortis que no era la normal, que no era de muerto pero tampoco de vivo; la piel comenzaría a teñirse de amarillo, los ojos volverían a abrirse, esta vez sólo para congelarse en una mirada inerte. Entonces se levantaría y volvería a andar, en ese acto de blasfemia en el cual la biología se rebelaba contra la divinidad.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Abrió el tubito metálico y se puso en los pulgares un poco de aceite. Empezó la unción.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">+++</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">—Perdone que no lo invitemos a merendar —le dijo la señora cuando terminó el rito, ya fuera de esa sofocante cámara mortuoria—. No tenemos casi nada.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>A él no le importó que la frustración se le notara en la mirada: aquello era de una tacañería imperdonable. ¿No pensaba esa mujer que los sacerdotes eran hombres solos y no tenían comida en casa? De todas maneras, al final prefirió ser profesional:</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—No se preocupe. Estoy haciendo penitencia.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Gracias a ese brevísimo diálogo, Ángel pudo mirar bien al niño. ¿Qué le pasaba? Tenía los ojos rojos. Completamente rojos. Como de conejo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Es sangre —le explicó la madre sin parecer ofendida, siguiendo la dirección de su mirada—. Es una enfermedad que tiene mi hijo. No es contagiosa.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—¿Le duelen?</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—No.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel no quiso esperar más. Salió de esa casa huyendo, sintiendo que tropezaba a cada paso. ¿En qué tiempo le había tocado vivir, en qué mundo que tanta gente padecía alguna enfermedad espantosa?</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Afuera caía una llovizna floja, lenta, aunque suficiente para formar charcos. Ángel odiaba los charcos porque sus zapatos dejaban pasar el agua; tenía que evitarlos o saltarlos si no quería terminar con los pies empapados y helados. La calle se veía abandonada: un largo pasillo abierto entre ruinas. Las puertas cerradas, las ventanas ciegas. En el local de la esquina, cerrado con una cortina metálica toda grafiteada, recordó él que había una panadería. Varias veces fue ahí a comprar conchas de chocolate. No volverían a abrir.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Sintió que le dolía el hombro de tanto cargar su maletín y se cambió éste a la otra mano. Fue entonces cuando los vio: un rebaño de seres difícilmente humanos avanzaban desde el fondo de la calle. Serían cien, tal vez más. Era difícil calcular porque sólo se veía la vanguardia y además todavía se encontraban lejos. Pero iban rápido. Paralizado por la impresión, Ángel tardó en reaccionar. Se quedó mirándolos fascinado. Entonces, ya que estaban cerca, se dio cuenta: la piel amarilla, la cara inexpresiva... no estaban vivos ya.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Echó a correr en dirección opuesta. Afortunadamente, no lo siguieron. No parecían haberlo visto.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Con una sensación de irrealidad, dobló en la esquina y atravesó un parque con juegos infantiles. Cansado, se recargó en un poste y cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos vio el cielo sin estrellas, las nubes azul gris que velaban la noche, las ventanas altas de las casas vecinas, todo difuso como si hubiera caído al fondo de un estanque turbio. Su reloj marcaba las nueve y media de la noche. Llegaría a casa después de las diez, con hambre. Necesitaría esperar hasta el día siguiente para comprar comida. ¿Alcanzaría a llegar a eso? De pronto, el día siguiente resultaba tan lejano... volvió a su mente la imagen del niño con los ojos sangrantes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Se miró las manos lleno de angustia, como si le quemaran. Pero no parecía tener nada malo en ellas. Su piel se veía normal, en color y en textura. ¿O no? ¿Estaba vivo? ¿Estaba vivo?</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-size: 18.6667px; white-space: pre;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">+++</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;">Eran más de las diez de la noche cuando entró a su edificio y encendió la luz de la escalera para subir a su departamento. Estaba cansado y sentía frío en los pies. Aunque en ese mohoso interior no hacía más frío que en la calle, tuvo la misma cálida sensación de los caminantes que llegan a casa.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Al pasar por el departamento de la divorciada, se encontró con la chica de doce años sentada en el suelo, acurrucada en el umbral de su puerta como un perro mojado. Se veía desamparada: flaquísima, con la piel de los brazos erizada de frío porque no traía puesto más que una camiseta. “Seguro volvieron a pelear”, pensó Ángel. “O la corrió la arpía de su madre”. Mejor no preguntar; para qué, si no había nada que él pudiera hacer. Mejor pasarse de largo como si no la hubiera visto.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Fue la chica quien le habló a él.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Dicen que eres un hombre santo —le dijo—. Dicen que curas moribundos tocándoles la frente.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel iba a seguir subiendo sin contestar. No estaba de humor. Pero la chica lo detuvo hablándole con una voz más firme:</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Toca mi frente.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—¿Estás enferma? Yo no tengo ningún poder. No es verdad lo que te han dicho.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—No estoy enferma. Pero sí creo que eres un hombre santo. Tienes cara.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Detenido con un pie en un peldaño y otro en otro y con la mano apoyada en el pasamanos, Ángel le dirigió una mirada inexpresiva.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Sólo toca mi frente —repitió la chica—. Y dime que esto va a pasar pronto y vamos a volver a vivir como antes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel abrió la boca como para decir algo, pero volvió a cerrarla. Se quedó pensativo un instante y luego dijo:</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>—Pero es que eso no es verdad. Esto no va a pasar. Sólo será peor.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>La chica le dirigió una mirada en la que había súplica y había horror. Pero no le respondió. Encogió las piernas y hundió la cara entre sus manos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ángel terminó de llegar a su departamento.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>“¿Estás contento con lo que hiciste?”, se dijo a sí mismo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Se quitó los zapatos y los calcetines mojados de lluvia y fue al baño a orinar y a llenar una cubeta de agua caliente para meter ahí los pies. Tenía hambre.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>“¿Estás contento, Ángel?”, se repitió. “Igual le hubieras dado una patada en la cara, ¿no? Le habría dolido menos”.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>Frente a la silla donde estaba sentado disfrutando su baño de pies había una ventila abierta. Por ahí se veía un poco del cielo. ¿No habría nadie por allá que lo castigara?, se preguntó. Hubo una época en que tal vez había un dios aquí en la tierra, y ese dios lo habría castigado por la inmundicia que salió de su boca. Ángel deseó que existiera alguien que lo castigara. Pero la ciudad estaba desierta y el planeta Tierra era un bolita devastada y sucia que flotaba en la más completa soledad.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px; line-height: 150%;"></span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: 18.6667px;"><span style="white-space: pre;"> </span>No había nadie.</span></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-15796710729392513032020-12-11T09:05:00.001+01:002020-12-11T09:05:40.179+01:00Für Elise<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggd4sBOlcUVz2HRzP0r1Aq4Yzr8532cAr9YO6Y9_jpPS6N9QhbXl59t-9KBQ35vybGV8FtRCXSIijsJyk3XifS8m9l-MDbbXfDMxZvuZPbFO3ytA49q57siYL8GbyDpwAPnpWJ/s2048/Fur+Elise.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1596" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggd4sBOlcUVz2HRzP0r1Aq4Yzr8532cAr9YO6Y9_jpPS6N9QhbXl59t-9KBQ35vybGV8FtRCXSIijsJyk3XifS8m9l-MDbbXfDMxZvuZPbFO3ytA49q57siYL8GbyDpwAPnpWJ/s320/Fur+Elise.jpeg" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Tenía once años
cuando terminé la primaria. Como me gradué con honores y de “premio” me
llevaron a la Ciudad de México a saludar al presidente, algunas personas
notables se interesaron en mí. Una de ellas fue un prócer local que tenía un
primo rico en la capital.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Este primo
llamó por teléfono a mis padres, no a nuestra casa porque nosotros no teníamos
una línea, sino a la tienda de al lado. Era para ofrecerme hospedaje en su casa
a mi llegada a la Ciudad de México, sólo la primera noche porque ya luego la
Secretaría de Educación Pública se encargaría de mí. En aquella época uno no
desconfiaba de las personas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así que me encontré, por primera vez en
mi vida, en una casa rica. Todo me dejó boquiabierto: la escalera alfombrada
con su barandal de madera, el piano de cola, el despacho lleno de libros, la
enorme cocina donde una mucama en uniforme me hizo un sandwich delicioso. Y aún
me faltaba lo más bello, que llegó después de la cena. Era la hija menor de los
señores, una niña como de mi edad a quien llamaron para que tocara el piano.
Bajó por la elegante escalera. Tenía el pelo largo, castaño claro, y un vestido
de color pastel que ahora, viendo la escena en perspectiva, me doy cuenta de
que no era un vestido sino un camisón para dormir. Y me sonrió y se presentó y
enseguida se sentó al piano. Yo nunca había visto un piano de cola, mucho menos
una niña capaz de tocarlo. Tocó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Para
Elisa</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A mi edad he llegado a saber que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Para Elisa </i>es una pieza relativamente
fácil, para estudiantes que empiezan. Pero en ese entonces me conmovió como la
música más sublime en la ejecución más virtuosa del mundo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La niña no tocó más que eso. Y yo me
fui a dormir ya sin poner atención a los lujos de la casa. Ni siquiera recuerdo
cómo era la recámara que me dieron. Estaba en éxtasis por la música.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al día siguiente me despertaron
temprano para llevarme en coche a la Secretaría de Educación Pública. Nunca
volví a ver a aquella familia. Ni siquiera recuerdo el nombre de la niña. Han
pasado más de cuarenta años y ya no queda nadie a quien preguntarle qué fue de
esas personas. Pero cada vez que escucho <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Para
Elisa</i>, vuelvo a ver en mi mente los cabellos castaños, el “vestido” color
pastel, los bellos ojos concentrados en el cuaderno de partituras. Quizá no eran
bellos. No importa. Quizá la niña no tocaba bien y no siguió haciéndolo; se
casó y se olvidó del piano. Tal vez aquélla no era una casa rica; sólo era
diferente a las casas de mi pueblo. Nada de eso es asunto mío. La memoria es
otra cosa. La memoria sabe decir mentiras que parecen verdad y eso es
suficiente.</span><a name="QuickMark 1"></a><span style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-114103779876160272020-11-26T11:44:00.005+01:002020-11-26T11:44:54.894+01:00Fantasmafilia<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7Vi547p_tS7BVo4HAxcH1-Y5k7vQXj72GAUQQQGuyZ6XQDQcVMSi1WlMRz26tIa1u33LSL50S9oRUv_Mdy9ooDqqzrxYe1K_USjek6g9uhio_ue565A14Xl-YQn9M1HVAOJch/s500/Fantasmafilia.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="374" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7Vi547p_tS7BVo4HAxcH1-Y5k7vQXj72GAUQQQGuyZ6XQDQcVMSi1WlMRz26tIa1u33LSL50S9oRUv_Mdy9ooDqqzrxYe1K_USjek6g9uhio_ue565A14Xl-YQn9M1HVAOJch/s320/Fantasmafilia.jpg" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Como bien sabe
todo el que ha puesto un altar en Día de Muertos, hay que ofrecer algo a los
fantasmas si uno quiere que vengan. Algo que apele a los sentidos. Por alguna
razón que todavía estoy descifrando, no les mueve mucho el sentido de la vista.
Será que finalmente aprendieron a desconfiar de las apariencias, de las
engañosas formas del mundo físico. Por razones obvias, tampoco el tacto
funciona con ellos. Los otros tres sentidos, sí. Son golosos y de verdad los hacen
felices esos banquetes caseros que les ofrecemos cada 2 de noviembre. Con el
gusto va el olfato, por supuesto. Yo les tengo su mesa especial —una mesita de
madera de cerezo— y ahí les pongo sus golosinas: bombones de chocolate,
lágrimas de azúcar con licor de anís, dulces de regaliz, una copa de absenta o
algún licor de hierbas amargas. No, no es lo que me gusta a mí. Mi menú depende
en realidad de la clase de fantasmas que me interesa invitar a mi casa. Vamos,
¿qué clase de presencias etéricas vendrían si ofrezco uno de esos platillos que
halagan a la gente sin modales? Mi oferta está dirigida a espíritus sensibles
que vivieron en esa época dichosa en que aún había respeto por los prejuicios y
murieron dignamente de tuberculosis o de sífilis.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Últimamente he detectado una que me
tiene entusiasmado. No le interesa la comida y eso ya la eleva por encima de
todos los demás. Puedo ordenar los más exquisitos chocolates de Suiza o de Bélgica
y me los desprecia. Si acaso se acerca a la absenta. En cambio, ciertos olores
le arrancan suspiros que llegan a mecer mis cortinas. Le gustan los perfumes,
en especial los cítricos y los florales. Abrir una botella de esas fragancias
en mi mesa de ofrendas es como abrir una lata de arenque donde hay gatos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Mi fantasma toma ante mis ojos la forma de
una tenue niebla opalina. Sabe recompensarme: más tarde, ya en la cama, gozaré
hasta la ebriedad ese soplo helado que viene a rizar los vellos de mi pecho con
retozos de chicuela.</span><span style="font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-64061745703826235382020-10-08T10:00:00.003+02:002020-10-09T18:44:33.452+02:00Memoria de Ixmiquilpan. Parte 1<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://www.mexicoenfotos.com/MX15297961584873.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="526" data-original-width="800" src="https://www.mexicoenfotos.com/MX15297961584873.jpg" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Nací en
1963. Eso quiere decir que los primeros siete años de mi infancia me tocaron en
los años sesenta. Una década de mucho ajetreo: las luchas revolucionarias
latinoamericanas, Fidel Castro y el Che, la crisis de los misiles, los hippies,
los Beatles, María Sabina, el boom latinoamericano, la primavera de Praga, la
masacre de Tlatelolco, la llegada del hombre a la luna... era otro el mundo de
entonces. México era otro. Ixmiquilpan era otra, tan diferente que hoy apenas y
es posible reconocerla en las imágenes de las fotos antiguas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ciertamente, esa ciudad de calles
sucias y llenas de agujeros, atravesada por un río y un arroyo ya muertos, no
se parece nada al tranquilo y un poco adormilado pueblo que todas las
primaveras lucía alfombrado por las jacarandas. Miro las fotos que publica la
revista <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cactus</i>: imágenes de los años
50, 60, 70… reconozco algunas caras y casi todos los nombres. Ixmiquilpan era tan pueblo que todo el mundo se conocía. Debía su identidad a
algunos viejos apellidos: López, Vázquez, Rocha, Núñez, Monter, Ramírez, Trejo,
Romero, Pedraza, Velázquez, Regalado, Salomón, Martínez, Morales, Hernández,
Olguín, Bravo, Rangel, Sandoval, Roa, Alcántara, Durán, Cadena… esos y otros
que de momento no recuerdo eran los apellidos de los personajes de esas fotos
antiguas en blanco y negro, los de los primeros equipos de futbol y las
primeras reinas de la belleza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Ixmiquilpan todavía no tenía ínfulas de ciudad. Era un pueblo
tan pequeño que, desde la parte de atrás de mi casa, se veía el arroyo, luego
el mercado y, más allá, sólo tierras de labranza y un área despejada donde se
ponían las carpas del circo. Allá me escapaba yo con mis hermanas y mi hermano,
los chicos de los vecinos y a veces mis primos. Íbamos a ver los animales, con
la sensación de aventura que daba llegar a las afueras del pueblo. En las otras
direcciones era más o menos lo mismo; no se necesitaba tomar peseros para ir de
un lado a otro. No había zonas residenciales ni supermercados ni casas de
cambio ni pizzerías ni tiendas de computadoras ni nada de esas cosas modernas
que nos han invadido. Eso sí, había muchas misceláneas y talleres de todo tipo.
Bueno, creo que de sastrería sólo había tres: el de mi papá y mi tío Beto, el
de Marcelo y Luis y el de Juan. Los cinco maestros ya se fueron de este mundo,
pero dejaron discípulos que ahora siguen. También había pocos balconeros, pocos
carpinteros, pocos zapateros y en general eran honrados y bien hechos, aunque a
veces tardados.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">Lugares de reunión también había pocos, pero muy queridos: La
fuente de sodas Alcántara, adonde muchas veces íbamos saliendo de la secundaria
y después de los desfiles; la cafetería El Minuto, ideal para citas amorosas
porque tenía una sección a media luz donde uno podía platicar a salvo de miradas
indiscretas. Y por supuesto, las cantinas a las que uno podía ir directamente en
busca de los borrachos locales. En esa época no había teléfonos celulares y no
todos tenían línea fija, así que era común ir a buscar a los hombres (jóvenes y
viejos) a esa especie de despacho que era la cantina. Yo, por ejemplo, tenía
una amiga que me llamaba a mi casa para que fuera al bar de la cuadra a buscar
a su novio, que seguro estaba ahí, y le dijera que ella quería hablarle. Y ahí
iba yo de obediente, lo llamaba y me lo llevaba a mi casa a que se pasara un
buen rato oyendo regaños perfectamente justos. Estos entrañables templos
dedicados al ocio y el vicio tenían nombres como Billares Alcántara, El
Paraíso, El Atorón, El Jacalito, Haz de venir… aunque el lugar de reunión favorito de
todos era el portal oriente, por las noches. Se llenaba de puestos de antojitos
(chalupas, flautas, enchiladas, etcétera) y ahí se encontraban las familias, a
veces aunque no quisieran. El otro portal, el del poniente, tenía más vida en
las mañanas, cuando había un bolero en cada columna y era casi cuestión de
estatus dejarse ver ahí sentado, leyendo el periódico, mientras esos chicos
hacían rechinar las franelas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">¿Tiendas? Ya había muchas, pero no todas eran de tradición y
no todas sobrevivían. Recuerdo algunas, las del centro, para no ir más lejos: La
botica La Gloria, La Casa Venus (nombre más que promisorio para una
perfumería), las ferreterías Casa Regalado, Casa San Pedro y El Zepelín (donde
los hombres hacendosos nos sentíamos como niños en juguetería), La Alcántara
(precursora de los minisúper), la mercería de don Marquitos, adonde tantas
veces me mandaron a comprar botones, cierres, elásticos y cosas de ésas; y esa
otra mercería que se llamaba La Vencedora y estaba en mi calle. Recuerdo
también La Pasadita, donde vendían esas bebidas alcohólicas de colores que
tenían el bello nombre de “espíritus”; la papelería El Venadito, atendida por
un señor muy amable que se llamaba Bartolo y platicaba con los niños; y luego
esa mezcla de juguetería y tienda de deportes que se llamaba El Trébol y estaba
mero enfrente de donde paraban los autobuses a Pachuca y a la Ciudad de México;
las farmacias Cruz Blanca e Hidalgo; esta última también era papelería y ahí compraba yo
mis monografías y todas esas cosas que se usaban entonces. Por
cierto, fue ahí donde una vez oí que un muchacho preguntaba si no tenían la
biografía de la ballena. Tal vez se refería a alguna de esas ballenas famosas,
como Mobby Dick o la que se comió a Jonás o la de Pinocho, pero yo no pensé en
ésas y me dio risa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es que había poca cultura entonces,
y eso que la desgracia de la televisión apenas empezaba. Creo que empezó con
cuatro canales nada más, pero ustedes me corregirán. Eran el 2 (telenovelas),
el 4 (películas del año de la canica), el 5 (caricaturas y series gringas) y el
8 que ya no me acuerdo de qué era. Eso sí, muchas de las películas más
emocionantes de mi vida (y algunas eran películas de arte) las vi en los dos
cines que teníamos: el Del Valle y el Aries. Qué emoción era entrar ahí. Eran
mis lugares favoritos en todo el pueblo. En el Del Valle me eché todas las de
ficheras, metiéndome de contrabando. Bueno, también había aún carpas de cine en
la feria, pero ya no me acuerdo de ésas. Creo que pasaban puras pelis de
charros y canciones rancheras. Y había unas carpas con enanitos y esas otras
tradiciones de la cultura de feria, como la carpa de la mujer lagarto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>De música, pues qué querían:
nadamás la banda municipal de tambora y trombón, y los tríos de huapangos de
los lunes. No se habían inventado los Cds ni los formatos digitales, y los
casets eran la gran novedad, aunque la mayoría de la gente seguía presumiendo
sus discos de acetato. Me acuerdo de las portadas. Me acuerdo también de que en
algunas casa tenían una consola; es decir, un mueble de madera con patas,
especial para tocar música. Le ponían una carpetita de gancho encima con un
elefante de yeso y era el orgullo de la familia, junto con la foto de XV años y
el título de la universidad, que normalmente se colgaban en la pared, sobre la
consola. ¿Quién no recuerda casas así?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ciertamente, tener un título
universitario era cosa respetada y se consideraba que ya con eso tenía uno su
fortuna hecha (ya habría tiempo para el desencanto). Ser llamado “doctor”,
“licenciado” o “ingeniero” era cosa de mucho prestigio y mucho brillo: era uno
un profesionista. ¡Las mamás estaban tan orgullosas de sus hijos profesionistas!
Es que además no era tan fácil como ahora. No teníamos universidad, ni siquiera
prepa. Lo más que se podía estudiar, saliendo de la secundaria, era la academia
comercial (Villa o Lux).<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Esas academias
eran el destino de las señoritas de buena familia antes de casarse. Porque
éramos una sociedad patriarcal, y, si la familia no podía sufragar los estudios
universitarios de hijos e hijas, pues se daba la preferencia a los hijos. Las
hijas para qué; nada más se iban a echar a perder allá en la ciudad juntándose
con hippies y comunistas, y además qué necesidad había si su futuro estaba
hecho con que se casaran bien. Mientras tanto iban a la academia comercial.
Esas academias me encantaban porque las muchachas se veían muy bonitas con sus
uniformes y además los salones de clase tenían ventanas a la calle y uno podía
echarse su taco de ojo cada vez que pasaba por ahí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Otras muchachas se iban a estudiar
la Normal, que en esa época se podía hacer sin preparatoria. Aunque muchos
hombres también lo hacían, se consideraba una profesión de mujeres. Y en
Ixmiquilpan llegaba a ser una tradición familiar. Así teníamos a las maestras
Rocha, las maestras Domínguez, las maestras Chávez... tal vez otras que en este
momento no me vienen a la memoria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En cambio, ser doctor o licenciado
(más aún ingeniero) se consideraba cosa de hombres. Será por eso que cuando
trato de recordar a los médicos de mi infancia, sólo se me ocurren hombres. La
gente se refería a ellos por su apellido, con mucho respeto: Alisedo, Armenta,
Lemus, López, Absalón, Luque, Valdivieso...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>De otras profesiones se sabía poco
y a nadie le importaban. Eran un exotismo de los intelectuales. Y los
“intelectuales” eran algo así como un montón de herejes que atentaban contra
las buenas costumbres y los valores de la patria y la familia, pero
afortunadamente vivían lejos; en Ixmiquilpan no teníamos ni uno. Tan se sigue
dando por hecho esto que, una vez, hará unos veinte años, escuché un diálogo
muy chistoso. Estaba una pareja joven mirando unos lentes en un puesto del
portal. La muchacha intentaba convencer a su novio de que se comprara los que
ella quería. “¿Por qué estos?”, le preguntó él, aferrado a otros más feos. “Es
que con éstos te ves como intelectual”, le contestó ella. La respuesta de él
fue contundente: “¿Y tú cómo sabes cómo son los intelectuales si nunca has
visto uno?”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pues ya me cansé. He escrito estas
cosas un poco al azar, sin seguir un plan y sin ser exhaustivo en nada. He
mencionado cosas, lugares y nombres, y seguramente habrá quien me reclame que
me faltó esto o me faltó lo otro. Culpa de mi memoria o de que siempre fui muy
distraído, tanto que de niño se me olvidó muchas veces pedir el vuelto en los
mandados y mi mamá me mandó de regreso a la tienda o a la tortillería, con toda
la pena. Así que si se me olvida algo, no se enojen y de todos modos
recuérdenmelo, por si un día se me antoja hacer crecer estos recuerdos.<o:p></o:p></span></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-68665471557919066872020-09-06T11:58:00.000+02:002020-09-06T11:58:08.429+02:00Agustín Cadena lee su cuento "El miedo a los gatos"<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/LveiUUZkM80" width="320" youtube-src-id="LveiUUZkM80"></iframe></div><br /> <p></p>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-43495913044078929962020-04-07T20:13:00.000+02:002020-04-10T17:57:09.748+02:00La lluvia<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzsocA5ETo4n7Qo-WrMF9SumDpCMi5JT46hIopIYowOTlfm8qTXG-7RrBdEIV8-6tcuE06g63HwCyU2ez6dcWhyphenhyphenfMu61S0dukYorTS05KuyGD2syynyygLhGkPyBSArmX0289F/s1600/La+Lluvia02.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="425" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzsocA5ETo4n7Qo-WrMF9SumDpCMi5JT46hIopIYowOTlfm8qTXG-7RrBdEIV8-6tcuE06g63HwCyU2ez6dcWhyphenhyphenfMu61S0dukYorTS05KuyGD2syynyygLhGkPyBSArmX0289F/s640/La+Lluvia02.jpeg" width="640" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Desde mi ventana se veía la bandera toda escurrida,
húmeda por la lluvia, en el patio de la primaria de la unidad habitacional. El
verde, supongo, representaba la carne echada a perder de los miles de muertos;
el rojo, los bubones inflamados. ¿Y el blanco? ¿Qué decían los maestros que
representaba el blanco? Tal vez ese cielo lechoso de septiembre. Porque no
había parado de llover desde hacía un mes. Todo se veía húmedo a lo lejos; en
las azoteas, los tendederos cayéndose de ropa que no se secaría nunca. El
paisaje me trajo el recuerdo de aquella última tarde que pasé en mi pueblo
antes de la pandemia, cuando saqué al Káiser a dar una vuelta por la plaza.
Éramos los dos únicos seres vivientes que andaban por ahí mojandose. No es que
fuera un aguacero aquella vez; la verdad sólo era chipi-chipi, pero la gente ya
había empezado a encerrarse. Ya había empezado el miedo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Desde
las ventanas del departamento, en el octavo piso de la unidad, la ciudad no se
veía tan desierta como estaban diciendo en la televisión. Encendí la laptop
para ver qué comentaban mis contactos del Face. Los hospitales estaban
saturados, y los alarmistas ya estaban posteando fotos de enfermos agonizantes
y médicos en traje de guerra biológica. ¿Por qué les gustaba crear miedo? Iba a
hacer un comentario al respecto cuando sonó mi celular. Era mi madre:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Hola,
má. ¿Cómo tás? ¿Está lloviendo en el rancho?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No has
visto las noticias? ¡Está horrible, hijo! Qué bueno que no vas a venir al
pueblo. No salgas si puedes evitarlo, por favor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Quién
te dijo que no voy a ir?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿A qué
vienes? Nada más a emborracharte con tus amigos. Pues ya ni eso vas a poder
hacer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Todavía
no prohíben las reuniones en casa. ¡Además yo quiero ir! Es el cumple de
Minerva y le van a hacer fiesta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Es tu
novia?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No, es
mi amiga, pero...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Celebras
su próximo cumpleaños. No le ha de faltar compañía... así como tiene de fama...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mi madre
no se imaginaba por qué tenía yo tantas ganas de ir al rancho. La verdad es que
ya no me quedaba nada de dinero. Me lo había gastado ordenando comida por
internet ahora que había tanta oferta. Al final de la discusión telefónica, mi
mamá se quedó con la idea de que yo iba a hacerle caso, y yo con la decisión de
ir al rancho. Cuando colgué, me di cuenta de que la batería del celular ya
estaba en amarillo, pero no quise entretenerme en cargarla. Junté mi ropa sucia
y la zambutí en mi mochila, junto con la laptop. ¿Qué podía pasar? ¡Nada! Yo
nunca me enfermaba. A veces, en la escuela, todo el mundo andaba moqueando y
tosiendo, contagiándose unos a otros, y a mí no me pasaba nada. Ni un
estornudo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Estaba
lloviendo leve cuando salí del edificio. El impermeable no servía de mucho
porque había viento y la lluvia pagaba de lado, fría, cortando la cara y las
manos. Así llegué a la parada del micro. Un letrero avisaba que el servicio se
había interrumpido hasta nuevo aviso: tendría que caminar. La estación de
autobuses estaba lejos: cuatro kilómetros de acuerdo con Google maps, pero por
lo menos ya estaba parando de llover. Recorrí esa distancia entre calles
vacías, silenciosas. Parecía que nunca hubiera vivido nadie ahí. Ni siquiera
salía ningún ruido de las ventanas cerradas a piedra y lodo. A cierta distancia
vi humo, no el humo bucólico que sale de la chimenea de alguna cabaña anidada
entre flores; no, yo sabía demasiado bien lo que era: estaban quemando a los
muertos junto con todas sus pertenencias. En todo el trayecto vi sólo seis
personas: las conté. Eran jóvenes todas. No traían cubrebocas ni ninguna protección.
Los habitantes de la ciudad nos dividíamos en dos grupos: los que creíamos que
todo eso era una falsa alarma creada por los medios y en realidad no ocurría
nada, y los que ya no creían en la eficacia de nada. En cualquiera de los dos
casos, las máscaras sobraban.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así
llegué a la terminal. En el andén que me tocaba había como diez personas nada
más y eso que las corridas de autobuses se habían reducido a una por día.
Cuatro iban juntos, supongo que eran una familia; en todo caso lo parecían
porque todos estaban gordos. La menos gorda era una niña como de once años;
otra, más chica, era una verdadera lechoncita: hasta la voz tenía de cochinito.
La madre estaba callada, seguramente llena de miedo. En cambio el padre se veía
contento: un puerco grandote, prieto, de bigotes como de escobetilla pero
negros, con una chamarra de cuero. Entre los otros pasajeros había tres o
cuatro señoras y dos chicas, una de ellas lindísima y buenísima. Me puse a
pensar en cómo podía hacerle la plática, pero luego decidí mejor no molestarla.
Hacer caso de las recomendaciones oficiales de no acercarse a nadie.
Justificación para mi inseguridad, lo reconozco. Mientras pensaba en eso, la
gente pasaba hacia otros andenes, y más pasajeros vinieron a formarse en
nuestra fila. El autobús no llegaba y ya eran las once y media de la mañana; se
suponía que salía a las once.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Dejé de
pensar. Mi mochila estaba pesada con toda la ropa sucia que me llevaba al
rancho para que mi mamá me la lavara. Pero ni modo de ponerla en el piso lodoso
del andén. Recomendaban no hacer eso: el suelo era otro hervidero de virus.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El gordo
bigotón empezó a despotricar porque no llegaba el camión. “Cálmate, papá, por
favor”, le suplicó la niña relativamente delgada. “Aquí amontonados corremos
más peligro de infectarnos”, respondió él. Ni modo, iba yo a tener que aguantar
la piara todo el camino. Ya quería llegar a casa. Tenía hambre y no tenía
dinero ni para una torta; con trabajos había completado lo del pasaje.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Finalmente
llegó el autobús. Yo estaba a la mitad de la cola y de repente todos empezaron
a empujarse para subir, a pesar de las advertencias sanitarias. Nunca he podido
entender eso: si los boletos están numerados, ¿para qué se avientan? ¿No que
tenían mucho cuidado de guardar Susana Distancia? Ah, claro, los que tenían ese
cuidado se quedaban en casa y no viajaban a ninguna parte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—La
mochila va abajo —me dijo el chofer con tono autoritario. Él sí traía su
cubrebocas azul de dentista. No sé por qué pensé en un dentista, uno de esos
que a uno le da asco que le metan en la boca sus dedos regordetes y peludos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Siempre
me dejan subirla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No cabe
en el portabultos. Además puede estar contaminada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Me la
llevo en las piernas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Molesta
al pasajero de al lado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pero si
ni se van a ocupar todos los asientos —insistí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
chofer dejó de mirarme y meneó la cabeza, aferrado a su actitud.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Va
abajo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por
qué?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Es el
reglamento y ya, hijo. Te subes o te quedas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Comprendí
que no iba a lograr nada:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Está
bien. Ábrame la cajuela.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Jálale
nomás.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hasta
eso tuve que hacer. Con la lata de que iba a tener que ponerme a las vivas en
cada parada, no fueran a robarse mi mochila. Nada más saqué la laptop.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me fui
viendo el paisaje: la ciudad empapada tras la cortina gris de la lluvia, que
había vuelto. Lentamente, parando cada tanto, pasamos los últimos barrios de la
ciudad, la zona industrial, la caseta de cobro... el chofer iba hablando por su
radio de banda civil, probablemente con sus colegas que iban por otros rumbos.
No alcancé a oír lo que decían ni me interesó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Saliendo
de la ciudad vimos el primer accidente: dos autos destruidos, un carro de
bomberos, un hombre empapado haciendo señales con una franela roja... la turba
llena de miedo le había prendido fuego a una casa. Luego ya todo fue más
rápido. El chofer dejó su juguetito y puso música o lo que él entendía como
tal. Para cuando terminamos de remontar la sierra, ya habíamos contado otros
cuatro desastres y linchamientos de enfermos. Entendí que ni mi madre ni mis
contactos del Face habían exagerado: la situación estaba grave. En mi teléfono,
la señal de batería baja no dejaba de flashear. “Creo que mejor me hubiera
quedado”, me dije. “Pero bueno, gracias a Dios no ha pasado nada hasta
ahorita”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nos
detuvimos en Los Limones, donde bajaron dos pasajeros. Quedamos como ocho, yo
creo. El chofer se tardó un poco platicando en la oficina de la línea y luego
volvió con un café en un vaso de unisel y reanudamos la marcha. Atrás de mí iba
la familia de gordos. Adelante, junto a la puerta, la muchacha bonita. Luego dos
señoras que iban secreteándose. Cerca de mí, del otro lado del pasillo, un
señor ya viejo que se me hizo conocido y un muchacho como de mi edad. Pensé que
viajaban juntos porque iban platicando muy animados, como si les valiera un
cacahuate lo que pasaba allá afuera con la pandemia. Se reían.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Bajando
hacia los valles no llovía, pero el lodo y los montones de hojas verdes
arrancadas de los árboles indicaban que eso era sólo una tregua. De cualquier
manera, dejé de estar preocupado: era ya la mitad del camino a mi pueblo. Saber
esto me llenó de tranquilidad. Cerré los ojos y poco a poco, arrullado por el
rumor de las conversaciones y la música tropical del chofer, empecé a cabecear.
Como entre sueños, sentí que el autobús dejaba de moverse hacia adelante y en
cambio descendía en una lenta y suave caída. Quién sabe qué me hizo despertar.
Yo creo que los gritos de las niñas gordas. El hecho es que abrí los ojos sólo
para darme cuenta de que estábamos atascados en una cuneta. Las señoras
chismosas exclamaron algo y las niñas gordas se soltaron a llorar. El chofer se
puso de pie y dijo:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Todos
están bien, ¿verdá? Tranquilos. Tuvimos una falla mecánica y yo no puedo
arreglarla. En cuanto pase otra unidad de la línea, le digo que los lleve.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y a
qué horas va a ser eso? —preguntó desde atrás el gordo de la chamarra de cuero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Eso sí
no sé decírselo, señor. Puede ser una hora, puede ser más.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La más
chica de las niñas gorditas empezó gritar:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Mami,
tengo miedo!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y la
madre se puso a acariciarle los cabellos tratando de consolarla. Ha de haber
sido una de esas señoras aguerridas, porque sin duda todos estábamos nerviosos
y sin embargo ella se aguantaba para no asustar más a sus hijas. Pensé en mi
mamá y en lo que ella habría hecho en este caso, y me cayó el veinte de que
esto era precisamente de lo que había querido salvarme. Me sentí triste, no
alarmado como los otros pasajeros. Intenté llamar a mi casa, pero el teléfono
ya no respondió. A nadie le importó, por supuesto. Ni siquiera se dieron
cuenta. Cada quien estaba en su onda, reaccionando a su manera. Unos le echaban
la culpa al chofer, otros hacían lo posible por mantener la calma, las señoras
chismosas se pusieron a rezar. Nadie me miraba, nadie miraba a nadie más. La
única que volteó hacia mí fue la muchacha bonita. Era mi última oportunidad
para acercármele. Y otra vez me quedé paralizado, pensando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
chofer se quitó su cubrebocas de dentista y se bajó a fumar. Siguieron su
ejemplo el viejo que se me hacía conocido y el muchacho que iba con él, y luego
la bonita. Se pararon del lado de la cuneta, donde quedaban protegidos del
viento húmedo, y ahí encendieron sus cigarros. Yo sabía fumar, como todos los
de mi banda de la prepa, pero no me gustaba. Sin embargo me di cuenta de que
ahí sí era mi última oportunidad. Me bajé corriendo con mi laptop en la mano,
como estúpido <i style="mso-bidi-font-style: normal;">nerd</i>:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Tendrás
un cigarro que me regales? —le pregunté a la bonita. La voz me salió entre
tartamudeos, como si nunca en la vida le hubiera hablado a una chica. Ella se
me quedó viendo y sonrió. Iba a responder algo, pero en eso el viejo se metió
en nuestra conversación:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No te
pases de gandul. ¿Cómo le pides cigarros a una señorita? Eso no es de
caballeros. Yo te doy los que quieras. Toma —y me extendió su cajetilla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me le
quedé viendo con una mezcla de odio y vergüenza. La bonita se dio cuenta y
acudió en mi ayuda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo se
lo doy, señor. No se preocupe —dijo, y siguió sonriendo. Era el momento de
demostrar mi caballerosidad:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No la
voy a despreciar, ¿verdad, amigo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Como
quieran —gruñó el viejo con una voz ronca de fumador—. Para mí, mejor. Me dura
más la cajetilla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fue así
como, fumando, comenzamos a platicar los tres. Yo hubiera querido que nada más
fuéramos dos, pero ni modo de hacer una grosería; para empezar, me hubiera
visto muy lanzado. Definitivamente se me hacía conocido el viejo. ¿De dónde?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Cómo
se llama, señorita? —hizo la pregunta que yo quería hacer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Diana.
¿Y usted?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Isaías
Galindo, para servirle.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En ese
momento se hizo la luz en mi memoria. Claro: ese viejo disminuido, encorvado,
con aspecto de enfermo, era “El Pezuña” Galindo, el orgullo de mi pueblo hacía
como veinte años. Yo todavía no nacía cuando él dejó de pelear, pero mi padre y
mis tíos siempre que se ponían a chupar acababan hablando de ese gran boxeador
que fue El Pezuña Galindo, campeón de peso gallo. Se contaban mil anécdotas, a
cual más exagerada, y una de las cantinas del pueblo tenía las paredes
cubiertas de recortes de periódico donde él aparecía, fotos y carteles
anunciando sus peleas y, sobre la barra, unos guantes autografiados. Vivía en
Los Angeles, hasta donde yo estaba enterado. ¿iba al pueblo? ¿De visita? Me
dieron muchas ganas de preguntarle, pero lo que nos sobraba era tiempo. Ya lo
haría después, con más confianza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y tú
cómo te llamas? —me preguntó Diana.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Juan
José.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se unió
a nosotros el muchacho que iba sentado junto a El Pezuña, y así el grupo llegó
a cuatro. Mejor: así me sería más fácil concentrarme en Diana. Y así lo hice:
cuando terminamos de fumar y regresamos al autobús, me senté junto a ella.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Eres
estudiante, ¿verdad? —me preguntó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Sí, de
la prepa uno. ¿Y tú?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—De la
tres.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y así se
nos fue el tiempo: platicando. Al parecer, los otros pasajeros también se
hicieron amigos. Confiábamos en que nadie estaba infectado y así debía ser: esa
enfermedad era rápida para hacer su trabajo: el que la contraía iba a dar a la
morgue dos días después. El gordo se puso de buenas y empezó a contar chistes
que los demás le celebraban. Mientras tanto, el chofer seguía comunicándose con
alguien por el radio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No nos
queda más que esperar —dijo finalmente a través de su máscara de dentista—. Las
unidades no están saliendo por el mal tiempo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué
vamos a hacer? —el gordo volvió a ponerse de mal humor. Se le había acabado la
risa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ustedes
no se preocupen, señores. El Ejército ya está apoyando: viene en camino un
vehículo militar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues a
ver si de veras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Véanlo
por el lado positivo: aquí no hay quien nos contagie.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Seguimos
esperando, ya todos con hambre. Las señoras chismosas llevaban galletas y las
repartieron.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Luego de
un rato oímos que un camión grande se detenía al lado del autobús. Eran<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>soldados y venían con sus trajes blancos de
guerra biológica. El chofer y el gordo se bajaron a hablar con ellos. Yo iba a
ir también, por si había algún problema, pero pensé que me sería más
caballeroso mantenerme al lado de Diana y protegerla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Cuántos
civiles hay en el vehículo? —alcancé a oír que preguntaba uno de los militares,
a través de la visera del traje.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Nueve
en total, mi jefe —le respondió el chofer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Tenemos
capacidad para seis. Los llevamos a Los Limones. Ahí han instalado un refugio
en la escuela. Les darán alimentos y atención médica si es necesario.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
chofer y el gordo volvieron al autobús y nos repitieron lo que ya habíamos oído<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Mis hijas
no han comido nada y están muy asustadas —argumentó la mamá gorda—. Denles
prioridad. Entre ellas y yo somos tres. Y mi marido...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Nosotras
somos del grupo más vulnerable, por nuestra edad! —gritó desde atrás una de las
señoras— Y tampoco hemos comido. Los niños aguantan; nosotras ya no.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Niños y
mujeres siempre van primero —dijo el chavo de mi edad, con un tono definitivo
que no le había oído antes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo
tengo que inyectarme mi insulina —dijo El Pezuña sin mucha convicción, más bien
como con tristeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Tengan
lástima de los que ya estamos viejos —insistió otra de las señoras chismosas—.
Ya no nos queda mucho de vida. En cambio para los niños, esto es una aventura.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No
tiene usted nietos? —le reclamó Diana— ¿Qué les diría si estuvieran aquí: que disfrutaran
su aventura?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Estaría
orgullosa de verlos cederles el lugar a unos pobres ancianos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La niña
más chiquita empezó a chillar:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No nos
van a llevar, mami?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Claro
que sí, nena. ¡No faltaba más!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pero
esta pinche vieja...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Sshhhh
—la madre le tapó la boca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
sargento, capitán o lo que fuera paró la discusión:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Nos
llevamos a las niñas con su mamá, a las abuelitas y a la señorita. Los demás
esperan a la próxima unidad de auxilio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y mi
esposo? ¿Qué va a pasar con él?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Las
alcanza en el siguiente vehículo que podamos mandar, señora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nadie
dijo ya nada. Nada más se oyó el ruido de las bolsas y cosas que bajaban los
pasajeros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Nos
vemos al rato en el refugio —me sonrió Diana, echándose su mochila a la
espalda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya sin
ella, sentí que se había agotado mi paciencia. Hubiera querido volver a ser
niño y soltarme a llorar como las gorditas. Y no podía ni siquiera usar mi puto
teléfono. Me dieron ganas de aventarlo al suelo y pisotearlo. Pero me levantó
el ánimo lo que me dijo Diana: “Nos vemos al rato”. Era una promesa y supongo
que también expresaba un deseo de su parte. Y bueno, tal vez tenía razón la
viejita y todo esto sería una aventura. Tal vez pasaríamos la noche en el
refugio... corriendo aún más peligro de infectarnos. Miré a los otros pasajeros
que se habían quedado conmigo. El gordo parecía muy inconforme con la decisión
de los militares de separarlo de su familia. Se puso a sermonearnos a los demás
sobre cómo había que portarse en situaciones de crisis. El Pezuña ni lo oía; se
veía mal. Entonces me di cuenta: bajo el cuello y los puños de la camisa se le
veían los bordes de unos bultos enrojecidos: los bubones. ¿Era posible que
nadie más que yo lo hubiera visto? Sentí terror. Creía que porque había
películas y había tenido miedo de que me mordiera un perro conocía el terror.
Pero no, aquello no lo era. Esto sí. Y ni siquiera podía decir nada: la gente
se pondría histérica y querrían prenderle fuego al enfermo. Él se veía tan
jodido... si además tenía diabetes, no iba a durar. Apenas y podía articular
las palabras cuando dijo:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Cuando
lleguemos al albergue, me voy a inyectar mi insulina.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por
qué no lo hizo antes? —le preguntó el chofer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Llevo
muchas horas viajando. No creí que tendría que esperar tanto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Yo me
sentía mareado de miedo. ¿Me había tocado? ¿Tenía ya el virus yo también?
¿Estaríamos infectados ya todos los pasajeros? Me toqué los brazos, el
cuello... no tenía molestias, pero... él sí se veía mal. Muy mal. ¿De verdad
era ése el hombre que había noqueado quién sabe a cuántos, que se movía en el
ring como un tiburón buscando su presa? ¿No se habían dado cuenta los demás
pasajeros? ¿Era que el miedo les impedía ver lo que no soportarían ver?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Dijeron
los soldados a qué hora vendrán por nosotros? —le pregunté al chofer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Como en
una hora, hijo. En lo que van a Los Limones y regresan.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Hace
rato no se veía usted tan amolado —le espetó el gordo a El Pezuña—. ¿Qué le
pasa?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Los
nervios me ponen así. No es bueno para la diabetes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por
qué no se inyecta ahorita?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No
traigo jeringa. Allá en el albergue han de tener. El capitán dijo...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues no
se angustie, don Isaías —le dijo el muchacho de mi edad—. ¿Por qué se angustia?
No estamos en peligro ni nada aquí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Nervioso
había de estar yo, que no sé dónde estarán mi mujer y mis hijas. Quién me dice
que no se las llevaron a otro lado los milicos. Capaz que ni siquiera existe el
tal refugio. Ya ven lo que hicieron en Ayotzinapa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Cómo
cree, señor —trató de calmarnos el chofer, sin mucha convicción.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Hay que
tranquilizarnos —dije en voz baja, creo que más para mí que para ellos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nos
bajamos a fumar. Pasó una hora. Hora y media. Me había invadido una angustia
muy fea: sentí que mis neuronas empezaban a explotar como palomitas de maíz
dentro de mi cabeza. No pude más.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Los
Limones no está tan lejos —dije—. Yo me voy caminando.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cualquier cosa es preferible a estar aquí, en
esta espera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Estás
loco —me regañó el chofer—. Espérate aquí; ya no han de tardar los militares.
Ahorita vuelvo a llamar, a ver qué pasa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues si
vienen, a fuerzas me tienen que ver en el camino. Para ellos es igual
levantarme de la carretera que llevarme de aquí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todos se
me quedaron viendo como si realmente estuviera yo loco. El gordo hasta me
sonreía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Quién
se va conmigo? —pregunté.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Quien
menos hubiera esperado, El Pezuña, levantó la mano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo
tampoco quiero seguir aquí sin hacer nada. Esto no es de hombres.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No,
señor —lo detuvo el chofer—. Usted tiene diabetes. Ni siquiera debería haber
salido de su casa. Regrese a su asiento y espere a que venga el auxilio y
vengan a multarlo por irresponsable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Escúcheme,
joven —me dijo El Pezuña, sin molestarse en contestarle al chofer—, yo sé lo
que necesito: necesito respirar aire fresco, estirar las piernas. Nadie de
ustedes sabe quién soy o quién fui alguna vez, pero no soy de los que se quedan
sentados.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Está
muy lejos para usted —le dije, tratando de convencerlo de que no me siguiera.
Me daba miedo. Y lástima. Respiraba como con esfuerzo, como si acabara de
correr, y las manos le temblaban. Pero estaba decidido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No me
importa. Vámonos de aquí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los
demás se dieron cuenta de que no iban a detenernos y ya no dijeron nada. Abrí
la cajuela y saqué mi mochila y el veliz de El Pezuña. ¿Qué llevaría ahí?
Pesaba. Pero no me dejó ayudarle.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo
puedo —dijo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Empezó a
lloviznar, con viento. Un viento que cortaba, que chicoteaba entre los árboles
del camino cargado de agua. Traté de ir despacio, por consideración al viejo.
Ya para qué me cuidaba de él: si iba a haber daño, ya estaba hecho. Él comentó
algo, pero no lo oí bien y no le contesté. No se podía hablar con ese clima.
Como<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>tampoco oía sus pasos, de rato en
rato volteaba hacia atrás para ver si aún me seguía: estaba empapado, más que
yo porque él no traía ropa para la lluvia: un saco de pana y un sombrero viejo
que ya ni forma tenía. Zapatos de ciudad. Me paré en seco y le grité para que
me oyera:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Señor,
regrese al autobús. Mire cómo está de mojado. Ya respiró aire fresco y ya
estiró las piernas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—De
ninguna manera. Vamos a llegar a Los Limones.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues
sígale usted solo. Yo aquí me quedo parado hasta que lo vea que va usted de
regreso al camión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Nos
quedamos aquí parados los dos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y así lo
hicimos unos minutos. Yo tenía ganas de decirle que ya sabía quién era, pero
pensé que entonces menos me dejaría en paz. Me contenté con mirarlo a los ojos,
tratando de dominarlo, pero finalmente cedí:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Por
qué no dijo nada? ¿Por qué subió al autobús si ya tiene los bubones?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No
sabía. Me empezaron a salir hace rato.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿No
sabe que puede habernos contagiado a todos? ¿No se siente mal por eso?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
Pezuña asintió con la cabeza, inmensamente triste. Reanudamos la marcha.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Vamos a
llegar a Los Limones a que me curen —dijo—. Es mi última pelea y tengo que
ganarla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Usted
sabe que a su edad ya no se cura. Y con diabetes, menos. Y ya nos amoló a
todos. Nocaut. ¿Esta satisfecho?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
habíamos recorrido más de un kilómetro cuando se cayó. Fui a verlo. Dejé a un
lado mi mochila y con todo y mi miedo y mi enojo me hinqué junto a él para
ayudarle. El viejo estaba sudando frío y los bubones le habían crecido. Le
ayudé a levantarse y le dije que se apoyara en mis hombros. Así seguimos
andando un poco más.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Nada
más tengo hambre —dijo—. En cuanto coma algo me voy a sentir mejor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Yo no
sabía qué hacer. Íbamos muy despacio y empezamos a hacer pausas para descansar.
La lluvia arreció.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Déjame
sentarme tantito —se separó de mí y se arrimó al tronco de un pino, a unos tres
metros de la orilla de la carretera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Usted
es El Pezuña Galindo: el campeón —le solté de golpe, para ver si sabiéndose
reconocido sacaba fuerzas. Él me miró a los ojos como sonriendo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En ese
instante oí un motor que se acercaba. Era un jeep.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Los
soldados! —exclamé, y corrí a detenerlos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Eran
sólo dos, pero llevaban el carro lleno de víveres. No había lugar para
pasajeros. Les expliqué lo que había pasado y que venía conmigo un hombre
enfermo que necesitaba insulina urgentemente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los
militares se miraron uno al otro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Si
tiene diabetes, no debía haber salido de su casa —dijo el que manejaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Que se
vaya encima de esos bultos —dijo el otro—. Pero nada más cabe él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esta vez
sentí otra clase de angustia. ¿Y si por mi culpa, por querer salvar a un hombre
que de todos modos ya estaba acabado, provocaba el contagio de otros? Pero
ellos eran jóvenes y se veían fuertes: podían curarse...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Está
bien —acepté—. Ayúdenme a subirlo. Apenas y puede caminar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando
llegamos por él, ya estaba muerto. Los soldados lo comprobaron. Y vieron cuál
había sido la causa. Uno de ellos fue al vehículo por gasolina.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Tenemos
que quemarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pero...
no es cualquier muerto. ¡Era Isaías El Pezuña Galindo! Boxeador famoso. ¿No
sabe quién fue?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Y usted
está detenido porque estuvo en contacto con él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Adónde
me van a llevar?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Al
refugio, por lo pronto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Al de
Los Limones? ¿Es un refugio de emergencia sanitaria?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No hay
de otra cosa. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pensé
que era por la lluvia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Se
rieron. Se rieron tanto que la visera de su traje blanco se empañó por dentro.
Por fuera reflejaba las llamas de la incineración.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando
llegamos allá, los otros refugiados ya estaban enterados. No sé qué versión les
dieron, pero sentí sobre mí las miradas incriminatorias de todos: la familia de
gordos, el chofer del autobús, el muchacho de mi edad, las ancianas, Diana...
incluso Diana me miraba como si hubiera sido yo un asesino. El asesino de todos
ellos.</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<br />Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-8433188974422715592020-03-12T10:04:00.000+01:002020-03-12T10:05:29.846+01:00La cita de Teri<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Teri se paraba
en la puerta del edificio a esperar la muerte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkEVY5brcoxoYyV1NMVKCkltjJJuZt_sE6E4R9eSN-u_iepWI_UuqqspYvFT9GJYLseuUo7YD1voNGiH5owvhL0dCe-W_E_Q51t6cultngumnBV4ENSD6V6I17to8Rmu24H0ks/s1600/Teri.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="807" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkEVY5brcoxoYyV1NMVKCkltjJJuZt_sE6E4R9eSN-u_iepWI_UuqqspYvFT9GJYLseuUo7YD1voNGiH5owvhL0dCe-W_E_Q51t6cultngumnBV4ENSD6V6I17to8Rmu24H0ks/s320/Teri.jpg" width="285" /></a><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Era mi vecina, aunque no mi amiga
porque ella no tenía amigos que yo supiera. Se llamaba Teresa, pero le decíamos
Teri. Tendría poco menos o poco más de cincuenta años de edad y una hija adulta
que no vivía con ella. Hacía traducciones y daba clases particulares de inglés
a un par de adolescentes. De eso vivía. No padecía ninguna enfermedad física,
según le dijo a otra vecina que nos contó todo a los demás habitantes del
edificio. Su enfermedad consistía en que tenía miedo de morirse y que nadie se
enterara hasta mucho después, cuando el olor de putrefacción de su cuerpo nos
avisara. No quería pasar por esa vergüenza y por eso hacía lo que hacía: bajar
a la entrada del edificio y pararse ahí a esperar la muerte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Teri hacía cita con la muerte, y la
muerte la dejaba plantada una y otra vez. Cuando se cansaba de esperar o se
calmaba, volvía a subir a su departamento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aparentemente no estaba tan sola: tenía
sus alumnos, y su hija la visitaba los fines de semana. Pero el miedo estaba
ahí. Sobrevenía sin aviso, cualquier día a cualquier hora: en la noche, en la
mañana, en la tarde. Teri lo enfrentaba con dignidad, sin dramatismo. Quien no
la conociera, diría que había llamado un taxi y estaba ahí esperándolo, o que
aguardaba a alguien que bajaría tras ella. No había manera de ayudarla y tal
vez no lo necesitaba. Tal vez es una necedad creer que todo el que sufre quiere
ayuda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Después de unos años, me mudé a otro
edificio, en otra ciudad. No mantuve contacto con nadie y no volví a saber de
Teri. Pero a veces me pregunto por ella. Me pregunto si descansará cuando se
cumpla su cita. Tal vez entonces siga bajando a la entrada del edificio, ahora
a esperar la vida.</span></div>
Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-37850430310461052662020-01-30T10:12:00.001+01:002020-01-30T10:12:40.896+01:00El sobrino diabólico<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJQDZbKRJhluwa22bhjDgGpNCma8t6Dm0-1zYLmYI35l9Tn3RETBjgihSK8aZhBNBONftuE7A1NAw2L4y0prUHUJp5Ul9g3_yBtKNSee9BcimJLyLXO66ZX0pl9rSq9E48GdVH/s1600/IMG_4710.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJQDZbKRJhluwa22bhjDgGpNCma8t6Dm0-1zYLmYI35l9Tn3RETBjgihSK8aZhBNBONftuE7A1NAw2L4y0prUHUJp5Ul9g3_yBtKNSee9BcimJLyLXO66ZX0pl9rSq9E48GdVH/s320/IMG_4710.JPG" width="240" /></a></div>
<span style="font-size: large;">Sostengo que la soledad es el estado ideal del hombre. Cuando uno vive solo, es rey absolutista y dictador de su espacio. Todo cuanto hay a la vista le pertenece, y uno sabe dónde está cada cosa y por qué está ahí.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En este paraíso transcurrían mis años terrestres hasta que llegó mi sobrino.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>El gandul entraba a la universidad, y a mi hermana le pareció lo más normal echármelo. Para qué gastar en hospedaje cuando aquí estaba el tío viviendo con más holgura de la necesaria a un viejo solterón. A mi hermana le pareció un trato brillante y equitativo: su retoño me daría compañía y se encargaría de llamar a la ambulancia si me daba un soponcio, y a cambio yo resolvería su problema de vivienda y de paso cuidaría que no se descarriara. No pude negarme. Pero eso sí, puse mis reglas, las normales que se observan en cualquier casa decente. Y bueno, al principio todo anduvo bien: mi sobrino era un chico respetuoso, silencioso. Se veía que sus padres lo habían educado. Además creo que no le gustaba estar aquí. Los viernes se llevaba su maleta a la universidad y, terminando su última clase, se iba directamente a la estación de autobuses y, de ahí, al pueblo. Yo no volvía a verlo hasta el lunes.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Fue un sábado, estando ya solo, la primera vez que noté algo extraño: me vestía para salir cuando vi que, en el interior del ropero, mis zapatos no estaban perfectamente alineados como los tengo siempre. Uno de ellos sobresalía. Ya podrá el lector imaginar mi sobresalto. En este caos, que es el mundo, la gente se enamora y tiene hijos para que ellos le proporcionen una estructura, una columna vertebral. Los solitarios contamos sólo con nuestros objetos, nuestro invisible (para nosotros visible) orden cotidiano.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Por supuesto, pensé en mi sobrino. ¿Quién más podía haber hecho este estropicio? Pero, ¿para qué? ¿Qué tenía que hacer él en mi ropero? Sus pies eran más grandes que los míos y lo sabía. No habría tenido la idea de probarse mis zapatos. Todo el fin de semana estuve cavilando en el asunto y no pude llegar a ninguna conclusión satisfactoria. Ya ni siquiera estaba seguro de lo que vi.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En cuanto volvió mi sobrino, el lunes, le pregunté. Dijo que él no había tocado nada, que ni siquiera entraba a mi pieza. Le creí. Con toda mi buena fe, le creí. Pero esa misma noche descubrí que el desorden había vuelto a invadir mi mundo, a colarse en él como un ladrón. Esta vez fue en la cocina: encontré un tenedor en el compartimento de las cucharas del cajón de los cubiertos. Jamás, en los más de treinta años que llevo de vivir en este departamento, había ocurrido algo semejante. Otra vez, le pregunté a mi sobrino. Volvió a negar.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>No es que yo dramatice; es que, la verdad, estaba angustiado. Tenía miedo de las consecuencias a nivel macrocósmico que esos lapsos pudieran tener. Porque, si como es arriba es abajo, entonces una mínima fractura del orden microcósmico puede muy bien anunciar —o lo que es peor, propiciar— un daño masivo.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>En las semanas siguientes tuve motivos para temer que me volvería loco: las cosas salían de su cauce regular sin mediar explicación. La toalla de manos del baño grande apareció en el baño chico, el tubo de pasta dental tenía huellas de que lo habían oprimido por en medio y no por el extremo como debía ser; en la repisa del cambio, una moneda de diez estaba en la pila de las de cinco, la llave del gas resultó estar abierta cuando yo estaba seguro de haberla cerrado, las cajas de té ya no se encontraban alineadas por fecha de caducidad... miedo me daba pensar que un día encontrara el salero volcado sobre la mesa, porque entonces sí, además del caos, la mala suerte invadiría mi casa.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Cuantas veces quise ventilar el asunto con mi sobrino, la respuesta fue la misma: él no había tocado nada. ¿Sería yo, que me había vuelto sonámbulo?</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Se me ocurrió hacer algo que en teoría iba a tranquilizarme, pero en la práctica me dejó peor: empecé a trazar con gis el contorno de cada cosa en su lugar preciso. La tarea me llevó más de una semana y desde el principio exigió una exorbitante inversión de tiempo. Porque los puros trazos no servían de nada; una vez hechos, había que revisar todas las cosas constantemente.</span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"> </span>Total, aquello no sirvió para mucho y, en cambio, terminó por ahuyentar a mi sobrino. Era de esperarse, supongo. Un viernes, antes de salir, el muchacho me comunicó que iba a mudarse con un compañero de la escuela. Me dio las gracias por todo y me entregó las llaves. Su ausencia no bastó para que la calma volviera a mi casa. Sigo con miedo. Cuando llego de la calle, cuento meticulosamente los escalones que suben hasta mi piso. Son como un seguro de vida: el día en que haya uno más o uno menos, moriré.</span>Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-53668782690823560312019-11-28T20:04:00.003+01:002021-11-07T09:58:36.240+01:00Cantos para las fiestas paganas<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1OnVRS9hnT0b2yghATWMXcCzeOn2Tl1YuUL-LTsoks1fAxggu6KV3ePXAj88wJ09WHC9gbnE_zgo-GKynXtCAlhBOLlgsDaFX5WQYYoXlSTwylLZdkTQDuhjw35Tsc_N1II1K/s1600/Pagan+Holidays001.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1529" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1OnVRS9hnT0b2yghATWMXcCzeOn2Tl1YuUL-LTsoks1fAxggu6KV3ePXAj88wJ09WHC9gbnE_zgo-GKynXtCAlhBOLlgsDaFX5WQYYoXlSTwylLZdkTQDuhjw35Tsc_N1II1K/s400/Pagan+Holidays001.jpg" width="381" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; tab-stops: center 134.8pt; text-align: justify;">
<!--[if supportFields]><span style='font-size:
14.0pt;line-height:150%;font-family:"Arial","sans-serif";mso-ansi-language:
ES-MX'><span style='mso-element:field-begin'></span><span
style='mso-spacerun:yes'> </span>SEQ CHAPTER \h \r 1</span><![endif]--><!--[if supportFields]><span
lang=EN-US style='font-size:14.0pt;line-height:150%;font-family:"Arial","sans-serif"'><span
style='mso-element:field-end'></span></span><![endif]--><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Samhain</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Celebramos en el lago a la orilla del otoño.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Samhain</i>
(pronunciamos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sow-onn</i>)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">honramos a nuestros antepasados <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y a los que se han ido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Decimos sus nombres en voz alta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Samhain</i>:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">La tierra se enfría <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y las plantas se ocultan para el invierno.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Nunca como ahora es el velo tan delgado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">La esperanza es una hoja dorada que se desprende <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">de los cielos y cae en la mano, luminosa.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Yule<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Guardamos vigilia ante un viejo tronco<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">junto a la playa. Sin luz, sin fuego.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Al derramarse el alba, <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">juramos en la corteza <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">los nombres de las cosas que deben morir.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Entregamos el tiempo al agua.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Diciembre
no es tan duro en esta tierra;<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">llevamos ropa de lana, <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">intercambiamos chamarras y gorros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Antes de
irnos<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">lloramos mucho y nos abrazamos<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">mirando cómo el agua<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">se lleva el dolor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Yule</i> es el nombre de la esperanza.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Candlemas<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Otra vez de noche.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Mas ahora las velas iluminan el agua,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">muchas, incontables velas, pues cada uno de nosotros<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">invitó a un amigo que invitó a otro amigo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Venimos vestidos con túnicas blancas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Nuestra pequeña playa<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">ha quedado convertida en un bosque de pieles.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Cantamos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Leemos los poemas escritos en invierno.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Pedimos bendiciones para los niños.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Al partir, por la mañana,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">las plantas habrán comenzado a renacer.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; page-break-before: always;" />
</span>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Ostara<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Todavía hace frío en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ostara</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Las</span><span style="font-size: 14pt;">casas de madera, grises, solitarias,</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">se ven tras las ramas de los árboles <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">sin que el follaje las oculte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Pero la tierra ya se siente blanda y las promesas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">cruzan el cielo como blancos pájaros de pan.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Nacen huevos bajo las piedras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Los niños de la comunidad piden deseos,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">entregan nuestras semillas a la tierra blanda.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Beltane<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">B<i style="mso-bidi-font-style: normal;">eltane </i>es
el tiempo de la luna loca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">La tierra, húmeda,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">se llena de lascivas, rojizas mantarrayas,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y revienta en borbotones de gemidos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Sus escamas funden la piel de la diosa<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">en el aceite blanco de su mediodía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Gato que persigue su cola<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y corre en círculos:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">nunca tiene suficiente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Las
espinas del mundo<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">se han vuelto blandos colmillos <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y Primavera es un cerdo que hoza<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">entre las ingles de las hembras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Beltane </i>el sol se vierte líquido<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y se adormece, dorado,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">como un barniz de la noche desnuda.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Litha<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">En la tarde el cielo se mareó con sus cabellos verdes<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">comenzó a dar vueltas sobre el bosque<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y finalmente cayó boca arriba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Hubo un incendio en que sólo ardió lo viejo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">De cada hoja brotó luz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Es el
reino de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Litha</i>, la Emperatriz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">El licor del bosque perfuma sus muslos<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">mientras la tierra prende <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">alegremente <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">sobre la tierra.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Lamas<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">El Rey Herido se ha cubierto de espigas,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">porque el rubor de las mujeres desbordó las copas<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">y se regó en hojuelas de luz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Por los cinco arroyos<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">corre el calostro de la tierra, <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">la leche gruesa de las primeras uvas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lamas</i> celebramos al fuego,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">que ha empezado a cocer los panes.<o:p></o:p></span></div>
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: center;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Mabon<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Nunca, como en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mabon,</i>
es grande la fiesta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Vienen amigos de todos lados,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">aun los que no celebran o no saben.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Las guirnaldas de la tierra ciñen lo vivo<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">sin pedir tributos ni reverencia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Los jugos de otoño<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">son para colmar todas las copas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Mabon
</span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">es el color ocre de la hojas viejas,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">el oro de la sidra,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">el rúbeo del cordero que humea en el banquete.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Después
de la fiesta, <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">los miembros de la casa <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">comenzarán a prepararse para el invierno.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otro ciclo.</span></div>
Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-12335364818276856432019-11-27T18:13:00.001+01:002020-06-01T11:05:18.668+02:00El Dream Team<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWrrwL91m1fn1WYL3xI4WQzYtlTyqEUeBphLSjBtaSp-9VR2PUznY6p8kux90Xk7-8nDbCW5PrCCuBQymRpSOLklUJsSICRHpsyYBAJpGCrZRUgIu2U5qD1vCz3HyA2b_qSS6m/s1600/Simpson001.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWrrwL91m1fn1WYL3xI4WQzYtlTyqEUeBphLSjBtaSp-9VR2PUznY6p8kux90Xk7-8nDbCW5PrCCuBQymRpSOLklUJsSICRHpsyYBAJpGCrZRUgIu2U5qD1vCz3HyA2b_qSS6m/s320/Simpson001.jpg" width="240" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt;">Hacía un buen
rato que todos habíamos terminado de comer, pero como a mí me tocaban los
trastes, me quedé en la cocina. Terminé de lavar, sequé todo, guardé todo y
volví a la mesa a comer galletas; era mi postre y era una mínima recompensa por
mi trabajo. De pronto sentí raro que hubiera tanto silencio y me vino el
presentimiento: el abuelo. Me levanté como resorte y fui a la sala en busca de
mi mamá, quien estaba viendo la televisión en el sofá:</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y el abuelo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Mi papá! —exclamó ella, y se levantó
también.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Fuimos juntos a la habitación del
viejo. Efectivamente, había escapado una vez más. Siempre se las arreglaba: a
veces se brincaba por la ventana, a veces hurtaba las llaves de alguien o
esperaba a que nos descuidáramos y dejáramos la puerta sin cerrojo... sus
estratagemas eran diversas. Lo que no cambiaba eran las consecuencias. El
abuelo estaba pirado, loco, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">borderline.</i>
De verdad. Tenía una necesidad compulsiva de demostrar que era más listo que
todas las demás personas. Por eso le daba por escapar cuando había tenido una
pelea con mi madre o con alguno de nosotros, o cuando sentía que de alguna
manera habíamos vulnerado su autoestima. Así nos lo dijo el doctor: era su
manera de castigarnos. Se salía a la calle, tomaba el tranvía y se iba a robar
a las tiendas. Sabía hacerlo y en general lograba burlar vigilantes, espejos,
sensores y circuitos cerrados. Llegaba a la casa con su bolsa llena de
porquerías: dulces, pantimedias, latas de atún, cremas faciales, velas perfumadas...
pero cuando en verdad quería castigarnos, dejaba que lo cacharan. Y entonces
sí: venían los problemas. Llamaba por teléfono —o hacía que llamaran los
empleados de la tienda— para que fuéramos a rescatarlo. Y ahí íbamos, a veces
mi pobre madre y yo. Hablábamos con el empleado, le explicábamos que el viejo
estaba mal de la cabeza, nos disculpábamos y pagábamos o devolvíamos lo robado.
Algunas personas eran amables y no llevaban el problema a mayores. Hasta les
caía en gracia lo del viejito cleptómano. Pero otros se engorilaban y empezaban
a amenazar con que iban a llamar a la policía y sólo se calmaban si pagábamos
el triple de lo que costaba la mercancía robada. No siempre era posible, claro.
Entonces había que pelear. Pero hasta eso, el abuelo era considerado: entraba a
tiendas baratas y se birlaba sólo cosas baratas; nunca se metió a una joyería,
por ejemplo, aunque yo sé que tenía esa fantasía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pues otra vez se había metido en líos.
O estaba por hacerlo. Le marqué al celular, resignado. Desde la mesa de la
cocina empezó a sonar, inmediatamente, su canción favorita: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">We are the Champions</i>. Genial: no se lo
llevó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ya vendrá —le dije a mi madre, que me
miraba con su eterna cara de preocupación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Tu hermano va a llegar tarde —me
contestó—. Fue a hacer un trabajo en equipo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Pues yo no voy a ir a buscar a mi
abuelo. No tengo idea de dónde esté.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mi madre se me quedó viendo ya sin
decir nada, con los ojos vidriosos de angustia.<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Pero no quise dejar que me manipulara.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Siempre agarra un camino distinto —le
expliqué.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Empezó a estrujarse las manos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No le hice caso. Regresé a la cocina a
servirme un vaso de agua de tamarindo. Le eché hielos y me lo subí a mi cuarto.
Me eché en la cama a oír música, a ver si me quedaba dormido y cuando
despertara ya no me dolía la cabeza. Pero de pronto sentí que mi madre me
estaba observando desde la puerta. Volteé. No había nadie ahí: la puerta estaba
cerrada. Era el resultado de dieciséis años de condicionamiento moral familiar.
Sencillamente no podía librarme de él. Me levanté y volví a la sala, donde mi
madre no había dejado de retorcerse las manos. Tomé mi sudadera, que había
dejado aventada en el respaldo del sofá.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Dame dinero, pues.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con más angustia que si yo hubiera
seguido negándome, me entregó un billete que ya tenía preparado —así de bien me
conoce— y todavía tuvo la desfachatez de encargarme que no me tardara.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Una vez en la
calle, la pregunta era: ¿derecha o izquierda? Por la izquierda se iba al
mercado, al cine El Ángel Azul y a la estación del tren: tiendas que iban de
medio pelo a más o menos; por la derecha, al centro y a los portales y luego a
la plaza comercial y al parque. Tomé este camino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En la primera cuadra había una tienda
de deportes, una de regalos y una tabaquería. Ni siquiera me asomé: ésa no era
la línea de mi abuelo. A partir de la segunda cuadra empecé a mirar adentro:
libros, música y DVDs, perfumes, papelería, lencería, arreglos florales... Ni
sus luces. </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">También por ahí estaba la pastelería El Tiempo Perdido, así que pasé a
comprarme una magdalena aprovechando que llevaba dinero. Me atendió la hija de
la dueña, una chica de lentes que me gusta y a quien pienso invitar a salir un
día de éstos, cuando su madre no esté ahí cuidándome los ojos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me fui comiendo en el camino y me
alegré un poco con eso. Luego vi a otra muchacha que me pareció interesante:
tenía aspecto de vaga, pero una cara linda, entre melancólica y agresiva, algo
así. Estaba parada ante el aparador de una zapatería, comentando con un chico
de pelo largo que parecía niña.</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Llegué a Plaza Marsh —nuestro flamante
centro comercial con dos plantas completas de como veinte tiendas cada una y
cuatro salas de cine—. Recorrí el primer pasillo, luego el segundo y ahí... ahí
lo encontré. Estaba en una tienda de ropa para caballeros y de inmediato vi
cuál era el objetivo de la presente misión: las corbatas. No era mala idea: una
corbata ocupa poco espacio, no pesa, se oculta fácilmente. El viejo hacía como
que las miraba con ojos de conocedor sin poder decidirse entre una roja con
lunares blancos y una azul con rayas diagonales verdes y amarillas. Conozco los
métodos de mi abuelo: la que pensaba llevarse no era ninguna de esas dos; ésa
ya la tenía en el bolsillo del saco. Ahora tomaría una chamarra cualquiera y se
la llevaría al probador; una vez ahí le quitaría el clip magnético a la corbata
con una herramienta especial que había diseñado él mismo... y ya estaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin embargo, fuera porque ya lo
conocían ahí o porque su actitud resultara sospechosa, una de las empleadas no
dejaba de vigilarlo disimuladamente. Él seguro se había dado cuenta: tiene el
mismo sexto sentido de las muchachas bonitas, que les advierte enseguida cuando
alguien las está mirando. Como quiera, peligraba la misión. Y yo no tenía el
mínimo interés en volver a caer en una de esas situaciones humillantes en que
hay que entrar al rescate, explicar, disculparse, pagar, sonreír
vergonzosamente... se me ocurrió hacer lo que nunca había hecho. Caminé
directamente hacia la señorita, quien no le quitaba los ojos de encima al viejo
y le pregunté si tenía calcetines negros. Me llevó al fondo de la tienda y ahí
se puso a mostrarme distintos modelos, que yo miraba indeciso. Finalmente le di
las gracias y me fui a mirar las chamarras. El abuelo iba saliendo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por supuesto, me esperaba afuera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¡Estuvimos geniales! —me dijo con un
entusiasmo ridículamente infantil. Y sacó de su bolsillo, no una sino dos
corbatas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Escoge la que quieras —me dijo—. Es tu
parte del botín.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Acepté, más por diversión y por ahorrar
palabras que por otra cosa, y tomé la más bonita de las dos corbatas: una
amarilla con dibujos de los Simpson. Nos fuimos a casa en silencio, el abuelo
caminando detrás de mí como perrito satisfecho de su paseo. Le dije a mi mamá
que no había pasado nada, que había interceptado a su señor padre antes de que
pudiera hacer una travesura, y le devolví su dinero, menos lo de la magdalena.
Ella no preguntó más y el resto de la tarde transcurrió en paz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin embargo, en la noche, cuando ya era
yo el único que seguía despierto y estaba en la computadora checando el Face,
el viejo se acercó a mí sigilosamente y me dijo en voz baja:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Oye, la operación de hoy estuvo de
veras genial. ¿Qué te parece si nos hacemos socios? Vamos a michas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aparté la vista de la
pantalla y me le quedé viendo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ándale —insistió—.
Haríamos algunas operaciones facilitas, de entrenamiento, y luego nos vamos a
la joyería Gina, ¿qué te parece? Ya la tengo bien estudiada. Todo el plan
hecho.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No pude evitar sonreír.
La idea no era tan descabellada. Tal vez el abuelo estaba pirado, pero en eso
de robar cosas tenía su talento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Lo puedo pensar? —le
pregunté, con miedo de sonar como niña en su primer noviazgo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Piénsalo de aquí a
mañana. ¡Rayos! Vas a ver que no te arrepientes. Haremos el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dream team</i> y luego hasta podemos
especializarnos en obras de arte o algo así de picudo —con esto dio por
terminado su discurso de convencimiento y se retiró a su cuarto con cara de
ensoñación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Yo me quedé un rato más
en la computadora y, por supuesto, pensando en la propuesta. Sí, sonaba
tentador, pero había cosas que me daban mala espina. Por eso le dije que
necesitaba pensarlo, no por hacerme el interesante. Me fui a dormir con la
pregunta en la mente y al otro día la traje conmigo todo el tiempo como un
zumbido en los oídos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El abuelo no me buscó ni
intentó salirse a la calle ni hizo nada loco. Se la pasó oyendo música: sus
viejos discos de Emerson, Lake & Palmer. Cómo no iba a estar tranquilo.
¿Qué podía perder? Si nos caían en algo gordo, él de todas maneras ya estaba
viejo: había vivido todo lo que tenía que vivir. No pasaría muchos años en la
cárcel de cualquier manera. Y a la mejor hasta le rebajaban la condena en
atención a su avanzada edad. En cambio yo... el reformatorio, el estigma de la
sociedad, la pena para mis padres. Ahora que, ¿y si hacíamos nada más lo de la
joyería y que ahí muriera? Con lo que sacáramos se resolverían las necesidades
más inmediatas de la familia. Mi papá podría pagarle al banco, mi mamá ya no
tendría que trabajar tanto, por lo menos unos meses... yo me compraría una
MacAir y unos Converse... Pero, ¿cómo le haríamos para vender las cosas? Habría
que esperar a que se enfriaran, como decían en las películas, y mientras tanto
no podríamos dormir en paz ni una sola noche. Y seguro el abuelo querría hacer otros
robos. Podría chantajearme si yo no aceptaba; ahora tendría con qué.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Mi ángel bueno y mi
ángel malo siguieron peleándose así todo el día, sin que ninguno de los dos
pudiera llegar a una victoria clara.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Finalmente, en la noche,
llegó el momento que temía: el abuelo vino a verme a la computadora. Lo sentí
acercarse desde mucho antes que llegara. Y bueno, no tenía yo ninguna respuesta
para él, no había podido llegar a nada. Pero él no me preguntó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—No sé qué hayas pensado
—me dijo—, pero creo que yo me rajo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sonreí con desencanto a
pesar de todo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Ya no me vas a invitar
a tu <i style="mso-bidi-font-style: normal;">dream team</i>? —le pregunté.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ya no habrá tal cosa.
Me retiro. A partir de hoy soy un hombre nuevo. No más sobresaltos, no más
humillaciones ni vergüenzas para la familia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Es en serio, abuelo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Completamente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Y crees que te lo va a
creer mi mamá?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Me creerá porque nunca
antes se lo había prometido. Y nunca le he dejado sin cumplir una promesa. Pues
qué te crees: soy ratero, pero honorable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sentí que un gran peso
desaparecía de mis espaldas. Adiós ayuda para mis padres, adiós MacAir, adiós
autoestima, adiós todo. Pero qué geníal sería ya no tener que vigilar al
abuelo, ya no ver a mi madre tronándose los dedos de preocupación; eso sería en
sí una gran ayuda para ella.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Cuando me
convencí de que el viejo hablaba en serio, de que no me iba a salir con una
broma tonta, me vino la idea de volteársela:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Le vas a sacar
entonces? Yo ya estaba listo, jefe. Hasta la mochila tenía preparada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Ya te dije.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Para eso me gustabas,
sacatón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y así lo seguí
jorobando, no sólo unos días, sino todos los meses que le quedaban de vida.
Porque, ciertamente, el abuelo cumplió su promesa y no volvió a dar lata. Pero
tampoco volvió a vérsele en los ojos el brillo de antes, de cuando lograba
escapar a nuestra vigilancia y salirse a robar a las tiendas. Sin esa emoción,
lo poco que le quedaba de vitalidad se resecó como un charco al sol.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Le daría gusto saber que
en su funeral, a pesar del regaño de mi madre y las miradas criticonas de
muchos de los asistentes, usé la corbata de los Simpson que fue lo primero y lo
último que robamos juntos.</span></div>
Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-16931470771802634432019-11-19T10:38:00.000+01:002019-11-19T10:38:09.218+01:00Operación Snake (fragmento)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM6AeCwDRNFrm54JNEuc_2hrXXz9C91Cd2c6h0UtMAVWTqZ6M4sdKJ-V8zhNlMdY75IvdpqnPCujrjDsc9Cxv6DsPpr1AIVdv51EDeSQ9ob9tHk1Iy86HEJeJb1qH5bjvAnrPb/s1600/operacion+snake+face.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="601" data-original-width="390" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM6AeCwDRNFrm54JNEuc_2hrXXz9C91Cd2c6h0UtMAVWTqZ6M4sdKJ-V8zhNlMdY75IvdpqnPCujrjDsc9Cxv6DsPpr1AIVdv51EDeSQ9ob9tHk1Iy86HEJeJb1qH5bjvAnrPb/s1600/operacion+snake+face.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<!--[if supportFields]><span
lang=EN-CA style='font-size:14.0pt;line-height:150%;mso-ansi-language:EN-CA'><span
style='mso-element:field-begin'></span></span><span style='font-size:14.0pt;
line-height:150%;mso-ansi-language:ES-MX'><span
style='mso-spacerun:yes'> </span>SEQ CHAPTER \h \r 1</span><![endif]--><!--[if supportFields]><span
lang=EN-CA style='font-size:14.0pt;line-height:150%;mso-ansi-language:EN-CA'><span
style='mso-element:field-end'></span></span><![endif]--><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Una voz femenina, infantil, inmensamente triste y lánguida... es como un
ulular, como la voz de una niña que cantara antes de morir, despidiéndose de la
vida... como se imagina uno que han de cantar los fantasmas que no tienen paz. Pero casi no se oye: no es un canto
realmente; es como un sollozo sofocado por la neblina... viene del hueco de
una de esas puertas de madera podrida tapiadas por la hiedra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No puede
ser un borracho ni un vagabundo, desde luego. Con todo y que hay algo en ese
ulular que me hiela la sangre, me acerco. Sorpresa: es Yara. Está ahí
acurrucada, hecha un ovillo como un perro sin casa: una sombra entre las
sombras. Apenas y la reconozco. Pero ella ya me ha visto porque no se
sobresalta cuando la toco, todavía dudando de si será quien yo creo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Hola —me
dice, suspendiendo su canto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Hola —si
fuera supersticioso, me habría dado miedo de que Yara ya hubiera muerto y eso
no fuera ella sino su fantasma. Porque además se siente helada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Qué
andas haciendo por acá, niño?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En lugar
de responderle, le pregunto:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—¿Ya estás
bien? —y le toco la frente para ver si no tiene fiebre. Pero no, al contrario:
está fría como un metal. Y húmeda por el rocío de la noche.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>—Yo
nunca voy a estar bien, Horacio.</span></div>
Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-38681493915986704352019-11-10T10:21:00.001+01:002019-11-25T19:45:42.975+01:00Amorosa manipulación. La familia en la literatura infantil<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWAe7ziQYT2ncjV-baeegDJCZqG6UbWVsyYcQws_bU1H2-go0nxgBXh0UfON7UjvUx4zPAraRUs_z8EqNao9vJKmOKfbiaCT_A7MDMycHzc1mV-4_TpCmix88IUdNLgBfC6-Yt/s1600/Family+Life.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWAe7ziQYT2ncjV-baeegDJCZqG6UbWVsyYcQws_bU1H2-go0nxgBXh0UfON7UjvUx4zPAraRUs_z8EqNao9vJKmOKfbiaCT_A7MDMycHzc1mV-4_TpCmix88IUdNLgBfC6-Yt/s640/Family+Life.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;">De todos los géneros, la literatura infantil es el más
conservador, el más leal a los valores de la ideología dominante, el más reacio
a cambiar y a registrar los cambios. Ni la novela policíaca ni la fantástica ni
la histórica ni la erótica son tan tradicionalistas. Esto es probablemente
porque los libros para niños están destinados en primer lugar a complacer a los
adultos. No llegan a las manos de los niños si antes no son filtrados por
editores, docentes y administradores de la educación, padres de familia,
promotores y mediadores de lectura, etcétera. Así funciona el sistema de la
literatura infantil y juvenil. El autor escribe lo que piden los editores; los
editores publican lo que aprueban los programas oficiales o por lo menos los
padres y los maestros; los padres compran lo que ofrecen los editores y de
todos modos vuelven a filtrarlo... Al final de todo este tira y afloja, ¿dónde
queda el margen de elección de los niños?</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Esta alianza
codependiente que forman editores, educadores y padres de familia, en virtud
del mismo andamiaje ideológico que le da una posición privilegiada, ha dado
lugar a un núcleo muy unido que forma el segmento más conservador de la
sociedad mexicana y de los países occidentales en general. Sus guardianes son
los que hablan de valores, de tradiciones, de inculcar, de mejorar... esos
conceptos que rarísima vez o nunca se observan en los libros de otros
subgéneros narrativos. La literatura infantil es así un espejo donde los niños
se ven no como son sino como, según sus educadores, son. O deben ser. O donde
se ve lo mal que les va a quienes, por su voluntad o por las injusticias de la
vida, no pueden ser parte del maravilloso mundo de los valores tradicionales:
huérfanos, vagabundos, fugitivos, disfuncionales, etcétera. A final de cuentas,
el concepto de niñez es una construcción de los adultos que sirve en primer
lugar a los adultos. Al relacionarse con los niños a través de los libros, el
adulto pretende dirigir su desarrollo mental y moral. Pero además mira hacia el
pasado, hacia un tiempo personal o histórico que ha idealizado para poder
entender las determinaciones de su propia vida. Y en toda esta
construcción, el mito de la familia es el pilar central.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Esto es así
en toda la literatura infantil del mundo occidental y hasta donde alcanzan a
llegar los libros. Y aquí hay que ver que la literatura infantil y juvenil
mexicana, mucho más que la de los otros géneros, se ha venido construyendo
sobre los grandes modelos europeos y norteamericanos. Lo curioso es que, al
imitar esos modelos, nuestra producción literaria ha pasado por alto las
peculiaridades de la visión mexicana del mundo. Empecemos con que, a partir del
siglo XIX, hay un gran énfasis en educar al lector infantil en la idea de que
la vida ideal, la vida que espera al héroe como recompensa a sus esfuerzos, es
la vida en familia. Claro que esto viene desde <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Odisea</i>, pero
en la cosmovisión decimonónica alcanzó su cristalización ideológica. El hecho
es que prácticamente no hay ningún libro donde el final feliz no incluya un
reencuentro con la familia o su fundación. Y en todas estas obras, la familia
ideal es la familia nuclear: padre, madre e hijos. Pero resulta que, entre los
países del hemisferio occidental, quizá no hay ninguno más propenso a las
familias transnormativas que México. Puede ser herencia indígena, puede ser
tradición criolla, puede ser una estrategia de supervivencia propia de las
comunidades en situación de pobreza. El hecho es que lo que la mayoría de los
mexicanos identifica como su familia suele salirse por mucho del molde europeo:
a menudo no incluye al padre y en cambio incluye abuelita (con menos
frecuencia, abuelito), tías, tíos y a veces hasta personas sin conexión biológica
que simplemente se allegaron a la casa. El gran número de casos de madres
solteras y la necesidad de ayuda extra en el cuidado de los niños también
explica el que, en muchos hogares, la constelación familiar no siga el molde
tradicional de padre, madre e hijos.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Las familias
mexicanas no funcionan como las europeas. Bueno, la verdad es que las familias
europeas tampoco funcionan ya como la literatura infantil europea dice que
funcionan. La literatura infantil, aun en sus expresiones “realistas”, debería
leerse como un subgénero de la literatura fantástica. Ciertamente, en su libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Family in
Question: Changing Households and Familiar Ideologies </i>(1985), Dianna
Gittins considera que una de las causas de la crisis de la institución familiar
–crisis que estamos viviendo hoy en día– es la brecha entre realidad e
ideología. Por su parte, John Gillis explica que, cuando pensamos en términos
de tradición, “proyectamos una imagen estática de la familia sobre un tiempo y
un espacio pasados, e inmediatamente empezamos a describir el cambio en
términos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">decadencia </i>o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pérdida</i>”. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Thiel</span>, 2)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> En el caso
de México, hay que ver que la mayoría de los autores que hoy, en 2019, estamos escribiendo literatura infantil, nacimos entre finales de los años 50 y finales de los 70.
¿Cómo se formó la cultura de esta generación? En primer lugar, muchos de nosotros venimos de
familias más o menos conservadoras. Probablemente, por lo menos en una de esas
casas había un cuadro de la Sagrada Familia (no en la mía). Fue la generación de la televisión
como centro de la vida familiar, con el montón de películas, telenovelas y
comerciales que enfatizaban la visión de la familia de la clase media; incluso teníamos “programas familiares”, como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En familia con
Chabelo</i>, que empezó a transmitir en 1967. Los anuncios comerciales apelaban
a estos valores, al igual que la propaganda gubernamental: “Posdata: Viva la
familia”. Las telenovelas tenían finales felices en donde al final de una serie
de intrigas prevalecía el amor y había un matrimonio; es decir, la fundación de
una nueva familia. El Canal 4 ofrecía películas ya viejas, pero que seguían
desarrollando dramas lacrimógenos a partir de esta visión, como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando los hijos se
van </i>o la saga completa de Pepe El Toro, donde la causa de todo el
infortunio de los protagonistas es que una transgresión moral dejó la familia
incompleta, sin su raíz más grande, que es la madre.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Y sí, entre
las distintas posibilidades de tener una familia incompleta, la más terrible en
la visión mexicana del mundo, es la de la familia sin madre. Una familia sin
padre carece de un sostén sólido, pero puede salir adelante; una familia sin
madre, sencillamente no es familia, es una manada rota, carente de cohesión,
emocionalmente paralítica.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> ¿Qué leía en
la infancia esta generación? Aún no existía en México una industria editorial
dedicada a la literatura infantil, así que las opciones eran limitadas. Bueno,
no tan limitadas, pero sí diferentes. Leíamos a los clásicos juveniles como
Alejandro Dumas, Louisa May Alcott, Edmundo de Amicis, Charles Dickens, Julio
Verne o Emilio Salgari, aunque la mayoría de los niños debía conformarse con
los cuentos ofrecidos por los libros de texto de la primaria. O bien leíamos historietas ilustradas, que al final contribuían al condicionamiento
ideológico, como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La familia Burrón</i>. Además
–cosa muy importante que se ha estudiado poco–, la educación literaria de esa
generación estuvo muy influida por la costumbre de aprender poemas de memoria
para recitarlos en los festivales escolares. Y ninguno de esos poemas se
consideraría apropiado para la edad según los estándares de hoy en día. Sin
embargo, funcionaban muy bien para reforzar en esos niños –que hoy escribimos para otros niños– los valores familiares. Por supuesto, los poemas a la madre
eran ya en sí el género más popular. Pero además había largos poemas narrativos
que ilustraban lacrimosamente las miserias de la orfandad, como “Mamá, soy
Paquito”, de Salvador Díaz Mirón, o “Por qué me quité del vicio”, de Carlos
Rivas Larrauri, y otros que advertían a las niñas contra los peligros de cometer
un error moral y acabar privadas de la honorabilidad de la familia: “Cómo me
dan pena las abandonadas”, de Julio Sesto. Y así había muchos otros en el mismo
tono, incluidos en los célebres <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tesoro del declamador
universal </i>y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El libro de oro del
declamador</i>, compilados por Homero de Portugal.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> El ideal de
la familia no es una inocente fantasía idealista, sino un sistema ideológico en
cuya raíz se encuentran temas de poder y control. En caso de que esto no fuera
evidente, puede comprenderse con la lectura de los estudios de Michel Foucault
sobre el poder, en particular su libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vigilar y castigar:
El nacimiento de la prisión </i>(1975). La distinción que plantea el autor
entre poder disciplinario y poder soberano resulta útil para explicar por qué
persistimos –y se nos conmina a persisitir– creyendo en el ideal de la familia
y alentándolo en nuestros lectores. En la sociedad premoderna, el poder
soberano, como el nombre lo sugiere, depositaba todo el poder en una figura,
generalmente masculina, como el rey, el sacerdote o el padre, a nivel
microscósmico. A nivel macrocósmico, el sistema era un reflejo del orden divino
en el cual la cabeza era Dios. El poder había sido distribuido por decreto
divino y daba lugar a un sistema de control visible tanto en el gobierno de la
nación como en el de instituciones más pequeñas, como la familia. Cada casa era
un microcosmos del reino macrocósmico, y esto resultaba crucial para mantener
el control de la población.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> En cambio,
siguiendo con Foucault, el poder disciplinario se ejerce sobre el individuo a
fin de producir un sujeto obediente. Funciona a través de la ideología:
conceptos, valores, reglas, moral y todos los mecanismos que permiten la
coexistencia pacífica entre masas de individuos; se presenta como “normal” y
“natural” porque el individuo interioriza la ideología que lo produce. Pero las
ideologías que circulan en la sociedad tienen un efecto de control: son parte
de un sistema de poder que ha infiltrado la totalidad de la sociedad. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Foucault</span>, 110)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Aterrizando
esto en el estudio de la literatura infantil y juvenil, uno de los medios más
poderosos para hacer que el niño interiorice la ideología es la lectura. Con
las inocentes historias que el padre, la madre o la abuelita le leen antes de
dormir, no lo están acompañando, lo están adoctrinando. Se trata de un círculo
cerrado: la literatura infantil disciplina al niño en el ideal de la familia, y
la familia es el primer espacio donde el niño se sumerge en la ideología. Es la
primera institución disciplinaria. De acuerdo con Ann Alston, la ideología de
la familia es en sí misma un sistema disciplinario y como tal es impuesta y, en
gran medida, autoimpuesta. La familia se mantiene como el espacio central del
poder. Emitimos nuestros juicios desde la perspectiva de los valores
introyectados y continuamos los rituales familiares como si nos sintiéramos
observados, comparando nuestra familia con otras tanto reales como imaginarias.
De modo que el hogar es un espacio de supervisión en la misma medida que lo son
las escuelas, los hospitales y las prisiones. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Alston</span>,
10)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> En la
literatura infantil, el niño ve ilustrados aquellos conceptos que posibilitan
su incorporación al mundo de los valores adultos: la familia, el hogar, su
propia infancia como estado paradisíaco, su vulnerabilidad como estado de
inocencia. Estos conceptos son centrales a las obras literarias que se le
prescriben, pero no tienen sus raíces en otras obras del mismo género, sino en
la gran literatura y en el desarrollo mismo de la cultura occidental.
Ciertamente, el ideal de la infancia, que instauró la imagen del niño como
intrínsecamente inocente, tiene sus raíces en las obras de William Wordsworth y
Jean Jaques Rousseau. De acuerdo con el dogma cristiano, a causa del pecado
original, el ser humano nace como un ser caído cuya aspiración será alcanzar la
redención a través de la Gracia, que se alcanza durante el proceso de
socialización. De acuerdo con Wordsworth y Rousseau es al contrario: el ser
humano nace puro, “arrastrando nubes de gloria” (Wordsworth), pero el proceso
de socialización destruirá su inocencia convirtiéndolo en un ser caído.
Entonces el adulto es siempre un ser que ha perdido algo, que tiene menos de lo
que tenía cuando era niño. Un ser espiritualmente inferior, espiritualmente
mutilado, caído. Y esta pérdida, como en el mito de Adán y Eva, es resultado de
la adquisición de un conocimiento: el conocimiento de la vida adulta y en
particular de la vida sexual. Sólo hay que ver el celo con que muchos adultos
en México hablan de “quitarles la inocencia” o incluso “robarles la infancia” a
los niños cuando se les expone al conocimiento de la realidad sexual. El adulto
ha perdido su pureza y jamás podrá recuperarla. Lo único que puede hacer –y
debe hacer– es proteger la inocencia de quienes todavía son niños y dirigir su
desarrollo moral de modo que la pérdida sea mínima y al final quede resarcida
por una reorientación hacia “el buen camino”. Es cosa cotidiana en México ver
cómo las madres y los padres lloran en la fiesta de XV años de su hija –que ya
perdió la inocencia de la infancia y ahora deberá defender los valores
inculcados por su familia para convertirse en “una mujer de bien”– y luego cómo
esos mismos padres y madres declaran, en la boda de la hija o el hijo que ya
está cumplida su misión. Todos los caminos llevan a Roma, y Roma es la
fundación de la familia. Y entre todos los instrumentos que ayudan a
introyectar este ideal en la mente infantil y garantizar así la continuidad del
modelo, no hay ninguno más poderoso que la literatura y sus manifestaciones
audiovisuales: películas, telenovelas, series, etcétera.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> No importa
si todo el mundo sabe que la familia puede ser un espacio hostil. No han sido
pocos los autores –Charles Dickens a la cabeza– que mostraron en sus obras el
otro lado de la realidad: que el sacrosanto hogar puede ser un espacio de
violencia y sufrimiento. Por otra parte, veamos que hay muy pocos matrimonios
felices en las novelas de Jane Austen y, aún así, las bodas son lo que da el
final feliz en todas ellas. Nada de esto importa. La literatura infantil y
juvenil está aquí para seguir adorando a la familia y, si llega a mostrarse que
ésta puede ser un espacio sofocante, sórdido o agresivo, especialmente si es
transnormativa, es sólo para hacer brillar aún más, por contraste, a la familia
ideal. Un ejemplo entre muchos: en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Charlie y la fábrica
de chocolate</i>, de Roald Dahl, Charlie Bucket gana al final la fábrica de
chocolate, pero resulta que Willy Wonka tiene algo aún mejor: una familia. La
felicidad verdadera –nos dice insistentemente la literatura infantil y juvenil–
es imposible sin el amor y el apoyo de la familia.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Incluso las
historias de aventuras tienen el propósito de disciplinar al lector en estas
ideas. De acuerdo con Elizabeth Thiel, en las historias de aventuras, los
chicos se “liberan” del medio familiar sólo para reproducirlo. La gran aventura
empieza con la chica o el chico yendo solo hacia el mundo, sin la supervisión
de los adultos, y toda la historia será una prueba de qué tanto es capaz de
comportarse como adulto; es decir, qué tanto ha sido capaz de introyectar y
reproducir el modelo familiar. Hablamos de reproducir los roles de género de
los padres: proporcionar alimento, establecer rutinas, asumir y distribuir
responsabilidades. La aventura infantil es entonces no un escape sino un
ensayo. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Thiel</span>, 165)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> ¿No hay
escapatoria entonces? Parecería que sí. Por ejemplo, en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peter Pan</i>, de
J.M. Barrie, el protagonista, un chico que logró romper para siempre el cerco
del mundo adulto, se lleva a los tres niños de la familia Darling a pasar unas
maravillosas vacaciones de aventura en un mundo no supervisado: la tierra de
Nunca Jamás. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peter
Pan </i>parece ciertamente ser un texto revolucionario que cuestiona la
ideología de la familia; sin embargo se adhiere a muchas convenciones e ideales
tradicionales. En la tierra de Nunca Jamás, los chicos se encuentra separados
de sus padres, buscando aventuras. No obstante, como observa Alston, su estilo
de vida se halla basado en estructuras adultas. El hogar de los Darling se
presenta bajo una luz cómica: el señor Darling es débil, pomposo y tonto,
mientras que la nana de los niños, descrita como práctica y sensata, es una
perra San Bernardo. A pesar de toda esta ambigüedad y aparente cuestionamiento
de la familia, el narrador promete que “todo saldrá bien al final” (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Barrie</span>, 8). Y, efectivamente, al final
los niños regresan a casa. Los padres pueden ser tontos, inseguros e indignos
de confianza, pero siguen siendo amorosos y por eso, al final, Wendy, John y
Michael reciben su abrazo incondicional. Peter seguirá siendo inmortal, tal vez
libre, pero siempre volverá en busca de alguna Wendy que quiera ser su mamá por
un tiempo. La novela recuerda a los lectores adultos e infantiles que todos los
niños necesitan una madre y desean una familia. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Alston</span>, 43-44) No es una regla absoluta que todo niño varón
deba prepararse para ser padre, pero sí lo es que toda niña tendrá que ser
madre de una u otra forma.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Continuando
con Alston, a las heroínas se les permite soñar y a veces hasta tienen la
libertad de experimentar temporalmente una vida más independiente, pero luego
se ven arrastradas de regreso al mundo de lo doméstico y eso –se nos dice– es
un final feliz. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peter Pan</i>, Wendy
tiene la oportunidad de elegir y escapar del mundo doméstico y lanzarse a la
aventura, pero de todos modos hace lo que “le toca”: cocinar, limpiar y cuidar
a Peter y a los niños. Al final no importa qué vida escoja, si regresa a casa o
se queda en Nunca Jamás; de todas maneras acabará desempeñando su papel de
madre. De igual manera, en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mujercitas</i>, de
Louisa May Alcott, Jo se va de viaje, pero regresa a lo doméstico;<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Ana de las
Tejas Verdes</i>, de L.M. Montgomery, tiene la oportunidad de irse a estudiar,
pero se queda para cuidar a Marilla. La heroína infantil está destinada a
convertirse en madre. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Alston</span>, 44)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Podría
decirse que estos ejemplos vienen de muy atrás. Pues veamos uno más cercano a
nosotros: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las
crónicas de Narnia</i>. Y veamos uno todavía más cercano, perfectamente
contemporáneo: la saga de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Harry Potter</i>.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Narnia</i>, los niños
se ven separados de sus padres. Hay cuatro: dos niños y dos niñas. El mayor es
varón y, por lo tanto, es el líder. La que sigue es una chica: le toca ser la
madre sustituta. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Narnia</i> promueve
la ideología familiar convencional. Es sobre la lucha entre el Bien y el Mal.
El Mal se encuentra personificado por la Bruja Blanca, cuya condición maligna
se ve en términos de antifamilia: no tiene esposo ni hijos y rechaza lo
doméstico. En contraste, los personajes buenos –el señor Tumnus y los Beaver–
se hallan rodeados de familia y referentes domésticos. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Narnia</i>, el Bien
se representa en términos de familia, hogar y comida. Aslan podrá tener un papel
mesiánico, pero lo importante es que la familia y su unidad es lo que al final
vence al reino del Mal de la Bruja Blanca. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Alston</span>,
56)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Harry Potter</i>, al
final de la saga, la familia natural de Harry demuestra ser más poderosa y
confiable que la familia transnormativa conformada por los tíos. La madre del
protagonista, Lily, es el epítome de la figura femenina que se sacrifica para
salvar a su hijo. La moraleja final es que el amor maternal y la familia
natural son el poder más grande sobre la tierra, más grande que las fuerzas
oscuras, más grande que la magia misma. Tristemente, en la raíz de esta
diferencia hay una diferencia de clase. En efecto, como bien señala Alston,
para el niño de clase media, la familia transnormativa se representa como
inferior a la unidad de la familia “natural”. En cambio –y hay que ver aquí el
clasismo casi inherente a la literatura infantil– para el niño en condición de
pobreza, una familia transnormativa pero formada con los valores de la clase
media, siempre es preferible a la familia de origen. Son raros los casos como
el de Mary Lennox, la protagonista de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El jardín secreto</i>,
de Frances Hodgson Burnett, que acaba siendo más feliz con la familia
transnormativa que con la “natural”.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> En efecto,
incluso en las numerosas historias de huérfanos que tenemos en la literatura,
la familia es el final feliz. De acuerdo con Alston, esto explica por qué la
figura del huérfano es tan gratificante para el lector tanto niño como adulto.
Al niño le permite seguir la vida de un personaje libre de sus padres, sabiendo
que, al final, el héroe se sentará a cenar en la comodidad de un hogar. Al
lector adulto le recuerda que los niños necesitan que los cuiden, le hace
sentirse necesario e importante y le da seguridad en la validez de la
estructura familiar. (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Alston</span>, 44)
Mucha de la literatura infantil y juvenil del siglo XX tiene huérfanos como
protagonistas: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
jardín secreto</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peter Pan, Ana de las
Tejas Verdes, Harry Potter</i>, la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Trilogía de la
materia oscura</i>...</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Esto de la
familia transnormativa es un tema especialmente espinoso en un país como
México, donde la figura de la madre, idealizada y a la vez oprimida, se
encuentra en las raíces más profundas de la cultura, como lo han analizado
Octavio Paz y Roger Bartra. El paso del siglo XX al XXI ha significados cambios
dramáticos en la percepción de la institución familiar, que la sociedad
mexicana ha registrado con la misma fuerza que el resto del mundo: se ha
reducido la mortalidad infantil, las parejas tienen menos hijos y muchas veces
sólo uno e incluso hay un creciente movimiento antinatalista, los hijos siguen
viviendo en la casa aún ya adultos, es más fácil divorciarse, las familias
mezcladas son más comunes porque los padres se divorcian y vuelven a casarse,
las familias gays empiezan a ser aceptadas... Los cambios son inmensos y, sin
embargo, sigue habiendo una tendencia a añorar la perdida época dorada de los
valores familiares y a promover la imagen de la familia que come y juega con el
padre, la madre y los hijos. En esta imagen idílica que los adultos
tradicionales quieren creer que existía no hay lugar para la violencia ni la
corrupción ni la inmoralidad. “Qué cosas tan feas leen ahora”, dicen. Ya no es
como en mis tiempos, que todo era bonito”. Olvidan que un gran éxito de 1975
(nuestros autores nacidos en la década de los 60 se acordarán) fue <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nacida inocente</i>,
de Bernhardt J. Hurwood: una novela en donde, en las primeras páginas, una niña
de 14 años es violada con un palo. Tuvo tanto éxito que hubo una segunda parte
y luego una imitación: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Motín en el
reformatorio</i>, de Jack Thomas. Esos libros, los chicos que hoy somos autores
de LIJ nos los recomendábamos unos a otros, nos los prestábamos y los adultos ni se
enteraban. Esos adultos que ahora vienen con eso de que “tan bonitos los libros
que leíamos antes”.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Aquí hay que
reflexionar en otro cambio que, en México, viene de las últimas décadas del
siglo XX. Si en las familias de antes el padre era la figura más importante,
ahora el niño se convirtió en el centro de la familia, de modo que la misión de
los adultos es satisfacer las necesidades de consumo de los hijos. Diríase que
sin ellos su vida carece de sentido. Hoy en día, el niño tiene un poder que
nunca antes había tenido en la historia; no es sólo el agujero negro de la
economía familiar, es el centro emocional de la familia. Por eso oímos con
frecuencia que los padres atrapados emocionalmente declaran que siguen juntos
“sólo por los hijos”.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Por
supuesto, nuestra literatura lo ha registrado abundantemente. Como hemos visto,
la mayoría de los autores mexicanos de literatura infantil y juvenil provenimos de un espacio social que fue muy bombardeado ideológicamente con el asunto de
los valores familiares. E</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt;">n la
mayoría de las obras, la familia es un tema secundario y en
realidad funciona como marco a una acción principal, por el simple hecho de que
los niños no viven solos y hay que inventarles un contexto. Pero en otros casos
puede verse un registro efectivo de los retos que enfrenta la familia
tradicional y su paso hacia la familia transnormativa. Por ejemplo, en </span><i style="font-family: arial, sans-serif; font-size: 14pt;">Los días de Lía</i><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt;">,
de Edmée Pardo, la primera menstruación de la protagonista aparece como un
sangriento reflejo de la crisis familiar que se precipita. La metaforización de
esta crisis adquiere una lectura positiva, de renacimiento y empoderamiento, si
consideramos la visión ancestral de la menarquia como iniciación. Lía debe
abandonar el esquema tradicional familiar para dejar atrás la infancia.</span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Otra novela
donde el divorcio de los padres de la protagonista aparece sincronizado con un
acontecimiento disruptivo (en este caso el terremoto de 1985 en la Ciudad de
México) es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando
Plutón era un planeta</i>, de Flor Aguilera. Y hablando de esta autora –una de
las que más han examinado por todos lados el mito de la institución familiar–, otra
obra que viene a cuento es su novela juvenil <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El hombre lobo es
alérgico a la luna llena</i>. Aquí, de manera por demás interesante, la
resistencia al cambio no viene del adulto sino del protagonista adolescente. El
héroe –Federico– tiene 14 años y vive con su madre. Toca en una banda de música
y escribe muy bien, lo cual le gana la aceptación de las chicas de su medio
social. Hasta aquí todo bien. El contexto nos da una zona de confort que sin
embargo tiene una grieta por la cual podrá colarse la catástrofe: no hay padre.
La madre de Federico es divorciada. El mundo del protagonista, de por sí débil
de acuerdo con la visión tradicional de la familia, puesto que se encuentra
sostenido en un solo pilar, se verá convulsionado por el anuncio de la madre de
que va a volver a casarse a fin de formar una familia más grande; es decir, una
familia transnormativa. La novela crece en torno de esta crisis.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Una obra de
la misma autora que asume una posición más radical es<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> El (estúpido)
príncipe azul y otros mitos sobre el amor</i>. A través de una charla entre dos
amigas que se llaman Flor y Alejandra, la autora va cuestionando los mitos del
amor romántico y desconstruyendo las ideas inculcadas por la tradición
familiar, en el sentido de que ser mujer y ser soltera es una desventaja y un
fracaso, o que una vida realizada implica tener hijos, o que las comodidades de
la vida deben venir de un marido proveedor. Luego de analizar y subvertir estas
ideas en la primera parte del libro, la segunda parte se dedica a apuntalar la
proposición básica: que la soltería puede ser una decisión personal y no
implica ninguna pérdida de oportunidades ni de nada. El problema aquí es que no
hay personajes propiamente hablando; Flor y Alejandra son dos voces nada más
que dialogan para ir construyendo un libro que, con todo y sus anécdotas, tiene
mucho más de ensayo que de narrativa. Esto hace que, como bien puede
argumentarse, el libro es más para la lectura de los adultos que para la de los
chicos. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El (estúpido)
príncipe azul y otros mitos sobre el amor</i> podría ser hasta ahora el
asalto mejor vertebrado al discurso de la familia tradicional.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Por último
parece necesario detenerse en la obra de Norma Muñoz Ledo, ya que, en todos sus
libros, la familia es el centro en torno del cual se mueven los personajes y
sus conflictos. Esto se ve ilustrado en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El nuevo restaurante
de Pierre Quintonil </i>(ausencia del padre), en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Zorrillo</i> (relación
de hermana y hermano y tío y sobrinos) y en<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Mamá
Tlacuache </i>(relación madre-hijo).</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Además de
estos títulos, hay un libro de Norma Muñoz Ledo que parece prestarse
especialmente a la reflexión sobre las representaciones de la familia en la
literatura infantil y juvenil mexicana: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peligro de suerte</i>.
Aquí el protagonista es la familia en su conjunto: un héroe colectivo. En
efecto, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peligro
de suerte </i>nos cuenta el batallar de la familia Pachón, que ha perdido
su fortuna y, con ella, los privilegios de clase a los que estaban
acostumbrados. Ahora deben resignarse a ser parte de una clase media con la que
nunca se habrían sentido identificados y, a la manera de un proceso de muerte
con todas las fases de Kübler-Ross, viven momentos de negación, ira,
negociación, depresión y, finalmente, aceptación. En este proceso diría
iniciático, luego de una larga serie de penurias, más emocionales que
materiales, los distintos integrantes de la familia se descubren más fuertes y
más capaces, pero, sobre todo, más unidos. La novela es con todo esto un
espectacular monumento a la institución familiar, no sólo como fuente
privilegiada de fortaleza interior, sino, a fin de cuentas, como única
posibilidad de supervivencia en un mundo quebrantado por el individualismo.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Paralelamente
con esta visión tradicional, la autora va construyendo una serie de respuestas
a los temas más espinosos de las transformaciones sociales actuales: la
injusticia social, las crisis económicas, el miedo a los cambios, el miedo a
envejecer, la incertidumbre como parte de la cotidianidad, los derechos
sexuales, los crímenes impunes, la competencia caníbal entre las personas en
todo y por todo, el alcoholismo, la soledad, la hipocresía, el racismo, el
clasismo... <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peligro
de suerte </i>es, a final de cuentas, una radiografía de la sociedad
chilanga con todos sus prejuicios, traumas, fetiches, fantasías de grandeza y
complejos de pequeñez. Y a través de este cristal se observa lo que parece ser
la institución fuerte: la familia. Esto hace de ella una novela esencialmente
optimista, como lo es casi toda la literatura infantil y juvenil. Llama la
atención cómo, en medio de un cuestionamiento constante a la ideología
dominante, Norma Muñoz Ledo mantiene una lealtad férrea al discurso victoriano
de la familia natural: padre, madre e hijos, que aquí se antojan una versión
siglo XXI de los 300 espartanos legendarios que sostuvieron el embate de los 10
mil soldados de Jerjes.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> Además de
todas estas novelas, vale la pena reparar en el libro<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Esta familia
que ves</i>, de Alfonso Ochoa. No es propiamente una obra narrativa, sino un
álbum ilustrado por Valeria Gallo, con textos escritos en verso. Aunque no se
desarrollan las historias como tales, el libro contiene doce bocetos de
familias transnormativas, incluyendo las que tienen dos papás o dos mamás.
Todas ellas comparten un edificio de departamentos y –dicen los editores– “son
diferentes, pero se quieren igual”.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;">Más que como un callejón sin salida, este panorama se presenta
ante nuestros ojos como un desafío colosal. En el México del siglo XXI, uno de
los grandes problemas sociales es la fragilidad del núcleo familiar. Más que
nunca antes, y debido en parte a la actitud defensiva-ofensiva que han adoptado
los sectores más conservadores respecto a las distintas demandas de equidad e
inclusividad, se registra un conflicto constante entre padres e hijos, entre
hermanos y hermanas, etcétera. Y más que nunca parece necesario resolver las
diferencias y encontrar la manera de funcionar como familia. Es una cuestión de
supervivencia. Y la literatura infantil y juvenil tiene la oportunidad
histórica de ser una tabla de salvación. La pregunta es, ¿hacia dónde puede
moverse? ¿Va a continuar haciendo el juego a los sectores conservadores,
pagando tributo a una ideología cada vez más divorciada de la realidad? ¿O va a
asumir la peligrosa responsabilidad de dar el hachazo a los valores
tradicionales, dejando para después la cuestión de cómo llenar el hueco que
quede?</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 200%;"> La respuesta
no es fácil, pero una opción sería continuar por el camino de esa minoría de
autores cuya obra se comenta en estas páginas: no quedarse atrás de la
sociedad, replantear los esquemas familiares sin abolirlos, dotar el concepto
de familia con una nueva imagen y permitir que la imaginación de los lectores
descubra modos de vida alternativos en lugar de seguir creyendo que la
felicidad adulta tiene un solo camino. Una frase que sintetiza muy bien este proyecto
es la de Jane Howard: “Llámalo clan, llámalo red, llámalo tribu, llámalo
familia: como quiera que lo llames, quienquiera que seas, necesitas una” (<span style="font-variant-caps: small-caps; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal;">Howard</span>, 18).</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 13.5pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
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<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Bibliografía</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Aguilera</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Flor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El (estúpido) príncipe azul y otros mitos
sobre el amor</i>. México, Debolsillo, 2009.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El hombre lobo es alérgico a la luna llena</i>.
México, Alfaguara juvenil, 2010.<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando Plutón era un planeta</span></i><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">. México, Alfaguara juvenil, 2013.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Alcott</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Louisa May. </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Little Women</span></i><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">. 1968.
Harmonsdsworth, Puffin Books, 2014.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Alston</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Ann. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Family in English Children’s Literature</i>. Nueva York, Rutledge,
2008.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Barrie</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, J.M. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Peter Pan</i>. 1911. </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Middlesex,
Penguin Classics, 2010.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Bartra</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Roger. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
jaula de la melancolía. Identidad y metamorfosis del mexicano</i>. </span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">México,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Grijalbo, 1996.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Dahl</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Roald. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Charlie and the Chocolate Factory</i>.
Harmonsdsworth, Puffin Books, 1985.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Dickens</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Charles.<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Oliver Twist</i>. 1839. Londres, Penguin
Classics, 1985.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Foucault</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Michel. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vigilar
y castigar: El nacimiento de la prisión</i>. 1975. Traducción: Aurelio Garzón
del Camino. México, Siglo XXI, 2009.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Hodgson Burnett</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Frances. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The
Secret Garden</i>. 1911. Middlesex, Penguin Classics, 2015.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Howard</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Jane. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Families</i>. Nueva York, Simon & Schuster, 1978.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Lewis</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, C.S. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Chronicles of Narnia</i>. </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">1956.
Londres, Harper Collins, 1980.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Montgomery</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, L.M. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Anne of Green Gables</i>. </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">1908. Harmonsdsworth, Puffin Books, 2015.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Muñoz Ledo</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Norma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El nuevo restaurante de Pierre Quintonil.</i>
México, Ediciones SM, 2005.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mamá Tlacuache. </i>México, Ediciones SM,
2006.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Zorrillo</i>. México, Ediciones SM, 2006.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Pardo</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Edmée. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los
días de Lía</i>, Ediciones SM, 2017.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Paz</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">, Octavio. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
laberinto de la soledad</i>. 1950. México, Fondo de Cultura Económica, 1959.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Pullman</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">,
Philip. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">His Dark Materials</i>. Londres,
Scholastic, 2007.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Rowling</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">,
J.K. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Harry Potter. Complete Book Series</i>.
Londres, Scholastic, 2013.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; font-variant: small-caps; line-height: 150%;">Thiel</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">,
Elizabeth. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">The Fantasy of Family.
Nineteenth-Century Children’s Literature and the Myth of the Domestic Ideal</i>.
</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Nueva York, Routledge, 2008.</span><span lang="EN-US" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<br />Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-23336106.post-71561092541994758202019-11-04T13:04:00.002+01:002019-11-04T13:04:38.312+01:00El robachicos<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQl6EdkoxsK71n-2kBCYVt5MGzF2hRaOybnlCFxpRb_858t7ZeoyBB_cswpShGw8Jg8kmrA-82aImpnu1RgU_9PnWrXp4TvxBwtkpG0TI3Ya7gZ7C8gwNYLoa_yDQsaNx_TDH3/s1600/Oliver-Twist001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="799" data-original-width="1420" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQl6EdkoxsK71n-2kBCYVt5MGzF2hRaOybnlCFxpRb_858t7ZeoyBB_cswpShGw8Jg8kmrA-82aImpnu1RgU_9PnWrXp4TvxBwtkpG0TI3Ya7gZ7C8gwNYLoa_yDQsaNx_TDH3/s640/Oliver-Twist001.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Ya no hay
robachicos. El robachicos pertenecía al mundo de los demonios infantiles, como
El Coco, El Candingas o La Llorona. Le decían a uno “No juegues en la calle
porque<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>te va a llevar el robachicos”,
“No te vayas de pinta porque por ahí anda el robachicos”, y uno se portaba
bien. El robachicos se llevaba a los niños desobedientes para venderlos como
esclavos o para obligarlos a pedir limosna. Si no se daba abasto, las gitanas
podían ayudarle sin que mediara conexión alguna entre ellos. Así, entre esos
seres misteriosos y de alguna manera fascinantes, transcurría la infancia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hoy ya nadie habla del robachicos.
Resulta demasiado macabro o demasiado doloroso. Porque a los niños ya no se los
roban, ahora los secuestran. Al robachicos nos lo robaron los narcos, nos lo
robó el crimen organizado. Los niños de hoy ya no conocen esas historias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-pagination: none; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nuestra único consuelo es que esa gente
jamás entrará al jardín de los demonios infantiles.</span></div>
Agustin Cadenahttp://www.blogger.com/profile/10814894427848847641noreply@blogger.com0