Foto: La Jornada
—Tengo
sed.
—Sí.
A mí también me dio.
—¿Quieres
que te suba algo?
—¿Vas
a bajar? ¿Por qué no llamas a la recepción y que nos suban un refresco?
—A
estas horas sólo hay una persona atendiendo. No va a querer subir.
—¿Qué
hora es?
—Las
dos de la mañana.
—Qué
rápido se fue el tiempo. ¿A qué hora llegamos?
—Antes
de las 12.
—¿Ya
te quieres ir? ¿Por qué te estás vistiendo?
—Tengo
sed. ¿Puedo encender la luz?
—¿Vas
a regresar?
—Sí.
Sólo voy por una coca. ¿Quieres una para ti?
—No
tienes que bajar hasta la recepción por ella. Aquí en este piso, junto al
elevador, hay una máquina.
—No
sirve. Todo está al tiempo.
—Voy
contigo. Creo que ya se me bajó la borrachera.
—No.
Voy yo solo. Tú quédate a descansar. ¿Quieres que te traiga algo?
—Una
botella de agua, por favor.
—Ahorita
subo. No me tardo.
—Espera.
—¿Qué?
—No
te había visto bien. Me gusta tu cuerpo.
—Y
a mí el tuyo.
—¿De
verdad? ¿A pesar de que casi no tengo tetas?
—Me
gustan así: pequeñas.
—Yo...
Nunca me había sentido tan bien con un hombre. Fue muy bonito. Eres tan
tierno...
—A
m también me gustó.
—Entonces
ven. Vamos a volver a hacerlo.
—Ahorita
que regrese. Tengo sed.
—¿Te
gustaron mis nalgas?
—Sí.
—¿Y
mi sexo?
—Sí.
—A
mí me gustó el tuyo. Es como tú: suave y cálido.
—No
me conoces.
—Mira:
ya se está despertando otra vez.
—Voy
por una coca.
—Espera...
tengo miedo.
—¿De
qué?
—De
que te vayas y ya no regreses.
—¿Por
qué crees que haría eso?
—No
sé, es un presentimiento. Como no te costé ningún trabajo... tal vez pienses
que así soy con cualquiera. O que cada vez que me tomo una copa hago lo mismo.
Pero te juro que no.
—No
pienso eso.
—¿Qué
piensas entonces?
—No
pienso nada.
—¿Qué
piensas de mí?
—Nada.
—¿No
piensas nada? No te creo.
—Dame
mi camisa. Voy por un refresco.
—...
—Si
quieres te dejo mi cartera y mi reloj para que veas que no voy a irme.
—Siéntate
tantito y luego vas. Mira mi sexo. Tócalo.
—...
—Una
vez me hicieron eso.
—¿Qué?
—Un
tipo al que conocí en un bar me llevó a un hotel de paso, como éste al que tú
me trajiste. Me cogió y luego, en cuanto me sintió dormida, se fue y me dejó
sola, sin dinero y sin manera de regresar a mi casa a esas horas.
—¿Te
robó?
—No.
Pero yo me había gastado en el bar todo lo que tenía y él me había dicho que me
iba a ir a dejar.
—¿Vives
con tus padres?
—Con
mi madre.
—Ahorita
vengo.
—...
—¿Qué
te pasa? ¿Por qué lloras?
—Es
que nadie me toma en serio. ¿Tú crees que alguien pueda enamorarse de mí?
—Yo
creo que sí. No eres fea.
—¿Tú
no te quieres enamorar de mí? No, ¿verdad?
—Apenas
te conozco.
—Eso
quiere decir que no. El enamoramiento no se da con el tiempo. Nace al conocerse
o no nace nunca.
—...
—¿Eres
estudiante?
—Sí.
Estudio ingeniería en sistemas. ¿Y tú?
—Acabo
de terminar la prepa. ¿Vives con tus padres?
—Vivo
en una casa de estudiantes. Mi familia está en Ciudad Mante. ¿Conoces?
—No.
¿Me vas a invitar? ¿Me vas a presentar a tu familia como tu novia?
—No
sé.
—No
soy la clase de mujer que una madre provinciana quiere para su hijo, ¿verdad?
—Me
gustaría volver a verte, conocerte más.
—¿Ya
no tienes sed?
—Sí.
—Pues
vete por tu refresco, ándale. Te urgía mucho.
—Sí.
—¿Por
qué hice esto? ¿Por qué, chingada madre?
—¿Qué
cosa?
—¡Vete
por tu refresco!
—Ahorita
vengo.
—...
—Ahorita
vengo.
—No.
Ya no regreses.
—¿Qué
te pasa?
—No
regreses. No quiero volver a verte.
—¿Estás
loca?
—Quiero
estar sola, ¿no me entiendes?
—Pero
hace ratito...
—Hace
ratito tena ganas de hacer el amor. Ya no. No quiero que te sientas
comprometido. No me interesa atrapar a nadie.
—¿Qué
te pasa?
—Ya
vete, por favor. Me quiero dormir, ¿no lo entiendes?
—...
—¿Qué
haces ahí, parado? ¿Qué esperas? Tenías mucha sed, ¿no?
—¿Me
estás corriendo?
—¿Hasta
ahorita te das cuenta? Claro que te estoy corriendo. Lárgate.
—Estás
loca.
—Lárgate
ya, por favor. Ya nos usamos uno al otro, ¿no? ¿Qué más?
—...
—¿Qué
más?
—Ya
me voy... pinche vieja loca.
—...
—Ahí
te dejo cien pesos para que te regreses a tu pinche casa. Es lo que cobran las
de la Merced.
—Gástatelos
en tu refresco. Tenías mucha sed, ¿no?
Del libro Los pobres de espíritu. Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí
2004.
1 comentario:
OH
Publicar un comentario