viernes, marzo 23, 2007

La ex alumna




Cómo decirle —aún ahora— que hablaba para ella,
que la clase, todas las clases
no eran más que para ella.
Cuando sus pasos entraban se cerraba la puerta.


Cómo decirle —aún después de estos años—
que cuando ella faltaba, el salón estaba vacío.
Las palabras se perdían en el aire
y eran como insectos que volaran ciegos
en busca de una llama inexistente.
Torpes, locos, se estrellaban en los muros,
en los cristales de las ventanas,
hasta explotar de silencio.

En realidad, nunca decía yo nada;
todo se quedó dentro.
Le hubiera preguntado tal vez por sus proyectos,
dónde vivía, qué hacían sus padres.

Cuántos diálogos imaginados, soñados tan sólo.
Es que su edad la hacía de otro espacio.
Y andaba de novia. No era posible.
¿Con qué derecho perturbarlos?
Ella nunca lo sabría.
De cualquier manera
—era mejor pensar así—,
no hubiera sido posible.