jueves, enero 21, 2010

Neruda y Asturias comen en Hungría

"Fue en el restorán Alabárdos, ubicado en un edificio gótico del siglo XV, en el casco histórico de Budapest. Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias, viejos amigos, coincidieron una noche de 1965 en ese lugar, famoso entonces y hoy por la excelencia de su cocina”, así empieza la cuarta de forros del libro Comiendo en Hungría, escrito al alimón por esos dos grandes latinoamericanos que, seducidos por los sabores húngaros, emprendieron un fascinante viaje de turismo gastronómico.

Publicado por primera vez en 1969, el libro acaba de ser devuelto a la circulación por la Universidad Católica de Chile, en una espléndida edición de junio del año pasado; además de los textos de los dos Nóbeles, viene con una introducción que ya por sí sola valdría un libro, del doctor József Kosárka, miembro de la Academia Húngara del Vino; un texto muy interesante del editor, Gonzalo Saavedra, y una magnífica serie de fotografías de Adalberto Ríos Szalay.

Se trata de una colección de poemas, prosas poéticas y prosas no necesariamente poéticas sobre el tema de la comida húngara (entendiéndose que la comida incluye la bebida); muchos de éstos son descripciones de ciertos platillos hechas a partir de la subjetividad poética; otros se centran en los vinos húngaros, de los cuales el tokaj es el más celebrado; otros están inspirados en ciertos restoranes legendarios de Budapest, como el Alabárdos, el Hungaria, el Pilvax, la taberna El Puente; y otros más son visiones poéticas de ciertos lugares que de alguna manera formarían parte de un recorrido de turismo gastronómico por el país: la Citadella de Budapest, la fuente de Visegrad, el camino a Kecskemét, las bellas poblaciones de Tihany y Tokaj.

Se hacen referencias a los platillos más típicos, como el gulash, que no es un estofado como generalmente se piensa en el extranjero, sino una sopa de res con paprika, papas y otros ingredientes que varían de una región a otra. También se habla del pörkölt, una exquisita salsa con la cual se hacen guisados de res, pollo, hongos, etcétera; de los főzelék (guisos de legumbres), de la tarhonya (un tipo de fideo en forma de perlitas), del pescado del lago Balaton... y siempre volviendo al vino, como tema de estribillo.

Neruda escribe con esa vocación suya de vividor (en el sentido de experimentar la vida), esa genialidad para disfrutar su residencia en la tierra y celebrarla, que con uno u otro tono, se percibe en toda su obra. Y Asturias, con esa elegancia de estilo y ese prodigioso talento para decir mucho con pocas palabras que fueron sus marcas distintivas.

Por su carácter mismo de poesía, de alabanza, de visión subjetiva, el libro podría ser de poca utilidad para quienes buscan información práctica, aunque la sola enumeración de platillos, vinos y lugares debe ser en sí un excelente punto de partida. Claro, se echan de menos algunas cosas. Por ejemplo, resulta evidente que el recorrido de los Nóbeles fue un recorrido de restoranes; no hay referencias a la comida casera húngara, que no es en absoluto inferior a la de los sitios elegantes. Tampoco se menciona, al hablar de bebidas, al palinka, ese aguardiente de frutas del que los húngaros están tan orgullosos y que tantos buenos bebedores han valorado con entusiasmo y prudente respeto. Pero en compensación está el texto introductorio del doctor József Kosárka, que modestamente lleva el título “Antes de que comience la lectura divertida”. Este texto sí es una guía en toda regla —y de una precisión tal que en pocas páginas concentra un conocimiento muy extenso de las tradiciones culinarias y vitivinícolas de Hungría.

En resumen, Comiendo en Hungría es un libro disfrutable y moralmente peligroso, por su capacidad de despertar en uno la tentación de la gula. Y el mejor comentario sobre el mismo viene del propio Pablo Neruda: “Si hay libros felices (o libracos, librejos, librillos), éste es uno de ellos. No sólo porque lo escribimos comiendo sino porque queremos honrar con palabras la amistad generosa y sabrosa”.

miércoles, enero 06, 2010

Tan oscura


De todos mis libros, mi novela Tan oscura es el que ha tenido un destino más extraño. Publicada hace casi doce años, nunca ha sido una obra de muchos lectores, pero ha logrado sobrevivir, provocando las reacciones más disímiles, extremas y —para mí— sorprendentes.

Por un lado, sus detractores han sido encarnizados. Un gerente de cierta cadena de librerías le preguntó a la entonces directora editorial cómo era posible que Joaquín Mortiz hubiera publicado “esa basura pornográfica”. Otro gerente se negó a exhibirlo en el estante de libros de sus restaurantes porque —dijo— “éste es un sitio familiar”. Luego, un poeta muy conocido y amigo mío me dijo, con la confianza que se tienen los amigos, que mi novela no sólo no le había gustado sino que le había parecido repugnante debido a “la crudeza del lenguaje”. Y así por el estilo.

En el otro extremo del espectro se encuentran quienes han defendido la novela y la han mantenido viva a través de todos estos años. Curiosamente, esta recepción ha sido más frecuente en el extranjero que en México, especialmente entre lectores —amigos unos, totalmente desconocidos otros— de Estados Unidos, España, Venezuela y Argentina. Ahí están varias reseñas, algunas de las cuales pueden leerse en la red: la de la doctora Barbara Mujica, publicada en la prestigiada revista Américas (http://law-journals-books.vlex.com/vid/tan-oscura-56433642);la de Gabriela Moya, "La densidad del claroscuro": http://148.226.9.79:8080/dspace/bitstream/123456789/573/1/2002122P175.pdf y la de Ariana Juárez, "Oscuro deseo": http://www.etcetera.com.mx/1999/348/aj348.html Ahí está también una composición al respecto en el blog "Metatextos 2.0": http://metatextosbis.blogspot.com/2007/10/tan-oscura-katsya.html. Y ahí están también los generosos comentarios de Rubi Guerra, uno de los escritores venezolanos —y latinoamericanos— que más admiro y respeto, anque éstos no fueron publicados en ningún medio sino transmitidos vía epistolar. Y el hecho mismo de que Tan oscura haya estado incluida durante varios años consecutivos en la bibliografía básica del seminario sobre literatura erótica que el doctor Juan Antonio Rosado (autor, además, de una de las mejores reseñas sobre el libro) imparte en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Me puse a hacer esta recapitulación a raíz de que recibí un mensaje de una joven lectora a quien jamás he tenido el gusto de tratar personalmente, que vive en una ciudad muy lejana y que se puso a hacer un montaje en video sobre sus impresiones de Tan oscura. Ella se llama Fabiola Ahumada. Aquí está el link de su trabajo:http://www.youtube.com/watch?v=eq_FkBTSHQI.