jueves, diciembre 14, 2017

El frío



(Foto del autor)


Contemplo el invierno por la ventana cerrada, a través de las cortinas para que nadie vea que miro. Observo las orillas de las banquetas cubiertas de nieve, los árboles cubiertos de nieve, los grupos de cuervos que buscan algo que comer entre la nieve. Unos niños pasan enfundados en chamarras de plástico y gorros de estambre. Una pareja de ancianos espera en la esquina a que el semáforo les dé permiso de cruzar. También están muy abrigados. No puedo evitar pensar que tal vez sea su último invierno. Por momentos sale el sol y entonces todo brilla: la nieve, las cosas semienterradas en la nieve. Uno de los cuervos ha encontrado un pedazo de vidrio, quizá de una botella rota. Levanta el vuelo con él en el pico, rápido, como si temiera que los otros cuervos intentaran quitárselo. Se lleva mi mundo. Un vidrio roto alcanza a reflejar un mundo.
         No sé cómo entró el frío. Yo solía estar en paz con él, incluso lo disfrutaba. Era de los vecinos que salen a las seis de la mañana con su pala para quitar la nieve de la banqueta. Y abría las ventanas un rato todos los días, para que mi casa se llenara de ese olor a bosque que tiene el frío. Pero un día entró y ya no quiso irse. Ha impregnado todo: las paredes, los techos, el aire. Nada alcanza a ahuyentarlo.
         Voy de una habitación helada a otra igual de helada, esperando que ese mínimo ejercicio me saque del cuerpo un poco de frío. Me pongo un suéter encima de otro, unos calcetines encima de otros y no puedo dormir si no tengo en mi cama, entre las mantas, cuatro botellas de hule llenas de agua caliente. Nada funciona.
         ¿Cómo llegué a esto? No lo sé. Supongo que la soledad fue calándome hasta que terminó de convertir en hielo el material de mis huesos. Así que mi frío viene de dentro, no de fuera. ¿Cómo se calienta uno así? Y sigue avanzando. Pronto todo yo seré hielo: una figura de vidrio para los cuervos.

2 comentarios:

Clarisa T. dijo...

Qué texto tan bello. Consuelo de palabras que saben que, aunque el frío se adentre, las palabras sentidas, las bellas, no se hielan. Nunca mueren...

Agustin Cadena dijo...

Gracias :)