—Madre,
¿quiénes son esas personas que van por el medio del camino?
—Son peregrinos: gente santa.
—Pero, ¿por qué no van cantando? Los
peregrinos siempre cantan, madre.
—Éstos no.
—¿No rezan tampoco? ¿No hablan?
—No. Y baja la voz, que pueden oírte.
—Se está haciendo de noche y hace frío.
¿Dónde van a dormir, madre?
—Estos peregrinos no duermen.
—¿Por qué no les damos unas manzanas?
Traemos suficientes.
—¿Para qué desperdiciarlas? Nadie de
ellos come.
—Pero, ¿de dónde son, madre?
—De todas partes.
—¿Dónde viven?
—En ningún lado, hijo mío. Ninguno de
ellos vive.
2 comentarios:
Maestro, yo lo habría dejado en Ninguno de ellos....
Porque el lector tiene que componer, completar, desvelar a la imaginación...
Sí. Gracias, querida amiga. ¡Saludos!
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