miércoles, agosto 27, 2025

Shrimoyee Chattopadhyay. Poesía urbana de la India

 Traducción del inglés: Agustín Cadena


Si caváramos un agujero en cualquier parte de México y pudiéramos continuarlo hasta salir del otro lado del planeta, llegaríamos a algún punto del Océano Índico, tal vez alguna isla, sin duda cerca de la India. La India es nuestro antípoda: el país que más lejos queda del nuestro, literalmente al otro lado del mundo. Tal vez por eso sabemos tan poco uno del otro, a pesar de tener coincidencias culturales e históricas.

En México, si preguntamos el lector común qué nombres le vienen a la mente cuando se habla de literatura de la India, pensará probablemente en los libros clásicos de la tradición sánscrita: los Vedas, en especial el Rigveda, y en las grandes obras épicas, como el Mahabharata, del cual la parte más conocida es el Bhagavadg?t?, con el cual están familiarizados muchos lectores. Tal vez mencione también los Upani?hads.

Más allá de los clásicos, es posible que nuestro lector común piense en Rabindranath Tagore, el poeta bengalí que fue el primer hindú en recibir el premio Nóbel de literatura. Pensando en algo más contemporáneo, sería difícil que alguien no hubiera oído hablar de Salman Rushdie (aunque ya no es hindú) o de la enorme Arundhati Roy.

Pero, ¿qué hay más acá? La India es un país increíblemente complejo, moderno y antiguo a la vez, rural y urbano, con ciudades de millones de habitantes, rascacielos, autopistas, hoteles lujosos y una sociedad no muy diferente a la nuestra. O a la de cualquier otro espacio moderno en este mundo globalizado. Los jóvenes escriben en un lenguaje que resuena con el de nuestros jóvenes. Si no me creen, lean estos poemas de la joven escritora Shrimoyee Chattopadhyay.


No eres más que una cualquiera


Te dicen puta.

Un cuerpo que calienta,

un alma que estorba.

En la calle ni te voltean a ver,

pero a puerta cerrada se mueren por cogerte.

Te la dejan ir y te prometen mil cosas.

Se quedan con tu cuerpo

y tiran tu alma como si fuera mierda.

Para ellos eres un juguete,

un pedazo de carne que les quita la sed.

Lo que sientas les vale madre.

¿Y por qué chingados les importaría?

Para ellos solo eres una puta.


Cuando te tocan, te llenan de besos torpes por todo el cuerpo,

te babean con su pasión.

Se te meten más hondo con cada embestida.

Tú los abrazas, les clavas las uñas.

Los aprietas fuerte, los consuelas.

Te pegas a ellos como si en eso se te fuera la vida.

Te aprietan, te muerden los pechos,

y tú, por dentro, quisieras que ese momento nunca se acabara.

Pero lo sabes bien:

unas horas y te tienes que largar.

Necesitan borrar tu olor de las sábanas,

tu pelo del colchón, tu sombra de su cabeza.

Tienes que apurarte,

porque ya les anda por ser otra vez

los buenos maridos, hijos y padres.

Tú lo sabes, lo sabes muy bien,

pero igual mueres de ganas

de que alguien te ame de veras,

como a una persona con alma,

y no sólo como a una puta.


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Te amé, pero no a ti


Sólo el recuerdo me queda.

Todo lo demás se borró.

Ese toque, ese beso, ese calor…

se pudrieron en mi memoria.

Las promesas se rompieron como vidrio barato.

Te busqué en cada cabrón que conocí,

quise encontrar esos labios, esas caricias, esos abrazos.

Pero, ¿sabes qué? Ya no te quiero.

Me cayó el veinte:

yo estaba enamorada de la pinche idea de amarte,

pero no de ti.

Te amé por lo que creí que eras,

no por lo que en realidad eres.

Amé a ese “tú” que parecía especial,

no al hijo de la chingada que me arrancó el alma.


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Hogares rotos


Un hogar roto no es nada más

donde los padres se divorcian o se largan.

También es aquel donde se quedan juntos

aunque no se soporten.

Hogar roto es donde los hijos pagan los platos rotos

de papás que se la viven gritando, envenenando, manipulando.

Hijos que sufren sin tener culpa de nada.

Que se quiebran por dentro cuando los obligan a escoger bando.

Que se despiertan temblando en mitad de la noche.

Que miran alrededor y se preguntan

por qué otros de su edad viven felices y en paz en sus casas.

¿Será por dinero, por salud, o por algo más?

Buscan una respuesta, pero nunca la encuentran.

Solo quieren una vida “normal” y “feliz”,

pero lo único que reciben

es un puto hogar roto.


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A ti te vale madre, ¿verdad?


Ojalá pudiera acomodar mis palabras

de tal forma

que con ellas me ganara tu corazón.

Pero lo único que me sale

son frases rotas y oraciones a medias.

¿Y sabes qué?

Aunque así fuera, me gustaría pensar

que dirías:

“Las palabras no importan, lo que importa eres tú”.

Pero en vez de eso, me ignoras.

Igual que mis palabras, mis acciones te pasan de noche.

Entonces, ¿pa’ qué chingados voy a esforzarme

en ordenar mis pensamientos?

Me quedo con mi vocabulario hecho pedazos,

porque igual que yo,

mis palabras para ti

no significan nada.


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Extraños otra vez


Nos conocimos como extraños,

y poco a poco nos fuimos clavando el uno en el otro.

Semanas, meses, años…

Estábamos locos de amor.

Pasábamos cada momento juntos,

compartíamos todos nuestros secretos,

creábamos recuerdos nuevos.

Era una relación a distancia,

pero nunca se sintió así.

Esas llamadas eternas,

los mensajes sin fin,

las ganas de verte en videollamada al final del día,

los regalos sorpresa, las fotos…

todo nos acercaba más.

Todo se sentía tan real.


Podía imaginarme enredada en tus brazos,

mordiéndote las orejas,

mi lengua recorriéndote el cuerpo,

nuestras bocas pegadas en besos largos y profundos,

mi aliento en tu cuello,

tu susurro en mi oído.

Cada vez que decías: “Estamos hechos el uno para el otro”

te creía.

Tanto, que ya estaba planeando nuestro futuro juntos.


Todo era perfecto:

peleábamos, reíamos, cogíamos.

Y un día, conociste a otra.

Empezaste a mentirme,

a esconderme cosas,

a ignorar mis llamadas y mensajes.

Aunque te rogaba y te buscaba,

te valió madre explicarme nada.

Mis palabras dejaron de importarte.

Mi silencio, también.

Mi enojo, mis rencores, mis lágrimas…

nada te detuvo.

Hasta que un día me cortaste de tajo.


Y ahora somos extraños otra vez.

Sólo que ahora

somos extraños con recuerdos.


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Shrimoyee Chattopadhyay tiene un doctorado y es académica, escritora e investigadora de la Christ University, en Pune–Lavasa, India. Apasionada por las historias de la diáspora del sur de Asia, explora en su trabajo temas como la memoria, el trauma, la cultura, el género y la vida urbana. Ha publicado artículos y capítulos en revistas y libros nacionales e internacionales, y en 2022 recibió el premio Bangabidya Young Scholar Award por su labor académica. Su próximo libro, "Non-conforming Women in Neoliberal Cities", se publicará en agosto de 2025 con Routledge, Taylor & Francis Group.

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