miércoles, marzo 13, 2019

El Príncipe de los Tejados (fragmento)


Había descubierto que mi tío me espiaba. Cuando ya todos supuestamente se habían retirado y yo me quedaba sola en la sala haciendo mi cama en el sofá, el puerco viejo salía silenciosamente, dizque al baño, y se quedaba en lo alto de la escalera, en cuclillas, esperando el momento en que yo me quitara la ropa. Todo estaba a oscuras, pero aún así entraba algo de claridad por las ventanas y era posible distinguir las formas. Si no, ¿cómo es que me di cuenta? Tenía ganas de contarles todo a mis padres y pedirles que me sacaran de esa casa y me mandaran al dormitorio de estudiantes, con Sara y las otras muchachas. Pero conocía a mi papá: no se contentaría con eso. Iría a partirle la cara a mi tío y quien más sufriría iba a ser mi santa madre. Mejor no. Mejor tendría más cuidado en adelante: me pondría la pijama bajo las mantas.

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