martes, noviembre 19, 2019

Operación Snake (fragmento)




Una voz femenina, infantil, inmensamente triste y lánguida... es como un ulular, como la voz de una niña que cantara antes de morir, despidiéndose de la vida... como se imagina uno que han de cantar los fantasmas que no tienen paz. Pero casi no se oye: no es un canto realmente; es como un sollozo sofocado por la neblina... viene del hueco de una de esas puertas de madera podrida tapiadas por la hiedra.
         No puede ser un borracho ni un vagabundo, desde luego. Con todo y que hay algo en ese ulular que me hiela la sangre, me acerco. Sorpresa: es Yara. Está ahí acurrucada, hecha un ovillo como un perro sin casa: una sombra entre las sombras. Apenas y la reconozco. Pero ella ya me ha visto porque no se sobresalta cuando la toco, todavía dudando de si será quien yo creo.
         —Hola —me dice, suspendiendo su canto.
         —Hola —si fuera supersticioso, me habría dado miedo de que Yara ya hubiera muerto y eso no fuera ella sino su fantasma. Porque además se siente helada.
         —¿Qué andas haciendo por acá, niño?
         En lugar de responderle, le pregunto:
         —¿Ya estás bien? —y le toco la frente para ver si no tiene fiebre. Pero no, al contrario: está fría como un metal. Y húmeda por el rocío de la noche.
         —Yo nunca voy a estar bien, Horacio.

No hay comentarios.: