Cuando
encontraron a su madre muerta en la calle, la niña no sabía que el asesino
estaba entre los mirones. No supo que el asesino la observaba con simpatía,
como tratando de consolarla. Y el asesino le habló, la abrazó y ella no supo
que era él. No supo que él estuvo ahí todo el tiempo. Hubo agentes de policía,
hicieron preguntas, se fueron. El asesino estaba ahí. El asesino estuvo en el
velorio, en el funeral.
La niña se fue a vivir a otro barrio,
con su abuela, porque el padre no podía cuidarla solo. Volvió a la escuela,
empezó a rehacerse. El asesino estaba ahí. La miraba. La miraba crecer. A veces
le sonreía. Le sonríe.
Porque ahí está.
Ahí sigue.
Ahí está.
Ahí está.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario