¿Sabes, mi
pequeña, que la Muerte es hermana del Sueño? Hypnos y Thanatos. Vas a ver cómo
se parecen. Primero sentirás que te invade una oleada de calor; una exaltación
nueva, deliciosa, nunca antes experimentada, excepto, tal vez, en ciertos
instantes de fiebre. Sentirás que tus sentidos se agudizan: los colores se vuelven
más brillantes y puedes oír hasta el silencioso caminar de las hormigas sobre
los párpados de los muertos. Tu corazón empezará a palpitar más rápido, con
latidos más audibles, y quizás eso te cause angustia, pero ni aun entonces
debes tener miedo: el fin de todo sufrimiento estará cerca. Poco a poco, a
medida que tu cuerpo se vaya vaciando de sangre, las emociones mundanas darán
lugar a una dulce sensación de languidez, como cuando sientes que el sueño se
apodera de ti y tratas de luchar contra él para no quedarte dormida, pero no
puedes; tus párpados se vuelven pesados y tus músculos abandonan toda lucha,
todo esfuerzo. Te parecerá que el mundo va quedando lejos y ya nada tiene
importancia, que las cosas que antes te hacían daño ya no tienen poder sobre
ti... y la sed que se lleva tu vida se va llevando también tus tristezas, tus
deseos... conforme se nublan tus ojos, el aire gris se irá convirtiendo en una
visión de luz y de libertad... y el miedo, si es que lo hubo, se tornará
gratitud.
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